LA ÉTICA COMO UNA CONSTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL DEL SER HUMANO

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En este contexto, la Ética considerada desde el ámbito de la ciencia, encuentra su ambiente idóneo en una comunidad de diálogo y discusión, por lo que demanda una actitud de convicción personal que se pone a prueba en el diálogo, no en el monólogo, es decir en la esfera de lo común teniendo en cuenta aspectos normativos, teóricos y prácticos. No se trata únicamente de que la conciencia personal como individuos esté armonía con nuestras acciones, se trata además de que esa armonía emane de la consistencia lógica y congruencia en las motivaciones personales y las acciones comunes. Bajo esta perspectiva, el enfoque de la Ética responde a las exigencias de las tranformaciones de cada época, es decir, un pensamiento ético que incorpore la herencia conceptual atesorada en el pasado, debe tener necesariamente muy presente el contexto contemporáneo, para nutrir así una ética analítica, crítica y propositiva frente a los desafíos actuales que presenta la sociedad global.

En este sentido, sin duda muchos consideran que la Ética se alimenta también de los preceptos religiosos que orientan la vida de millones de seres humanos y viceversa, generando así una relación simbiótica indivisible; para muchos otros son caminos independientes que a su manera pueden guiar la vida de las personas. En cualquier caso, podemos decir que el ser humano es un ser racional y autónomo que puede construir su propia percepción de la vida y de su proceder libre en ella de manera independiente de acuerdo a su aprendizaje y criterios personales, los cuales provienen desde su núcleo familiar y posteriormente son plasmados en el ámbito social y en los diferentes espacios en los cuales se desenvuelve, lo que puede afectar de manera positiva como negativa su trayectoria y la construcción de su propio plan de vida.

Por todo lo dicho anteriormente, cabe decir que es fundamental comprender que la Ética delimita, sintetiza y sustenta la búsqueda universal de los valores y principios que orientan la vida de las personas, tanto en lo individual como en lo comunitario, teniendo en consideración la riqueza y diversidad de los contextos de la globalidad. Así también, la Ética sostiene un cuerpo determinado de argumentos y propuestas de la cultura de los diversos grupos humanos, misma que ha dado lugar al desarrollo de múltiples valores y diversas filosofías de la vida y del ser humano. De ahí que Husserl (2009) entendió a la Ética como una reflexión en la que se deja ver al individuo una forma de vida en la que debe esforzarse cada día para lograr reencontrarse consigo mismo para ser una persona auténtica que reconozca la exigencia de querer hacer, en general y en cada momento de la vida, eligiendo libremente, lo mejor posible y conferirle a su vida entera, según sus posibilidades, el estilo unitario de la vida racional (p. 812).

Por esta razón, el pensamiento ético necesariamente debe ser comprendido y asimilado como producto de la cultura, mediante el cual los individuos motivan y valoran sus costumbres, acciones y conductas en el campo social, en el cual sin duda, a pesar de sus diferencias específicas, mantiene relación con la moral, la ciencia y la religión.

REFERENCIAS:

García, D. E., & Traslosheros, J. (2009). Ética, persona y sociedad. Una ética para la vida. México: Porrúa.

Husserl, E. (2009). Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad. (Trad. J.V. Iribarne). Acta fenomenológica latinoamericana, III, pp.789-821.

Mendieta, O. (2006) La dimensión moral. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.

Varela, F. G. (2010). Ética. México, D.F.: Instituto Politécnico Nacional.