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EL SENTIDO RELIGIOSO - esquema explicado

Enviado por   •  25 de Marzo de 2018  •  5.815 Palabras (24 Páginas)  •  282 Visitas

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Por eso, en la sociedad, el desocupado es un hombre que sufre un atentado grave a la conciencia de sí mismo: está en unas condiciones en las que la percepción de sus valores personales le resulta cada vez más oscura. Los factores constitutivos del hombre se perciben cuando están comprometidos en la acción; de otro modo no se notan, es como si no existieran, se borran. Por eso, una persona que jamás haya querido comprometerse con el hecho religioso en su vida tendría razón en decir que todo lo que se refiere a él no le afecta, porque, al no haberse jamás implicado en ese hecho, una vez llegada a cierto punto es como si no existiera para ella. Es verdad que, por un lado, esas personas asumen esta postura sin haber puesto en escena dentro del horizonte de su razón los elementos necesarios para juzgar; pero, por otra parte, para llegar hasta ese nivel de condicionamiento han tenido que atravesar todo un recorrido, no razonable, de olvidos.

¿Por qué los factores constitutivos del yo aparecen en la acción?

Porque un hombre comprende que existe por el hecho de que “piensa, siente y lleva a cabo otras actividades del mismo tipo”.

- EL COMPROMISO CON LA VIDA

Con lo que hemos apuntado resulta claro que, cuanto más se compromete uno con la vida, más capta en su experiencia individual los factores característicos de la vida misma. La existencia es una trama de acontecimientos y de encuentros que provocan a la conciencia, produciendo en ella problemas de distinto tipo. El problema no es otra cosa que la expresión dinámica de la reacción frente a esos encuentros. La vida, por tanto es una trama de problemas, un tejido de reacciones debidas a tales provocadores encuentros, lo sean mucho o poco. El significado de la vida es una meta sólo posible para quien se toma en serio la vida, sólo para quien se compromete con ella. Estar comprometidos con la vida no significa tener un compromiso exacerbado con uno u otro de sus aspectos: el compromiso con la vida nunca es parcial. El compromiso con uno u otro aspecto de la vida, si no se vive como algo que deriva del compromiso global con la vida misma, corre el riesgo de convertirse en una parcialidad desequilibrante, una fijación o una histeria.

La condición para poder sorprender en nosotros la existencia y la naturaleza de ese factor clave, de soporte, decisivo, como es el sentido religioso, es el compromiso con la vida entera, donde todo debe incluirse: amor, estudio, política, dinero, hasta el alimento y el descanso, sin olvidar nada -ni la amistad, ni la esperanza, ni el perdón, ni la rabia, ni la paciencia-. En efecto, en cada gesto hay un paso hacia el propio destino.

¿Qué caracteriza la acción del yo en la vida cotidiana?

El compromiso con la vida entera y no con uno u otro de sus aspectos. Cuanto más se compromete el hombre con la vida, más capta en su experiencia individual los factores característicos de la vida misma.

- ASPECTOS DEL COMPROMISO

- Entre los aspectos de la vida que deben ser objeto de nuestro compromiso con la existencia entera, el primero para resaltar es la tradición. Cada uno de nosotros nace en una tradición. La naturaleza nos arroja dentro de la dinámica de la existencia pertrechándonos con un instrumento complejo para afrontar el ambiente. Cada hombre hace frente a la realidad circunstante dotado por naturaleza de elementos que descubre que lleva consigo como algo que le ha sido dado, regalado. La tradición es esa dote compleja de la que la naturaleza provee a nuestra persona, es como la hipótesis de trabajo con la que la naturaleza nos pone a trabajar en la gran cantera de la vida y de la historia. Sólo si usamos esta hipótesis de trabajo podemos comenzar a intervenir, no ya a tientas, sino con razones, con proyectos e imágenes críticas sobre el ambiente y, por consiguiente, también sobre nosotros que formamos parte de ese ambiente.

Sólo en virtud de los valores y riquezas que he recibido es que yo puedo, a mi vez, llegar a ser creativo, capaz de desarrollar lo que me he encontrado entre manos, y es más, sólo basándome en los valores y de la riqueza que me han sido dados puedo yo cambiar incluso radicalmente su significado y su orientación. En esto consiste, por tanto, la urgencia de una lealtad hacia la tradición: lo exige el compromiso global con la existencia.

Y para que la lealtad con la tradición puede practicarse como hipótesis de trabajo realmente operante, es necesario que la riqueza tradicional se aplique a la problemática de la vida a través del tamiz crítico de lo que hemos llamado “experiencia elemental”, es decir, ese conjunto de exigencias y evidencias con las que el hombre es proyectado en la relación con todo lo que existe (exigencias de felicidad, de verdad, de justicia...). En caso contrario –es decir, omitiendo ese examen crítico- el sujeto, o se queda alienado y fosilizado en la tradición o, entregado a la violencia del ambiente, terminará por abandonarla. Es lo que sucede en la conciencia religiosa de la mayoría: la violencia del ambiente decide por ellos.

¿Qué se necesita para que la lealtad hacia la tradición conduzca a una posición crítica?

Es necesario que el hombre la verifique, comparándola con ese conjunto de exigencias y de evidencias que caracterizan su experiencia elemental (exigencias de felicidad, de verdad, de justicia...)

- Un segundo aspecto fundamental del compromiso del yo, para poder descubrir los factores de que está constituido, es el valor del presente. Partir del presente es inevitable. Para aventurarnos en arriesgadas imaginaciones del futuro, ¿de dónde tomamos el impulso? Del presente. Uno es más hombre cuanto más abraza y vive en el instante presente todo lo que le ha precedido y le rodea.

El hombre, para entender los factores de los que está constituido, tiene que partir del presente. Sería un grave error de perspectiva partir del pasado para conocer el presente del hombre. Si para indagar, por ejemplo, sobre lo que puede ser mi experiencia religiosa yo me dijera: “Estudiemos la historia de las religiones, analicemos las formas primitivas de religiosidad: de este modo podré identificar los verdaderos factores de la experiencia religiosa”, semejante intento de partir del pasado significaría fatalmente caer en una imagen “presente” del pasado, corriendo el riesgo de identificar a éste con una concepción fabricada hoy. Sólo frente a la conciencia de mi presente me resulta posible tomar nota de los elementos y de la dinámica naturales de la fisonomía

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