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Verdad y política

Enviado por   •  11 de Abril de 2018  •  3.008 Palabras (13 Páginas)  •  243 Visitas

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También relacionado con la historia, particularmente con la historia monumental, el objetivo es desnaturalizar las creencias dominantes, mostrando, igualmente, que lo considerado como eterno y sagrado no es más que un efecto de acontecimientos que prefieren olvidarse, porque se encuentran ligados a la violencia y a la dominación. Lo que se relaciona, en términos weberianos con el cuestionamiento de la validez de las formas de legitimación tradicionales, que son las más abundantes en la historia de la humanidad.

Finalmente, Nietzsche se define por negar la existencia de una verdad absoluta, ya que toda verdad es relativa a un sistema de conceptos que depende, a su vez, de un conjunto de valores particulares, vigentes en una sociedad, los cuales hacen posible seleccionar y organizar los datos empíricos. La verdad, es al final, perjudicial para la vida. Weber, sabe aprovechar esta tesis nietzscheana en su teoría de los tipos ideales. Estos representan modelos que nos permiten aproximarnos a la complejidad de lo real y son construidos siempre a partir de un interés específico.

- Articula muy brevemente una crítica al texto de Thoreau (“Sobre la desobediencia civil”) desde una perspectiva hobbesiana, es decir, usando las herramientas críticas que la lectura de Hobbes pudo procurarte. Articula luego una crítica a Hobbes desde la perspectiva de Thoreau, usando, a la inversa, las herramientas críticas que pudo procurarte la lectura de su “Sobre la desobediencia civil”

La obra de Henry Thoreau, que puede ser vista más como un incentivo a la resistencia que como un estudio de la misma, trae consigo una crítica para el gobierno de impuestos, o incluso el gobierno elegido. Por otra parte, es importante analizar que Thoreau hizo subir el concepto de “desobediencia civil”, que se enmarca como una especie de derecho de resistencia. Cuando este tema se trata correctamente en este estudio, nos damos cuenta de que Thoreau vivió en una sociedad que tenía todos los elementos característicos de un sentimiento popular de insatisfacción que podría generar resistencia. Asimismo, es importante analizar la visión de Thomas Hobbes, quien usó que bases y parámetros contractualistas, añadiendo personalmente un análisis de este derecho a la resistencia. En ese orden de ideas es necesario volver discutir los principios de la supremacía del Estado, la soberanía popular e incluso la ley natural. Después de todo, resistir la injusticia es asegurarse de que el hombre tiene derecho a que le sean garantizados por el estado de la naturaleza, el derecho a la vida, la libertad y la justicia misma.

Para entender sobre qué base se funda el derecho a la resistencia y la inconformidad en la sociedad civil hacia el dictamen del Estado, vamos a hacer una digresión relevante en las ideas de Thomas Hobbes sobre el Estado, el Estado soberano y los límites de las acciones individuales. Hobbes es uno de los exponentes del contractualismo, según el cual el establecimiento de la sociedad civil se debe a un contrato, en el que se somete la libertad individual de la que antes se disfrutaba en el Estado de Naturaleza, a favor de la constitución el Estado Civil, manejado por un poder soberano cuyo su objetivo es la seguridad, la paz, la cohesión social y el bien de todos. El Estado de naturaleza, para Hobbes, es una condición pre-social en el que predomina el uso de la fuerza y ​​la violencia. Naturalmente, los hombres son egoístas, se guían únicamente por sus pasiones. Los hombres, aunque dotados de racionalidad, en el Estado de Naturaleza hacen poco uso de ella debido al caos imperante. Lo que predomina en el estado pre-social es la lucha por la supervivencia.

De acuerdo con Hobbes, el sujeto no está obligado a obedecer cualquier orden del soberano que atente contra su vida e integridad física. Además, Hobbes dice que cuando el soberano ya no es capaz de garantizar la seguridad, no se debe ser más fiel a la alianza. Otra opción posible, de acuerdo con sus pensamientos, es la falta de un derecho a la resistencia, en donde el Leviatán, al tener el mayor poder en la sociedad civil, tiene la potestad para erradicar cualquier forma de resistencia que se le oponga.

De ello se desprende, por tanto, que todos los supuestos de desobediencia listados por Hobbes están fuera del alcance del contrato social. Así pues, todas las posibilidades de desobediencia se insertan a continuación del contrato social lo que significa que dentro del alcance del contrato social no hay espacio para la desobediencia civil de acuerdo con el pensamiento de Hobbes, que, sin embargo, puede ser superado por el análisis de los Estados modernos.

Ahora bien, en opinión de Henry Thoreau, "el mejor gobierno es el que gobierna menos", es decir, el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto, debe ser implementado de forma rápida y sistemática. De esta manera, los hombres sirven al Estado como motores, entregan de sus cuerpos, reflejan el ejército permanente, sin ningún ejercicio de libre elección o una valoración moral, pero constantemente se aprecian como buenos ciudadanos. Sobre la base de la idea de Thoreau, ningún hombre tiene el deber de dedicarse a la erradicación de cualquier mal, ya que puede tener otras preocupaciones que lo motivan, sin embargo, debe tener al menos la obligación de no dar ningún apoyo práctico a la injusticia.

En lo anterior empezamos a vislumbrar el límite del concepto de “desobediencia civil” de Thoureau, siempre que aceptemos el argumento según el cual la teoría Hobessiana no presta particular interés en la delimitación el poder del legislador, por un lado; y por cuanto que la vía de acceso al poder del soberano no haya sido la coacción sino el “pacto”, son los súbditos quienes entregan el poder de gobernabilidad sobre sí, es decir, voluntariamente aceptan entregar poder legítimo de gobierno a un soberano que, una vez establecido el pacto, actúa.

Dicho proceder está legitimado por la voluntad de los súbditos impresa desde el pacto mismo, no dando lugar a la posibilidad de una “desobediencia”, al menos no manifiesta y como procedimiento de resistencia, a lo que habría lugar si el acceso al poder fuera por coacción, en cuyo caso la desobediencia civil, desde la perspectiva de Thoureau exige una apertura, una suerte de tránsito del concepto de pacto al de contrato, pues en esta situación son los súbditos quienes potencialmente delimitarían los alcances del poder del soberano e incluso actuarían como garantes-veedores de su accionar. Aquí la apertura del concepto germina en el terreno de la representación, o si se prefiere, de la representatividad, tratando de responder a la cuestión sobre ¿quién representa y quién es representado? Además

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