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La ley positiva y el derecho

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  1.272 Palabras (6 Páginas)  •  380 Visitas

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La obligación moral

Es muy común hablar de obligación cuando se siente una presión externa, que de algún modo está coaccionando para que el sujeto actúe en determinado sentido. Decimos, por ejemplo, que alguien se vio obligado a renunciar a su empleo en vista de las continuas críticas que le hacía su jefe; o que tal persona estudia Medicina obligado por sus padres. Esa obligación a que se alude es una coacción física, y aun psicológica, pero no es la auténtica obligación moral. Poco mérito moral existe en una persona que actúa por coacciones externas. El valor moral sólo se inscribe en los actos libres, y, en la medida en que falta libertad en un acto, se pierde la condición indispensable para el valor moral. El deseo del premio o el temor del castigo constituyen un estímulo que induce u obliga a la mayoría de la gente al cumplimiento de sus deberes. Pero esa obligación no es la auténtica obligación moral. El mérito moral necesita no sólo de la libertad, sino también de una intención recta, enfocada al bien en cuanto bien. La auténtica obligación moral no tuerce o impurifica la elevada intención de un acto honesto. La auténtica obligación moral no es ese tipo de coacción psíquica originada en el propio inconsciente. La conciencia moral, la que verdaderamente nos indica nuestras obligaciones, es una actividad consciente y racional, y, por consiguiente, basada en razones, no en impulsos.

Para Kant el cumplimiento del deber “por el deber”, es lo único que hace buena a la voluntad, sentirse obligado a hacer algo bien es un deber.

La obligación moral no suprime el libre albedrío. Cuando una persona capta un valor con su inteligencia, se ve solicitada por dicho valor, y entonces la inteligencia propone a la voluntad la realización de tal valor. Pero la inteligencia presiona suavemente, sin suprimir el libre albedrío; simplemente, ve una necesidad objetiva, y como tal la propone a la voluntad para su realización.

Se trata de una exigencia propia de la razón, con fundamento en un valor objetivo, pero nacida en lo más íntimo y elevado de cada hombre: la propia razón. Es, por lo tanto, autónoma y no incompatible con el libre albedrío.

En el sentido más estricto y apropiado, las intenciones soberanas solas son acciones morales, la intención soberana es la elección de un objeto por su propia causa, o por lo que está intrínseco en el objeto. La verdad y la conformidad de corazón y vida para todas verdades conocidas y prácticas son las condiciones y medios del bien supremo de ser. Claro, la obligación para conformarse a tales verdades es universal debido a esa relación de verdad y de conformidad a la verdad para el bien supremo. El valor intrínseco del bien debe ser la base, y la relación sólo una condición de la obligación. El fin soberano de Dios en todo lo que hace u omite es el bienestar supremo de él mismo y del universo, y es la promoción de este fin todos sus actos y dispensaciones y su objeto soberano. Todos los agentes morales deben tener el mismo fin y esto comprende todo su deber. Esta intención o consagración a este valioso fin infinita e intrínsecamente es virtud o santidad en Dios y en todos los agentes morales. Dios es infinita e igualmente santo en todas las cosas porque hace todas las cosas por la misma razón soberana para promover el bien supremo de ser.

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