La epoca de la imagen del mundo sintesis

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Un elemento necesario de la investigación es su búsqueda de certezas objetivas. Volviendo a comparar con las épocas anteriores, ni la episteme ni la scientia buscan experimentar para observar reglas o leyes. Por ello mismo es que no se las puede considerar ciencias, entendidas desde la modernidad.

Mientras que en el medioevo el conocimiento objetivo es la teología, y la tarea del estudio es simplemente adquirir conocimientos, observando las cosas en sí mismas; en la modernidad se busca confirmar la ley, dentro del campo abierto especificado, lo cual es lo único que le asegura el progreso de la investigación.

Continuando esta idea, el último carácter es el de empresa, no sólo como actitud de iniciativa, sino entendida en el marco del progreso. No se puede contentar la ciencia con el campo teórico, con ser investigación pura. Le es propio buscar resultados. Para ello, le será necesario las instituciones que posibiliten los medios para su desarrollo.

Aquí el autor comienza a desarrollar su idea de imagen del mundo. Para ello es necesario contemplar la emancipación del hombre medieval, para sí mismo. La palabra subjectum designa lo que está presente, lo que se muestra. El hombre pasa a ser aquel en quien se fundamenta todo lo existente. Este sujeto moderno se piensa a sí mismo. Es una construcción racional atravesada por la subjetividad, pero que la excede, no es sólo lo subjetivo.

Antes, el ser exigía y determinaba la percepción de lo ente. El hombre era contemplado por lo ente. Ahora, en la modernidad, la raepresentatio propone lo opuesto. La representación exige referir aquello que está ante uno, a sí mismo. Uno es el que impone las normas, es el que le da el fundamento a aquello que se presenta. De este modo, no es que se presente, sino que el hombre representa lo ente desde sí mismo. Este rol es asumido por el mismo hombre, como sujeto que da la medida de todo lo existente.

Desde este punto de vista moderna, la imagen del mundo se entiende como el propio mundo, lo ente en su totalidad. Ya no se ve al ente en sí mismo, sino que es por el hombre, como sujeto que es. De este modo, la posición del hombre se convierte en visión del mundo. Previamente, en la edad antiguar y medieval, no hubo nunca imagen del mundo. El hecho de que el mundo pasa a ser imagen es propio de la modernidad. Antes, no había distinción entre lo comprendido por el sujeto y lo existente.

Pero este movimiento conlleva una incapacidad para el hombre, que no ha de ser entendida como limitante para él. Lo gigantesco marca lo incalculable para el hombre. El autor propone la imagen de una sombra, de la que el sujeto es incapaz de llegar a conocer. Esto implica que el hombre debe aceptar situarse en el contexto en que está investigando, y no más. La actitud que debería adoptar el hombre moderno debería ser la de aceptación y meditación sobre lo Entre, que pertenece al ser y a la vez le es extraño.