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Resumen pequeño tratado de las grandes virtudes.

Enviado por   •  14 de Marzo de 2018  •  2.486 Palabras (10 Páginas)  •  4.319 Visitas

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En otras palabras, aunque desde el punto de vista psicológico o sociológico la valentía es siempre apreciada, desde el punto de vista moral solo es apreciable cuando se pone al servicio ajeno, al menos parcialmente, cuando olvida, el interés egoísta inmediato. La valentía que en principio es un rasgo psicológico, solo llega a ser virtud cuando se pone al servicio de otro o de una causa general y generosa. Es sobre todo una escasa sensibilidad al miedo, ya sea porque uno lo sienta poco, o que lo soporte bien, es decir, con placer.

La valentía sin ser siempre moral en su esencia, es aquello sin lo cual toda moral sería imposible o no tendría efecto. Despierta respeto pues es un dominio de sí mismo y de miedo, disposición o dominio que, aunque no siempre sean morales, son al menos la condición insuficiente pero necesaria de toda moralidad.

La valentía en esencia no es la ausencia de miedo, sino la capacidad para superarlo cuando está ahí, a través de una de una voluntad más fuerte y más generosa. Y eso ya no es fisiología, sino fortaleza de ánimo frente al peligro. Ya no es una pasión, sino una virtud, la condición de todas las virtudes. Sin la prudencia las demás virtudes serían ciegas o irracionales, pero sin la valentía serian vanas. Sin la prudencia el justo no sabría cómo luchar contra la injusticia, pero sim la valentía no se atrevería a hacerlo.

Todas las virtudes se hayan relacionadas entre sí, y todas dependen del valor.

Capítulo 6: La Justicia

La justicia es la última de las cuatro virtudes cardinales, sea cual sea la virtud que se estudia no se puede prescindir de la justicia. Hablar injustamente de una de ella, o de varias, seria traicionarlas, y tal vez, la justicia sin hacer las veces de ninguna de ellas, contiene a todas las demás. De todas las virtudes, la justicia es la única que es absolutamente buena. La prudencia, la templanza o la valentía solo son virtudes cuando se hallan al servicio del bien, o de los valores. Si estas virtudes estuvieran al servicio del mal o de la injusticia, no serían virtudes, sino simples talentos o cualidades, cualidades de la mente o del temperamento como diría Kant.

La justicia es más valiosa que el bienestar o la eficacia, y aunque fuera por la felicidad de la mayoría no podría ser sacrificada, sin ella los valores dejarían de ser valores, serían intereses y no valdrían nada.

Desde el punto de vista legal, el justo es el que no viola la ley ni los intereses legítimos el otro, ni el derecho en general, ni los derechos de los particulares, en pocas palabra, aquel que solo toma la parte de bienes y de males que le corresponden. Pero la justicia, según Platón, es lo que protege la parte de cada uno, su lugar, su función, preservando así la armonía jerarquizada del conjunto. Este segundo punto se halla más cerca de la moral que del derecho.

La moral está por encima de las leyes, la justicia está por encima de las leyes, al menos cuando se trata de lo esencial, considerando lo esencial como la libertad de todos, la dignidad individual, y los derechos, primero del otro. La justicia es la virtud del orden si este es equitativo, es la virtud del intercambio si este es honesto.

Es evidente que la justicia es socialmente útil e indispensable, pero esta utilidad o esta necesidad sociales no podrían limitaren absoluto su alcance. Una justicia que solo fuera dirigida a los fuertes seria injusta, lo cual dice lo esencial de la justicia como virtud: es el respeto de la igualdad de los derechos, no de las fuerzas, y de los individuos no de los poderes.

Capítulo 7: La Generosidad

La generosidad es la virtud de dar, ofrecerle lo que no es suyo, lo que no es nuestro y le falta a alguien más, es más subjetiva, más singular, más espontánea y depende mucha más del corazón que del temperamento. Pero no se puede dar lo que no se posee, solo se puede dar a condición de no estar poseído por aquello que se da. En este sentido la generosidad es indisociable de una forma de libertad o de dominio de uno mismo, lo cual es lo esencial de su contenido.

La generosidad es ser consciente de la propia libertad y tener la firme resolución de utilizarla bien. Conciencia y confianza, pues conciencia de ser libre, confianza en el uso que se hará de esa libertad, por eso la generosidad produce la estima de uno mismo.

Se opone al odio del mismo modo que el valor se opone al temor, que la firmeza de espíritu se opone a la impotencia y la libertad a la esclavitud. Si ésta fuera absoluta y universal nos dispensaría de la justicia, y hemos visto que esto podía efectivamente concebirse. En cambio, está claro que la justicia incluso realizada, no podría dispensarnos de la generosidad: por eso ésta última es socialmente menos necesaria, pero humanamente más valiosa.

La generosidad nos eleva hacia los otros, podría decirse, y hacia nosotros mismos en tanto nos liberamos de nuestro pequeño yo. Es plural, tanto en su contenido como en los nombres que recibe o que sirve para designarla. Unida al valor, puede ser heroísmo, a la compasión puede ser benevolencia, a la misericordia es indulgencia y a la amabilidad se le llama bondad.

Capítulo 8: La Compasión

La compasión es la simpatía en el dolor o en la tristeza, la participación en el sufrimiento de otro y aunque no todos los sufrimientos sean iguales, o aunque existan incluso sufrimientos malvados, no por ello dejan de ser sufrimiento, y todo sufrimiento es digno de compasión.

La compasión es universal en su principio, y mucho más moral desde el momento en que no se preocupa, esto es lo que la conduce a la misericordia, de la moralidad de sus objetos. Sentir compasión por el sufrimiento o por la locura de alguien más, por la cantidad de odio que hay en él, por la cantidad de tristeza, miseria es ser inocente del mal que le corroe y negarse, al menos, a añadir odio al odio.

Esta virtud también tiene valor en relación a los animales. La mayoría de nuestras virtudes apuntan sólo a la humanidad, lo cual es du grandeza y su límite. La compasión, por el contrario, simpatiza universalmente con todo lo que sufre.

La compasión es un sentimiento y, como tal, se siente o no se siente, no se manda. Por esa razón no es susceptible de ser un deber. No es un deber sentirla, pero si es un deber desarrollar en uno la capacidad de sentirla. Por eso la compasión también es una virtud, es decir, un esfuerzo, una potencia y una excelencia.

Capítulo 9: La Misericordia

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