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Narrativa española de posguerra

Enviado por   •  10 de Marzo de 2018  •  4.079 Palabras (17 Páginas)  •  232 Visitas

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De hecho, Cela continúa en los siguientes años produciendo novelas de interés, y de una calidad y unas pretensiones narrativas muy superiores a las de la media en estos años. Puede destacarse, sobre todo, Pabellón de reposo (1944), centrada en un decadente sanatorio antituberculoso. Destaca también su Viaje a la Alcarria, de 1948, que inicia la larga serie de libros de viajes de Cela.

Sin embargo, la obra más interesante del Cela de estos años es, sin duda, La colmena (Buenos Aires, 1951),

pues es tal vez el pórtico y el espaldarazo que precisaba, cerrados ya los cuarenta y agotados los fuegos artificiales del tremendismo, la novela española para penetrar con decisión en el realismo objetivista de la siguiente década. Situada en Madrid, la novela se presenta como sucesión de estampas rápidas, de apariencia inconexa, que muestran tres días en la vida de muy diversos personajes grises y vulgares, con su carga de miedo y miseria, y hostigados por el hambre, la incertidumbre y la sexualidad atormentada.

2b.- Otros narradores:

Junto a Cela, destaca en este periodo a Carmen Laforet, ganadora del Nadal de 1944 con Nada, cuando sólo contaba 23 años. La novela narra desde la objetividad la vida insustancial, asustada, vacía y mezquina de la Barcelona de posguerra desde el punto de vista de una estudiante de letras, que debe renunciar a sus ideales y entusiasmo, anulados por el entorno

Junto a estos nombres, se incluyen a menudo en la narrativa de la inmediata posguerra los de Miguel Delibes y Torrente Ballester, que efectivamente comenzaron en esta época a publicar, si bien sus creaciones más importantes se producen en los años 50, en la línea del realismo objetivista, y por tanto parece razonable estudiarlos después.

3.- Los años cincuenta. Realismo objetivista y realismo comprometido.

3.a.- Escritores de la generación anterior.

La narrativa de los cincuenta es la continuación lógica de las líneas abiertas, fundamentalmente

por Cela, en los primeros años de posguerra. De hecho, la evolución del propio Cela en estos años demuestra la coherencia existente entre ambas décadas, pues sus novelas más importantes de los cincuenta (Mrs. Cardwell habla con su hijo y La catira) siguen explorando claramente las posibilidades del realismo.

También Miguel Delibes, que había publicado en los cuarenta alguna novela de importancia menor (La sombra del ciprés es alargada), se decanta claramente en estos años por el realismo, con preferencia por temas rurales. Esta etapa se inicia, para Delibes, con El camino (1950), de tema rural, y continúa con Mi idolatrado hijo Sisí (1953) o, sobre todo, Diario de un cazador (1954), en las que el narrador se fija en seres de vida insustancial, para describirnos sus pequeñas mezquindades y obsesiones, o sus anhelos insatisfechos. Esta etapa culmina con Las ratas (1962), en la que Delibes fija de nuevo su mirada en seres insustanciales para reflejar sus motivaciones absurdas, su vacío existencial y su miseria moral, y donde se observa un cuidado más especial en la forma de la novela, que preludia ya su siguiente etapa experimental.

Finalmente, también Gonzalo Torrente Ballester va a apostar en estos años por el realismo. Destaca sobre todo en estos años su trilogía Los gozos y las sombras (1957-1962), en la que narra el enfrentamiento entre una familia señorial en decadencia y la burguesía provinciana ascendente de estos años, que acaba inevitablemente

por imponerse.

3.b.- Visión global de la novela en los cincuenta. Juan Goytisolo como ejemplo.

A partir de estas coordenadas, fijadas por los novelistas más maduros, es lógico que la novela de los jóvenes escritores que comienzan a publicar en los cincuenta aspire al realismo, a menudo con la intención implícita de hacer denuncia social. A partir de este rasgo general, se divide con frecuencia la década en dos periodos, señalando una fase inicial (1951-1955) de predominio del realismo objetivista, frente a una segunda fase (1956-1962) de realismo crítico o de denuncia social, desde los presupuestos de la izquierda emergente. La fecha que separa ambas fases (1955) es la de la publicación de El Jarama, de Ferlosio, en la que el objetivismo llega a su paroxismo, según veremos. A su vez, esta década realista terminará en 1962, con la publicación de Tiempo de Silencio, de Luis Martín Santos, ya en la línea experimentalista de la siguiente generación.

Toda esta evolución (objetivismo, realismo comprometido, experimentalismo) se ve claramente en la obra de uno de los escritores más interesantes de la generación de los cincuenta, como es Juan Goytisolo. En 1954 escribe Juegos de manos, una historia sobre señoritos agamberrados que terminan por convertirse, sin casi advertirlo, en verdaderos delincuentes. En esta novela no hay penetración psicológica, sino sólo descripción de conductas: de ahí, en ocasiones, su crudeza y su frialdad. De 1956 es Duelo

en el paraíso, ya en las coordenadas del realismo crítico. La novela propone una visión crítica de la Guerra Civil al afrontarla desde el punto de vista de un niño (Goytisolo era niño durante la guerra), describiendo un juego infantil en el que los propios niños condenan y ejecutan a un compañero por traidor. Ahora sí hay penetración en las motivaciones de los personajes, y es frecuente la intervención valorativa del narrador. Sus siguientes obras (las que componen la trilogía El pasado efímero) continúan en la línea del realismo crítico, pero tras el aldabonazo que supone en la historia de la literatura la publicación, en 1962, de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, se observa claramente en Goytisolo un replanteamiento de su concepción de la novela, cuyo primer fruto es Señas de identidad, de 1966, ya en la línea del experimentalismo de los 60. Con Señas de identidad inicia Goytisolo una línea narrativa en torno a uno de sus temas y obsesiones principales, como es el desarraigo, que culminará con el rechazo voluntario de la tradición histórica y literaria española, y la aceptación de la cultura árabe en novelas como Reivindicación del Conde Don Julián o Makbara, cuyo final está escrito en árabe.

3.c.- El realismo objetivista. Rafael Sánchez Ferlosio.

Dentro del realismo objetivista, deben citarse al menos algunos nombres de importancia. Así, Jesús Fernández Santos, sobre todo por Los bravos (1954).

Pero,

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