Fascismo filosofía política

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El pueblo germano era el elegido para guiar la felicidad al mundo, pues ellos mismos se consideraban mejor dotados y superiores. La propagación bélica, argumentaban, suponía imponer la cultura y política necesarias, por lo que el periodo de guerras era necesario.

Gentile trabajó con Hitler y resultó muy criticado, pues a pesar de estar allegado al régimen no defendía la idea de estatalismo. Es más, advertía sobre el peligro que este podía provocar al considerarse que la nación se había creado para la sociedad, justificando así un modelo autoritarista basado en el “todo para el estado”. Que no puede haber nada fuera de él entendido como burocracia se opone a la idea de Gentile, la cual sí que defiende la existencia de vida fuera del estado, entendida como sociedad civil. Si no la hay, se trataría entonces de un estatalismo con el que no se identificaría.

Siguiendo la línea comentada, Volk considera que la idea de pueblo parte del “yo” como “nosotros” ante un oponente que se trata de “ellos”. Quien no defina los rasgos propios, queda fuera de la sociedad, aislado, pues se habla de un estado y nación fuerte y presente en todo momento.

De esta manera, el estado se desarrolla como un ente superior al individuo en el que se encuentra un peligro de supeditar los intereses personales al fin estatal. Se trata de una estructura basada en los sacrificios individuales constantes, pues la vida se cumple en el marco del estado, donde no hay justificación de ser, sino propia autorrealización de cumplir el objetivo marcado. Se necesita una masa que lidere y domestique el espíritu vanidoso del hombre regentado por una nación fuerte. La nación es capaz de guiar al pueblo, pero es necesario un dirigente autoritario que personifique la propia idea, ya que los individuos por sí solos no son felices al estar llenos de codicia, la cual debe ser paliada para alcanzar la felicidad de la nación, la única felicidad.

En España, Franco impuso el nacionalcatolicismo, también sustentado bajo movimientos fascistas basados en la idea de imperialismo, la cual se trata de un sentimiento cuyo objetivo es extender el sentimiento de nación para crear una única cultura “verdadera” en la que se debe “conducir a los ciudadanos nacionales a la felicidad”. Se trata de un mensaje de solución, de propagación de felicidad mediante un adoctrinamiento.

El pensamiento de seguir al líder probé a la sociedad de una total identificación entre él y la nación, consiguiéndose así un estatalismo de representación en el que solo de esta manera se puede obtener una fe militante única.

La falta de libertades en las ideologías fascistas trae consigo una prohibición de partidos políticos y por consiguiente, de elecciones. El control de la educación también se considera fundamental en cualquier régimen autoritario, pues la gestión y el adoctrinamiento de las masas pasan a ser un pilar imprescindible.

A pesar de también haberse constituido regímenes de izquierda, en el siglo XX se logra el triunfo de la extrema derecha, la cual se basa en obras de filósofos no fascistas que malinterpretan el contenido para crear una imagen social de nación sólida. La naturaleza siempre se encamina a un fin, pues no se desarrolla en vano, llegándose a conclusiones simples como “lo natural, lo es por naturaleza”. Hitler también crea “mi lucha”, basada en las ideas de Hegel y Goethe, entre otros, donde relata los ideales fascistas.

La extrema derecha intenta no hacer semejanzas de sus propias disgregaciones con el fascismo: es el caso de Le Pen y Amanecer Dorado, a quienes se oponen partidos antifascistas y contrarrevolucionarios que desean recuperar los valores previos a la situación imperial, es decir, restaurar la herencia del siglo XIX donde predominaban el socialismo inicial.