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La Cuaresma es el tiempo en el que los cristianos nos preparamos para la Pascua, esta última es el momento en el que Jesús se sacrifica por nosotros como mayor acto de amor, siendo crucificado el Viernes Santo y resucitando el Domingo de Pascua.

Enviado por   •  22 de Septiembre de 2018  •  3.829 Palabras (16 Páginas)  •  405 Visitas

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La coronación de espinas

27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. 28 Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.29 Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: "Salud, rey de los judíos". 30 Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. 31 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.

La crucifixión de Jesús

32 Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. 33 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa "lugar del Cráneo", 34 le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. 35 Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; 36 y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. 37 Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el rey de los judíos".38 Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Injurias a Jesús crucificado

39 Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, 40 decían: "Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!". 41 De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: 42 "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43 Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios"".44 También lo insultaban los bandidos crucificados con él.

La muerte de Jesús

45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región.46 Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: "Elí, Elí, lemá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". 47 Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías". 48 En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber.49 Pero los otros le decían: "Espera, veamos si Elías viene a salvarlo".50 Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.

51 Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron 52 y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron 53 y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.54 El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: "¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!".

Litúrgico:

La liturgia del viernes santo presenta una síntesis de los mejores contenidos de la devoción a la pasión de Cristo. Ahí está el espíritu de la Iglesia primitiva con su énfasis en la gloria de la cruz; ahí el realismo, ternura y compasión de la Edad Media. Los contenidos de todas las épocas, la piedad de la cristiandad oriental y la de la occidental se entrelazan de alguna manera para formar un todo armónico.

Celebración de la pasión del Señor.

La celebración de la pasión del Señor tiene lugar a primeras horas de la tarde, alrededor de las tres, hora en que Jesús fue crucificado. La liturgia se divide en tres partes: liturgia de la palabra, adoración de la cruz y comunión.

Liturgia de la palabra.

La ceremonia comienza con el celebrante y los ministros que se aproximan al altar en silencio, hacen una reverencia o bien, siguiendo el uso antiguo, se postran. Todos rezan en silencio durante unos segundos. A continuación el celebrante lee la oración y después todos se sientan para escuchar las lecturas.

La primera lectura (Is 52,13-53,12) nos presenta al "siervo paciente", figura profética en la cual la tradición cristiana y el mismo Nuevo Testamento han reconocido a Cristo. Cristo en su pasión es, efectivamente, el "varón de dolores" que con tanta fuerza describe este poema. En él se contiene todo: sus humillaciones y sufrimientos, el rechazo por parte de su pueblo, su muerte redentora; incluso los detalles de las narraciones de la pasión.

Esta lectura da el tono a la celebración del viernes santo. Pero incluso en ella la oscuridad se rompe con la luz de la esperanza. Desde la primera línea el poema apunta a la victoria final: "Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho". Con la misma nota de exaltación concluye el poema. Porque el Siervo de Yavé, aceptando su papel de víctima expiatoria, trae la paz, la salud y la justificación de muchos: "A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará; con lo aprendido, mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos".

La segunda lectura (Heb 4,14-16; 5,7-9) nos presenta a Cristo en su función sacerdotal, reconciliando a los hombres con Dios por el sacrificio de su vida. Él es a la vez sacerdote y víctima, oferente y ofrenda; es nuestro mediador con el Padre. En esta lectura contemplamos a Cristo en su existencia celestial y en su actividad presente. En el evangelio tenemos el relato de su pasión y muerte.

El evangelio.

"Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan"(Jn 18,1-19,42). San Juan, el teólogo y místico, ve la pasión con mayor profundidad que los otros evangelistas, a la luz de la resurrección. Su fe pascual transfigura cada detalle y cada episodio de esta última fase de la vida terrena del Salvador.

Sin quitar importancia a los sufrimientos del Señor, toda la narración está impregnada de una atmósfera de paz y serenidad. Cristo, y no sus enemigos, es quien domina la situación. No hay coacción: él libremente se encamina hacia su ejecución; con perfecta libertad y completo conocimiento del significado de lo que acontece, sale al encuentro de su destino. El motivo, la ulterior razón, es el amor. La cruz es la revelación suprema del amor de Dios.

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