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Lo que viene y no se ve.

Enviado por   •  26 de Febrero de 2018  •  3.550 Palabras (15 Páginas)  •  313 Visitas

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conciencia de sí; el hombre al tener autoconciencia, hace una representación de sí, se hace su propio objeto y encuentra su contenido (de aquí la lucha entre los singulares). El pensamiento del hombre es lo que reside en sí mismo “soy libre cuando estoy en mí mismo”.

Así pues, el espíritu crea, es negatividad de la negatividad, es decir: es anulación de aquello que amenaza su libertad, por lo que es positividad. En su forma de individuo humano, encuentra la negatividad en su determinación, encuentra la contradicción en sí mismo que amenaza a disolverlo. Pero opone su existencia a esa negatividad, se conserva y crea impulsos (plasticidad) porque él es en sí impulso. El hombre conoce lo real como lo ideal y así cesa de ser meramente natural y por tanto según Hegel, puede reprimir, dejar o corre sus impulsos, para así obrar según los fines que procuren lo universal. El espíritu del hombre sabe lo que lo determina, lo que es y lo que quiere.

No obstante, me inclino más a creer que el hombre es contradicción, el hombre rompe con todo principio de no contradicción y actúa en su mayoría según sus impulsos, pasiones y aquella parte que desconoce de sí, el hombre piensa a pesar de no ser consciente de ello, pues bien, ¿Y si el hombre actúa desde el inconsciente?

Regresando a la teoría evolucionista, en la selección natural confluyen por lo menos dos de las tres categorías que se presenta la historia en el pensamiento que da Hegel: la primera, la de la variación, todo parece pasar y nada permanecer , pero de esta idea de variación se liga la idea de una vida tras la muerte y en el proceso evolutivo vislumbramos la creación de un sistema complejo desde unos inservibles.

Para Hegel, el espíritu surge sublimado, se opone a sí mismo, a su figura actual y se configura en una nueva; de aquí derivamos la segunda categoría, la del rejuvenecimiento, la reelaboración: pasar de la actividad a la inactividad y viceversa . Tras una serie de cambios, el hombre comienza a cuestionarse para qué son y a donde han de llevarnos, de aquí Hegel saca la tercera categoría, la de la razón.

Pero en vez de la categoría de la razón, habría que agregar la del caos, del azar y de la incertidumbre, en la que no hay protocolo de regularidad aparente y no previsibilidad total, pues depende de múltiples factores, y se apega a un sistema de reglas que responde a una sola: no hay reglas.

Sin embargo, la multiplicad de factores y causas no son la única fuente del azar; la incertidumbre no siempre está ligada a la complejidad, puede venir de simples mecanismos, el azar viene de la no repetición, pues al realizar un experimento dos veces, a pesar de arreglar la circunstancias iniciales para obtener resultados parecidos, no obtendremos los mismos resultados “Nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río”; por mínimo que sea, siempre habrá un ligero cambio, y quizás el cambio es mero azar impredecible. Por ello, soy de la idea, que incluso la teoría de la evolución mantiene un fin: prevalecer la especie, así pues, me apego más a teorías del caos.

A un sistema determinista le es suficiente con saber la posición inicial y los antecedentes, para así predecir; pero un sistema caótico amplifica las desviaciones iniciales: por ejemplo, si en un principio la distancia es d, se vuelve 10d después de cierto tiempo. La teoría del caos “estudia cómo adquieren los mecanismos a lo largo de sus movimientos una libertad de la cual no gozan al principio.” . He aquí el punto de quiebre, el rizoma de Deleuze, pues el sistema caótico amplifica desviaciones pequeñas que se amplifican, con causas imperceptibles. Tal es el caso de un dado pues a pesar de que su trayectoria puede parecer determinada por leyes de la mecánica, basta con una mínima diferencia en la manera en que se lance para que el resultado se imprevisible.

Si buscamos un punto de quiebre para actualizar lo que acontece, la tarea debería provenir de las teorías del caos que se encargan del análisis de sistemas azarosos o bien continuar observando para ver si algún componente caótico se nos ha escapado.

Regresemos con Kant, el cuarto principio dice:

“El medio del que se sirve la Naturaleza para llevar a cabo el desarrollo de todas sus disposiciones es el antagonismo de las mismas dentro de la sociedad, en la medida en que ese antagonismo acaba por convertirse en la causa de un orden legal de aquellas disposiciones”

Kant explica que por antagonismo entiende la insociable insociabilidad de los hombres , su inclinación a vivir en sociedad, la facticidad de la libertad, que constantemente se ve amenazada por la hostilidad del individual y su potencia , porque al sociabilizarse siente su condición de hombre, pero siente también la inclinación a individualizarse, transgredir y oponerse a la fuerza del otro y así nace la política “procurarse una posición entre sus congéneres, a los que no puede soportar, pero de los que tampoco es capaz de prescindir”

Para Montesquieu a diferencia de Hobbes, antes que un estado de guerra reina un estado de paz, pues el hombre sabe lo indefenso e inferior que es ante los demás y por ello la primera ley natural del hombre es la paz, después la ley de la satisfacción de las necesidades seguido del deseo de estar con el otro, es decir el deseo de vivir en sociedad.

Si Montesquieu tiene razón acerca de la primera ley de la naturaleza y que por tanto el deseo de dominación viene después, con la creación de una sociedad, podemos pensar, que el estado de guerra viene de la sociedad política y ,en efecto, lo único que puede determinar quién es el enemigo es el estado y de aquí desprenderemos el quinto principio:

“El mayor problema de la especie humana, a cuya solución le fuerza la Naturaleza es la instauración de una sociedad civil que administre universalmente el derecho”

Kan nos dice que el hombre no puede coexistir por mucho tiempo en salvaje libertad, por ello la liberad debe estar adscrita bajo un poder, una constitución civil justa, y de esto deriva la dificulta de establecer un gobernante, un señor, un soberano; pero el hombre es en sí egoísta y como aquél que lo gobierne debe ser un hombre, también tendrá inclinaciones egoístas, por ello debe ser “justo por sí mismo”. Pero para poder establecer una constitución civil perfecta, primero ha de solucionarse el problema de las relaciones interestatales, es decir, el derecho de gentes. Y tras varios intentos fallidos, la razón debería dictarles dejar el Estado individual al que pertenecen y formular un Estado único creado a partir de la confederación de los pueblos, a la unificación del poder, “renunciar a su brutal libertad y buscar

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