ANEXOS INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN. II PARCIAL.
Enviado por Albert • 23 de Septiembre de 2018 • 5.603 Palabras (23 Páginas) • 457 Visitas
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Dentro de la filosofía, la metafísica es una de las ramas más importantes. Fue denominada de esta manera por Andrónico de Rodas, quien fue el redactor de la obras de Aristóteles en el siglo I d.c.;[pic 1]
La llamó así por encontrarse después de los libros de la física, de metátáfisique, que en griego significa lo que está más allá de lo físico o de la física.
La metafísica es considerada como la parte más profunda de la filosofía. «Se ocupa de investigar los primeros principios, las causas más elevadas, es decir, más últimas, profundas e importantes del ser en cuanto que ser. Por ello, también se le denomina, desde los tiempos de Aristóteles, Filosofía Primera».
La metafísica es el estudio de lo que es en tanto que es y existe.
Por ello es llamada la teoría del ser, es decir, el estudio de todo lo que es: qué es, cómo es y cómo es posible.
La ontología, por su parte, se ocupa de la definición del ser y de establecer las categorías fundamentales o modos generales de ser de las cosas a partir del estudio de sus propiedades. Esta rama de la filosofía trata de describir o proponer las categorías y relaciones básicas del ser o la existencia para definir las entidades y de qué tipo son. Las entidades comprenden los objetos, las personas, los conceptos, las ideas, las cosas y todo de lo que se puede cuestionar su existencia. En cierto modo reflexiona sobre las concepciones de la realidad, sobre cómo son definidas las entidades de la realidad por el estudio.
La ontología es aquello que estudia el ser en cuanto ser; el interés por estudiar el ser se origina en la historia de la filosofía, cuando ésta surge de la necesidad de dar explicaciones racionales, no mitológicas, a los fenómenos del mundo físico, también debemos recordar que el carácter universal de la filosofía, tuvo su origen en la necesidad de un conocimiento válido a todo fenómeno, y en las deficiencias de los conceptos inicialmente desarrollados, para ser llevados a la práctica concreta en los fenómenos físicos o sociales. Por esta razón muchos pensadores se dedicaron a reflexionar sobre cuál podría ser el fundamento del mundo físico; pero ¿qué pasa?, nosotros, al observar los objetos que percibimos en el mundo físico nos damos cuenta de que existen objetos líquidos, sólidos o gaseosos, que algunos se componen de materia inerte, como la piedra, y otros de materia viva. Es así como encontramos diferentes elementos físicos, pero la razón nos exige pensar en un solo elemento constitutivo de los demás. Dicho elemento fue propuesto por algunos pensadores, quienes suponían que podría ser el agua (Tales de Mileto), el fuego (Heráclito de Éfeso), el aire (Anaxímenes), y la combinación de los cuatro (Empédocles): pero Anaximandro propuso una solución lógica, es decir, que dicho elemento debería ser indeterminado (a lo que llamó Apeiron). Pero fue Parménides quien propuso la mejor solución; este pensador sostuvo que existen dos caminos para llegar al conocer, que son los sentidos y la razón, por los sentidos se llega a lo cambiable, a lo inseguro y a lo des confiable en los objetos, y por la razón se llega a lo universal, confiable e inmutable. Tomando el segundo camino, Parménides encontró algo común e indispensable a todo objeto: que cualquier elemento natural, antes de tener alguna característica específica, tiene una sin la cual no existiría, la de Ser; este ser es un elemento fundamental y no una característica que tienen las cosas. Desde entonces se constituye a la ontología como ontos= ser y logos = estudio, en este caso lo real es igual al ser, y el ser es igual al fundamento de toda realidad.[pic 2]
Una vez que has identificado el significado que adquieren los términos metafísica y ontología, lee el siguiente texto de José Ramón Ayllón (2004): «Más allá de la física», recordándote que metafísica significa, etimológicamente, más allá de la física.
Más allá de la física
José Ramón Ayllon
La metafísica, como es sabido, suena a precepto oscurantista. Pero las apariencias engañan.[pic 3]
La ciencia, por el contrario, parece tener el monopolio de la explicación global de la realidad, y ése sí que es algo extremadamente controversial. ¡Atentos, muchachos! La ciencia nos dice, por ejemplo, que en el mundo sólo existen partículas físicas carentes de conciencia y de intención.
Pero los hombres formamos parte de ese mundo, y resulta que somos seres conscientes y libres. El problema nos afecta muy personalmente al intentar entender cómo se compenetra la exterioridad corporal con la interioridad psicológica, pues ciertos rasgos esenciales de nuestra constitución subjetiva parecen imposibles de encajar dentro de nuestro cuerpo físico.
El más importante de esos rasgos es la autoconciencia. Yo, en el momento de escribir esto, y tú, sufrido lector, en el momento de leerlo, somos ambos conscientes. Pero nadie sabe cómo puede ocurrir tal cosa, cómo un sistema físico puede ser consciente. La autoconciencia es un conocimiento reflejo, una capacidad que el hombre tiene de conocerse a sí mismo. Supone un inverosímil desdoblamiento del sujeto, una duplicación real que hace posible experiencias tan comunes y misteriosas como las que describe Juan Ramón Jiménez:
‹Yo no soy yo. Soy éste
Que va a mi lado sin yo verlo, Que, a veces, voy a ver,
Y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
El que perdona, dulce, cuando odio,
El que pasea por donde no estoy,
El que quedará en pie cuando yo muera›.
El carácter metafísico de nuestros estados mentales se manifiesta en hechos tan claros como que yo puedo sentir mis dolores y tú no puedes, yo puedo pensar sin que nadie sepa que pienso, y mucho menos qué pienso. Lady Macbeth dice a su marido que no tenga miedo a que se descubra su asesinato, pues ‹no hay un arte capaz de leer en la interioridad de la mente a través de la cara›. Ahora bien, si la ciencia exige que la realidad ha de ser igualmente accesible a todos los espectadores cualificados, la subjetividad individual se presenta como un campo vedado para el conocimiento científico.
Éste puede ser el momento de citar a un filósofo. Pero escogeremos a uno que haya sido al mismo tiempo
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