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EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA: LOS PRESOCRÁTICOS

Enviado por   •  9 de Abril de 2018  •  7.224 Palabras (29 Páginas)  •  312 Visitas

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Anaxímenes considera que el aire es el principio de la naturaleza, pues es un concepto de sustancia, es decir, es el sustrato material de las cosas, aquello en lo que todo consiste. Por dilatación surge el fuego del aire; por condensación, la noche. La noche se condensan más y se convierten en agua, el agua en tierra y la tierra en piedra. Es un principio de cambios cualitativos.

- Pitagóricos

Pitágoras fue el jefe de una secta religiosa y política. Dos son las ideas destacables: la doctrina de la inmortalidad del alma y la concepción matemática del cosmos.

La doctrina de la inmortalidad del alma es una novedad en la cultura griega. Por primera vez surge la idea de que en el hombre hay un alma inmortal que se opone al cuerpo, de tal manera que éste es una especie de prisión. Los pitagóricos creen en la trasmigración de las almas. El alma va tomando los diferentes cuerpos que hay en el cosmos. Esto influirá en Platón.

Los pitagóricos se preguntan por el orden. Para los pitagóricos es el orden mismo el principio, y este no es otra cosa que los números, pues las cosas se reducen a figuras geométricas, por ello se sugiere la idea de que el orden del cosmos es mensurable.

Para los pitagóricos los números también representan cualidades (el 2 es justicia) y valores (el par es bueno)

- Parménides y Heráclito

Son filósofos opuestos. Parménides afirma la unidad e inmutabilidad del ser, negando el cambio. Mientras que Heráclito sostendría que la realidad esa en cambio permanente. El primero sería el filósofo del ser; el segundo del devenir. La physis es concebida por Heráclito como devenir, pues el cambio consiste en la lucha de contrarios pero a la lucha subyace una armonía tensional que es la ley que rige el cosmos. Es la dialéctica la que mueve el mundo de Heráclito, la que enfrenta opiniones a través de las cuales es posible llegar a un acuerdo.

El principio es el fuego, pues se enciende y apaga con medida; es decir, el cosmos está sometido a una regularidad. Puede ser entendido como un símbolo del principio ordenador del cosmos. El fuego también simboliza el logos. Physis y logos no se separan. El logos tiene un carácter ontológico (es el orden mismo del cosmos). El mundo de Heráclito consiste en una lucha entre contrarios sometida a la lay del logos, del cambio.

La verdad es que el ser es y el no ser no es. En segundo lugar, solo es pensable el ser. Parménides identifica el logos con el ser, como ocurre en Heráclito: sólo el ser es pensable y sólo lo pensable es ser.

Este principio tautológico (el ser es y el no ser no es), nos lleva a una contradicción. Parménides recurre a la reducción al absurdo: supongamos que el ser es temporal, entonces antes de que hubiera ser, habría no ser, pero el no ser no puede ser, por lo tanto existe desde siempre.

El ser, aunque ilimitado en el tiempo, es limitado en espacio. Parménides lo concibe como una esfera y en consecuencia no hay grados de ser. Por fin el ser es regido por la justicia que lo mantiene en sus límites e inmóvil

2.4 Pluralistas

Proponen varios principios para explicar la formación de la physis, aceptando el de Parménides, aunque admitiendo la realidad del cambio. Van a proponer varios principios de la physis, negando por lo tanto la unidad de lo real, aunque cada uno de esos principios tendrá las características del ser de Parménides. El cambio es entendido siempre como mezcla y separación de distintos elementos.

Empédocles distingue seis componentes: cuatro pasivos (4 elementos) y dos activos (odio y amor). El mundo se concibe en una esfera como Parménides, en la que los cuatro elementos están mezclados. La fuerza del amor mantiene la mezcla unida, aunque el equilibrio es inestable. Poco a poco entra el odio y el amor sale. Al final del ciclo, los elementos están separados. Es el momento del apogeo del odio. Poco a poco, entra el amor y el ciclo se repite.

Anaxágoras propone una infinidad de elementos para explicar la génesis del cosmos a los que denomina homeomerías. Lo que hace que cada cosa sea diferente a las demás es la mayor o menor proporción de homeomerías. El agente encargado de realizar las mezclas es el intelecto (nous) que no sólo es el iniciador del movimiento de constitución, sino que las conoce; el conocimiento es la garantía del orden que imprime el cosmos.

Los atomistas, Leucipo y Demócrito, también admiten una infinidad de elementos como constitutivos últimos a los que llama átomos, que son duros, indivisibles y eternos. Para explicarlos, recurren a un concepto contrario a Parménides: el vacío. El vacío es el espacio de separación de unos átomos y otros y lo que permite que se muevan. Todas las cosas están constituidas por estas partículas. No hay ninguna fuerza que mueva los átomos, sino que se mueven al azar y en todas las direcciones.

*Hélade: Conjunto de Mileto, Atenas y Agrigento.

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T2. PLATÓN

1. Sócrates y los sofistas

Los presocráticos se habían ocupado de la physis. La proliferación de teorías diferentes va a conducir a Sócrates y a los sofistas a adoptar un escepticismo epistemológico: el centro de interés va a ser ahora el hombre, desde el punto de vista práctico (moral y político).

1.2. Los sofistas: physis y nomos

Sofista proviene de sabio, que originariamente se aplica a los que son hábiles en su oficio pero con Platón y Aristóteles va a adquirir un sentido negativo pues no son sabios auténticos, sino que su sabiduría es aparente. Pretenden enseñar, pero sus enseñanzas no son ciencia (episteme), sino que se mueven en el campo de lo opinable (doxa).

Los sofistas se dedican fundamentalmente a la enseñanza. Son maestros itinerantes que cobran por su labor y que enseñan lo que demandan sus clientes. La política se ejerce en las asambleas y los tribunales y para triunfar es necesario dominar el arte de la retórica (saber hablar para convencer), y los sofistas fundamentalmente enseñaran las técnicas para persuadir a otros de aquello que les interesa.

Los sofistas más destacados son Protágoras y Gorgias.

Mantienen un escepticismo religiosos, por lo cual la religión pasa de ser un objeto de creencia

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