El Circo Embrujado

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Al otro día se reunieron para ver las grabaciones, estaban ansiosos por encontrar lo que fuera, tal fue la impresión que se dieron cuenta que efectivamente existía un fantasma, y que también se comportaba mal con los animales porque les succionaba el alma.

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El mismo día que revisaron las grabaciones, los niños decidieron que era hora de ingresar al circo a investigar, llevaron sus instrumentos (pilas de cambio y abrigos gigantes para estar bien abrigados).

Al entrar al circo se sintieron observados, Fernando se asustó por una tela de araña que toco, todos preocupados lo miraron, luego Daniel paso adelante y alumbro la jaula, reviso si el fantasma estaba succionando el alma de los animales enjaulados, pero no tuvieron éxito no lo pudieron ver.

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Fueron al cuarto día, ese día tuvieron éxito, se sentía un frío en el ambiente era un día extraño, cuando entraron al circo se dieron cuenta que el fantasma estaba succionando algo, cuando desde el fondo Ítalo grita ¡cuidadooooo!, los chicos se alejan y el fantasma se acerca suavemente.

Ellos muertos de miedo lo escuchan…”no se asusten, no soy malo y no succiono almas, sólo es mi saliva, por favor no se alejen, yo sólo quiero tener amigos”.

Lo observaron y se dieron cuenta que era como un niño y que tenía sus ojos brillantes de estrella, conversaron toda la noche como si fueran amigos desde siempre y el fantasma expresaba libremente sus sentimientos y Daniel le dice que no llore.

¡Y desde ese día fueron inseparables, los mejores amigos!, el pueblo se encariño con el fantasma del circo, era la novedad de la villa, los niños lo disfrutaban a diario no podían creer que la persona que más temían hace un tiempo era un tierno fantasma.