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Logicas e inconciencias coloniales

Enviado por   •  8 de Marzo de 2018  •  2.158 Palabras (9 Páginas)  •  223 Visitas

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Uno de los impactos mayores de la colonización es haber creado una jerarquía del saber. El colonizador se concebía a sí mismo como alguien en una escala mayor de civilización, en relación al colonizado; por tanto, con mayores cualidades para el conocimiento de la realidad. El colonizador podía conocer: interpretar la realidad, darle nombre y controlarla. En cambio, el colonizado, desde la percepción del colonizador, estando en una escala inferior de la civilización, no poseía esa cualidad y más bien resaltaba en él su ignorancia, torpeza y salvajismo. Por esta razón, el colonizado tuvo y tiene que emprender un proceso sacrificado de nivelación.

Desde entonces, la creación de disciplinas científicas: sociología, antropología, matemáticas, derecho, arquitectura, ingeniería, etc., ha estado casi exclusivamente bajo el dominio y la orientación de las percepciones y construcciones mentales del colonizador, proveniente del mundo anglo-europeo. Miremos a nuestros sistemas educativos, desde la escuela hasta la universidad. Veamos allí nuestros textos de enseñanza, sus contenidos, las metodologías que se aplican, la disciplina que se usa para educar, los tiempos, hasta las vestimentas y símbolos educativos… casi todo, por no decir todo, es una ingenua reproducción y copia. Nuestros maestros y maestras son instrumentos para mantener nuestra colonialidad. Siempre nos repiten: “¡si quieres ser alguien en la vida tienes que estudiar!”, como si el estudio otorgara una cualidad mayor de humanidad. O a nuestros padres y madres de familia que dicen: “¡quiero que mi hija vaya a la Universidad para superarse!”, cuando superarse no quiere decir otra cosa que acercarse cada vez más a ese modelo de ser humano anglo-europeo. El problema de mi profesor de literatura y de mi compañero aplicado en la lectura, y el mío por supuesto, no es que leamos novelas, sino que lo hagamos creyendo escalar un peldaño más en nuestro proceso civilizatorio, y ello haga la diferencia jerárquica entre nosotros y los otros.

Uno podría pensar que leer novelas es sólo cuestión de gustos y que no implica una diferencia radical entre unos y otros. Pero creo que no es así. Incluso en nuestros gustos llevamos inscrita una inconsciencia colonial. Recuerdo que en muchas ocasiones, cuando me preguntaban: “¿qué música te gusta?”, tiendo a responder: “La música movida”. En alguno de esos casos, me dio vergüenza incluir a la cumbia villera dentro de esos gustos, por temor a ser juzgado como “ordinario”, palabra de moda en algunos círculos sociales para descalificar a las personas. Siempre se ha dicho que sobre gustos no hay nada escrito. Es mentira. Muchas preguntas sobre nuestros gustos están asociadas a una indagación sobre nuestro mayor o menor grado de civilidad: ¿te gusta ir al cine?, ¿a qué cine vas?, ¿qué películas te gusta ver?, ¿cuántas veces al mes vas al cine?, ¿vas al teatro?, ¿alguna ves fuiste a Miami?, ¿¡te gusta la cumbia villera!?, ¿te gusta la música en ingles?, ¿dónde vas a bailar?, ¿te gusta comer con tenedor y cuchillo?, ¿sólo comes con cuchara?, ¿a qué restaurante vas?, ¿te gusta jugar tenis?, ¿dónde compras tu ropa?, ¿tu ropa es de marca?, ¿te gusta la chicha, la cerveza o el whisky?, ¿qué novelas lees?, etc.

Los gustos establecen jerarquías, permiten marcar diferencias casi esenciales entre ricos y pobres, blancos y negros, indígenas y no indígenas, mujeres y varones, niños y adultos, jóvenes y viejos, etc. Los gustos sobre la música, la ropa, el arte, la comida y otros, cumplen una función estructurante y jerarquizante de las relaciones sociales. ¿De qué modo entra lo colonial en esta cuestión? El colonizador se dio el gusto de nombrar y normar la vida del colonizado, de ese modo podía ejercer un control sobre ella. Una forma de ejercer ese control fue, y todavía lo es, a partir de las percepciones. Ya tenemos inscritas en nuestras mentes las percepciones del colonizador sobre lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo, lo educado, lo maleducado; incluso sobre lo pobre y lo rico. Esto me recuerda a la inquietud que tenía mi hija sobre la pobreza, y ahora se me ocurre un consejo: la pobreza, en el sentido de vivir equilibradamente y sin consumos innecesarios, es una alternativa a la crisis climática. Mi hija, a su edad, tiene una gran conciencia ecológica. Pero ¡que difícil es para mí sintonizar mis ganas de progresar con mi conciencia ecológica! En el fondo son contradictorias.

El problema sobre los gustos no es que existan y sean diversos, sino que existen como mecanismos de jerarquización de nuestras relaciones. Si nuestros gustos se acercan más a los del colonizador anglo-europeo, entonces son buenos. Si al colonizador le gusta la artesanía, vestimenta y comida indígena, entonces a mí también, porque debe ser bueno. Contrariamente, podemos hacer avergonzar a alguien por su falta de gusto, porque, siendo que no comparte los gustos del colonizador, los que ya adquirí yo, podríamos decir que le falta una cualidad de humanidad, le falta escalar.

El detalle de la colonialidad no es que sea un sistema de dominación, o que una cultura se imponga a otra, o que desarrolla relaciones de inequidad. Siendo todo aquello, la colonialidad es una forma de seducción. En muchos casos deseamos tanto ser como nuestros colonizadores. Deseamos ser blancos, tener ojos azules, o verdes, medir arriba de uno setenta, tener los dedos delgados, finos, comer su comida, usar sus cubiertos, vestir su ropa, estar a su moda, hablar su idioma, tener su inteligencia, su personalidad, su porte, sus cabellos, su auto, su casa, su perro…. ¡estoy exagerando!... ¿o no? Miles de ejemplos podríamos dar de esta colonialidad, en gran medida los cirujanos plásticos podrían ser nuestros ilustradores. Nuestros amigos y amigas también lo ilustran cotidianamente, cuando orgullosos nos presentan a sus hijos diciendo: ¡mi hijo es bello, tiene los ojos azulitos!, ¡por suerte salió blanquito!

Hay millones de ejemplos para ilustrar nuestra colonialidad actual. Obviamente nuestra colonialidad está en relación también con el patriarcado, el androcentrismo y machismo. Si ser mujer o varón no sólo es cuestión de cromosomas. Tiene que ver con la construcción de nuestras identidades, en función del poder que acumulamos y ejercemos unos sobre otros; con los roles a los cuales parece que el destino nos asignó; con nuestra forma de caminar, de sentarnos, de vestirnos, con los deportes que elegimos, las profesiones, los empleos,… La colonialidad no sólo está metida en nuestro cuerpo, en nuestra mente, sino que la respiramos y alimentamos con cada inhalación. Descolonizarse puede significar tomar conciencia de cada inhalación y, además, optar por exhalar también conscientemente.

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