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La contingencia del yo

Enviado por   •  8 de Enero de 2018  •  2.482 Palabras (10 Páginas)  •  251 Visitas

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Freud, nos muestra porque en algunos casos deploramos la crueldad y en otros casos hayamos placer en ella. Nos muestra porque nuestra capacidad para el amor se restringe a personas, cosas o ideas de formas, medidas y colores muy particulares. Además, nos proporciona a cada uno de nosotros los recursos para construir nuestro propio léxico privado de deliberación moral.

Freud, hace de la deliberación moral una cosa tan finamente abigarrada, tan detallada y tan multiforme como siempre lo ha sido el cálculo prudencial. La filosofía moral de Platón y la de Kant se centran en esa distinción, tal como lo hace la «filosofía moral» en el sentido en que típicamente entienden esa expresión los filósofos analíticos contemporáneos. Kant, nos divide en dos partes: una llamada «razón» que es idéntica en todos nosotros, y otra (la sensación empírica y el deseo) que es cuestión de impresiones ciegas, individuales, contingentes. En cambio, Freud trata la racionalidad como un mecanismo que ajusta las contingencias entre sí. Pero su mecanización de la razón no es ya un reduccionismo filosófico más abstracto, o un «platonismo invertido».

Freud, nos ayuda, pues, a considerar seriamente la posibilidad de que no haya una facultad central, un yo central, llamado «razón», y, por tanto, a tomar en serio el perspectivismo y el pragmatismo nietzscheano. Su única utilidad radica en su capacidad de apartarnos de lo universal y hacer que nos dirijamos hacia lo concreto, disuadirnos del empeño de hallar verdades universales, creencias imprescindibles, y orientarnos a las contingencias personales de nuestro pasado individual, a las ciegas marcas que nuestras acciones llevan. Pero aunque la psicología moral de Freud es compatible con ese intento, no lo involucra. Para los que comparten esa concepción del poeta, Freud resultará liberador e inspirador.

Pero Freud, nos proporciona una manera de considerar a los seres humanos que nos ayuda a eludir esa elección. Después de leer a Freud, no concebiremos ya como paradigmáticos ni al poeta vigoroso de Bloom ni al obediente cumplidor de las obligaciones universales de Kant. Porque Freud huyó de la idea misma de un ser humano paradigmático. No ve a la humanidad como una especie natural con una naturaleza intrínseca, con una serie intrínseca de capacidades que han de desarrollarse o no experimentar desarrollo alguno.

Sin embargo, hay entre Nietzsche y Freud una diferencia que no recoge la descripción de la concepción de Freud, del hombre moral como un ser decente pero obtuso. Freud, nos muestra que si miramos en el interior del conformista bien-pensant, si lo tenemos en el diván, hallamos que sólo superficialmente es obtuso. Para Freud, nadie es absolutamente obtuso, no existe algo semejante a un inconsciente obtuso. Lo que hace que Freud sea más útil y más plausible que Nietzsche, consiste en que él no relega a la vasta mayoría de la humanidad a la categoría de animales mortales. Pues la explicación que Freud, da de la fantasía inconsciente nos muestra de qué modo es posible ver la vida de todo ser humano como un poema; o, más exactamente, la vida de todo ser humano no tan oprimida por el dolor que sea incapaz de adquirir un lenguaje ni tan hundido en el trabajo que no disponga de tiempo para generar una descripción de sí mismo.

«La vida del hombre es el comentario de un abstruso poema inacabado.» Entonces nos limitaremos a pensar que la vida humana consiste en un volver a urdir –siempre incompleto, aunque a veces heroico-- una trama así. Veremos la necesidad consciente que el poeta vigoroso experimenta al demostrar que no es una copia o una réplica, meramente como una forma especial de la necesidad inconsciente que todos tenemos: la necesidad de componernos con la ciega marca que el azar le ha dado a uno, de hacerse un yo para uno mismo, reescribiendo esa marca en términos que son, aunque sólo sea marginalmente, los propios.

Valoración crítica:

Para entender a dónde quiere llegar Rorty, abordando el pensamiento Freud, en este segundo capítulo es pertinente que sea abordado y contextualizado el cómo llego Freud al “yo”.

Freud, concibe al hombre como el resultado de las limitaciones de su instinto natural, que el mismo se ha impuesto. Esta forma de regulación que el hombre realiza, vendría siendo el estado posterior al natural y se refiere a la cultura. Ya que esta (cultura) controla sus impulsos eróticos y agresivos, que pueden afectar directamente a la sociedad.

“En todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad, infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso.”(Freud.1930) y es el que fundamenta todas las religiones creando una acción de búsqueda y dependencia de algo supremo y eterno. Freud, entiende al hombre en 3 partes fundamentales que le conforman: Yo, ello y el súper yo.

El yo: Es la parte mediadora entre el ello y el súper yo, esta evalúa y determina teniendo en cuenta las exigencias que estos le generan al hombre.

El ello: son los impulsos del hombre, se puede entender como las secuelas que quedan en el hombre de su estado natural.

El súper yo: es la parte de mayor contenido ético del hombre, Freud, emplea en el texto como la interiorización de las normas que están en la sociedad.

Entonces, la conducta del hombre es en sí una lucha constante y el interior del hombre es el campo de batalla, lo que hace su vida “pesada”, y para alivianar este peso se propone tres formas: buscar distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas (el arte), o bien narcotizarnos. Paralelamente son 3 las causas de sufrimiento en el hombre. Ya que el fin del hombre es encontrar su felicidad pero ninguna de esta forma llena plenamente al hombre: el poder de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, y nuestra insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales, donde las 2 primeras son inevitables y la tercera es incomprensible la razón por la cual genera sufrimiento si debería generar satisfacción.

Ahora bien, comprendido lo anterior el escrito de Richard Rorty es claro en cada punto que aborda, si, se realiza una lectura adecuada. De hecho puede ser considerado incluso hasta más claro que el primer capítulo “la contingencia del lenguaje” porque en este se realiza una mejor redacción desde mi perspectiva y se empieza cada ámbito de forma adecuada. Aunque no desarrolla en su totalidad las ideas planteadas por Freud, ya que se expresa de esté de una forma muy general, es comprensible y entendible los argumentos que utiliza para referirse a dicho autor.

Este

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