Libertad y Ética (Filosofía)
Enviado por karlo • 30 de Diciembre de 2018 • 3.063 Palabras (13 Páginas) • 358 Visitas
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- Utilitarismo ético o hedonismo ético: (Del griego hedone: placer) Plantea que el placer es el valor superior de la vida humana y la base de la norma moral. En otras palabras: si algo es placentero es bueno y si algo supone sufrimiento sería malo.
Esta tesis no deja de tener sus dificultades pues si la llevamos a sus últimas consecuencias habría que decir que un psicópata que disfruta matando a sus víctimas, estaría obrando bien o que un violador, al procurarse placer mediante su acción también, y nos damos cuenta de que estas acciones atentan profundamente contra la dignidad humana no sólo de quien las padece sino también y más radicalmente de quien las practica.
Lo mismo podría decirse de alguien que cae en la drogadicción: al consumir el drogadicto busca sentirse bien, pero nos damos cuenta de que en su adicción se está destruyendo a sí mismo, su capacidad de pensar, de tomar decisiones propias, de preocuparse de los demás. Es decir, parece que no basta que algo sea placentero o que algo se sienta bien para que verdaderamente perfeccione al hombre integralmente, la búsqueda de gratificación inmediata a toda costa puede esclavizar a la persona haciendo que ésta pierda su verdadera libertad y se vea sometida a las más tristes cadenas o dependencias.
También nos damos cuenta de que hay cosas que suponen sufrimiento o esfuerzo o sacrificio y que engrandecen a la persona, es decir, que la hacen crecer como persona. Por ejemplo, el estudio es cansador y por lo mismo supone un cierto sacrificio o sufrimiento, pero hace que la persona crezca en conocimientos y en capacidad de ser útil a la sociedad y al bien común. Nadie pensaría también que el sacrificio de una madre o de un padre por sacar adelante a su familia sea algo éticamente negativo o inmoral.
Es decir, nos damos cuentas de que el que algo sea placentero no significa inmediatamente que sea bueno o el que algo suponga esfuerzo o sacrificio no significa inmediatamente que sea malo. Por tanto, el placer no puede ser el criterio último de moralidad, sino que tiene que haber un criterio más alto que me permita medir la nobleza y dignidad de mis acciones. Esto no significa por supuesto que el placer sea algo malo, sino, tan sólo, que no es el bien más importante de la vida humana. Es más, si se pone el placer como fin último de la vida humana todo lo demás se vuelve un mero medio para la propia satisfacción, incluidas las otras personas que se vuelven de este modo meros objetos o utensilios que se usan para alcanzar un placer egoísta.
- Ética crematística: (Del griego khrema: riquezas, posesiones, dinero). Se pone con fin principal de la vida humana el dinero, riqueza o posesión de bienes materiales. Es decir, de identifica el bien humano con las posesiones materiales.
Es evidente que el bien integral de la persona humana no consiste en las riquezas materiales o el dinero por sí mismo –no obstante, sean necesarias para lograr un mínimo de bienestar para luego poder buscar bienes superiores–. Si la plata se identificara con el bien integral humano, una persona por el sólo hecho de ser millonario tendría que ser una persona íntegra y la experiencia nos manifiesta que no siempre es así. En otras palabras, bondad moral no es sinónimo de riqueza material o dinero, ni pobreza lo es de inmoralidad. Hay gente que es pobre materialmente, pero rica en humanidad, principios y valores, como hay gente que es riquísima en extremo y pobre en categoría humana y en calidad ética.
Si la plata fuese el fin último de la vida humana, todo millonario tendría que ser feliz y nos damos cuente de que muchas veces los que tienen mucho están siempre insatisfechos, es decir, sintiéndose vacíos y procurando ganar siempre más; es, sin duda clásica la imagen del avaro odioso y frustrado tanto en la literatura como en el cine (véase, por ejemplo, la famosísima película de Frank Capra “Que bello es vivir” o en su título original “It´s a wonderful life). Es decir, si un millonario es feliz no será precisamente por ser millonario sino por ser capaz de darle un sentido trascendente a su riqueza y a sus posesiones.
- Populismo ético: La ética populista plantea que lo bueno es lo que todos hacen o, diciéndolo de otro modo, se pone como última razón de la bondad moral lo que hace la mayoría. Podríamos decir que esta ética es un poco como la ética del chimpancé pues la persona se limita a imitar o aceptar sin crítica el actuar predominante: pero que problema tiene, si todos lo hacen, diría el populista ético, ya sea el exceso en el uso del alcohol, en el uso de drogas, en la copia, en la evasión tributaria, en la falsificación de determinados documentos como los justificativos médicos.
El populismo ético no se sostiene. Es evidente que el hecho de que un comportamiento esté muy extendido no lo hace, sólo por ello, bueno moralmente. Por ejemplo, puede que la corrupción sea un comportamiento hoy en día muy extendido en algunos países, pero no por ello pensamos que ser corrupto es algo loable y digno de admiración. Del mismo modo, hay tal vez cosas que hoy ya nadie hace, pero eso no quita que dejen de ser valiosas en sí mismas: tal vez hoy nadie le dé el asiento a una persona mayor en la micro (suponiendo), pero eso no significa que sea mejor ceder el asiento a un adulto mayor que el no hacerlo por falta de tino o educación.
Por otra parte, el populismo ético supone un deficiente espíritu crítico y por tanto una inteligencia bastante limitada y, a la par, un carácter poco independiente y una personalidad ligera y frívola.
- Personalismo ético o ética personalista: es aquella según la cual el criterio último de toda norma moral es la dignidad y el valor incomparable de toda mujer y de todo hombre en cuanto persona. La norma fundamental, por tanto, de toda moralidad sería el bien que en sí mismo es la persona humana y, de este modo, bueno será aquello que promueva a la persona en la totalidad de sus dimensiones (materiales, intelectuales, espirituales, culturales, etc.), es decir, aquello que engrandezca a la persona y el mal lo que la degrade o envilezca, es decir, lo que nos despersonalice o deshumanice.
En este sentido el principal derecho de todo hombre y de toda mujer es el derecho a ser tratada como lo que es, es decir, como persona y no como una mera cosa u objeto. A su vez el principal deber, además de tratar a los demás como personas será vivir uno mismo conforme a la dignidad que nos es propia en cuanto seres personales. Un hombre, una mujer, no viven conforme a la dignidad que les es propia cuando, por ejemplo, viven meramente según el instinto o pensando sólo en la satisfacción de las necesidades más elementales, como
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