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Adriano, un emperador diferente

Enviado por   •  19 de Septiembre de 2018  •  7.172 Palabras (29 Páginas)  •  390 Visitas

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Así pues llegados al 108 d.C. nos encontramos a un Adriano, cuyos cargos y cuyos logros, así como el conocimiento acerca del imperio que un día gobernará, se habrán puesto casi a la altura de sus capacidades e intelectualidad. Una intelectualidad que no ha hecho más que comenzar a formarse, pues tras concluir su periodo como Consul Suffectus, Adriano se trasladará a Grecia donde su mente inquieta entrará en contacto directo con la civilización Helénica, la cual durante tantos años había estudiado y admirado. De este modo, el perfil del Adriano que un día llegará a emperador, no solo posera grandes actitudes imprescindibles en la carrera romana, tales como ser un buen general y distinguido senador impregnado de noble espíritu romano; sino además una fuerte fascinación por la cultura griega a través de la cual forjará una personalidad única, que se hará patente en sus años de gobierno, pues se propondrá “conciliar el helenismo, señor de las artes y de las ciencias, con el romanismo, señor de la guerra y del gobierno.”[10]

En Grecia y más concretamente en Atenas, Adriano, que ya poseía una gran retórica y oratoria adquirirá unos conocimientos mucho más amplios que los que cualquier otro emperador hubiese tenido, pues se interesará por la filosofía, entablando de esta forma un estrecha relación con el filósofo Epícteto. Y también adquirirá conocimientos sobre escultura, poesía, arquitectura, música etc. Esta relación de admiración será recíproca, pues el pueblo de Atenas propondrá a Adriano para desarrollar el cargo de arconte honorífico [11]entre los años 111 y 112 d.C. Además de esto, fue erigida en Atenas una inscripción en honor a este en la cual se narraban sus hazañas y gracias a la cual podemos conocer más detalles del cursus honorum de Adriano que los que solemos conocer de otros romanos [12].

Adriano pasará varios años compartiendo y aprendiendo conocimientos de la cultura helénica, hasta que pocos años antes de su entronización, fue llamado por el emperador Trajano para disponer una vez más de sus servicios, en la guerra contra los partos [13] (115-117). Las tropas de Trajano habían avanzado mucho en territorio parto, alcanzando la cuenca superior del Tigris y llegando a Babilonia, desde donde algunos los generales romanos tenían pensada una futura campaña hacia el golfo pérsico. Pero los nuevos territorios de Armenia, Mesopotamia y Asiria no se pudieron afianzar adecuadamente al imperio, debido a múltiples rebeliones judías en Egipto, Cirene y Chipre, estas rebeliones hicieron que se abandonasen posibles nuevas empresas y se replegaran de las provincias ya conquistadas. A pesar de esto Adriano es nombrado gobernador de Siria a principios del año 117, cargo desde el cual como hemos dicho recibió la noticia de su adopción por parte de Trajano el nueve de Agosto del 117 d.C.

- UNA POLÍTICA DIFERENTE

El ascenso al poder de un emperador tan singular en cuanto a lo que en capacidades se refiere, no podía estar acompañada de una política común, y a diferencia de muchos de sus antecesores, Adriano supo priorizar entre el bien del impero y sus pretensiones personales, pues las políticas que llevara a cabo no tendrán como objetivo glorificar su figura, sino todo lo contrario pues preferirá dejar a un lado los logros personales a cambio de un gobierno próspero y pacífico[14].

Adriano comenzó a aplicar su idea de gobierno desde el primer instante que llego al poder, pues Adriano en estos dos años de guerra contra los partos se había percatado de una realidad que marcará su gobierno, y es que un territorio tan amplio, era muy complicado de defender y si continuaba con las políticas expansionistas trajanas, intentando aumentar el imperio, podría poner en serio riesgo a la estabilidad y la seguridad de las fronteras[15]. De tal manera que durante el año que tardó en entrar a Roma como nuevo emperador, Adriano acabará con las políticas trajanas con suma prontitud, pues retirará las legiones de las tres nuevas provincias adquiridas en la época de Trajano: Mesopotamia, Armenia mayor y Asiria[16], fijando así las fronteras y pudiendo de esta manera destinar los recursos de la zona en las rebeliones judías que aún continuaban. Posteriormente, en ese mismo año antes de llegar a la península itálica, partirá hacia Dacia para abandonar las pretensiones de Trajano en el norte del Danubio, pactando de esta manera con los líderes de las tribus transdanubianas y fijando una frontera natural[17].

Así, en su primer año de gobierno y antes incluso de entrar en Roma, el nuevo emperador, había logrado estabilizar dos de los focos más calientes del imperio, logrado de esta manera ahorrarse el esfuerzo económico y de recursos que suponían las campañas en estas zonas. Pues todas las campañas anteriores a Adriano, habían supuesto un enorme esfuerzo económico al imperio[18].

De esta manera y volviendo a lo mencionado al principio, Adriano había tomado ya las decisiones que marcarán su futuro a los mandos del imperio, un imperio pacificado y próspero en lo económico y en lo cultural, basado en los férreos principios, e innovadoras ideas, como hemos dicho. Esta nueva política romperá con tres siglos de políticas expansionistas, lo que le hará ganarse muchos enemigos como los cuatro senadores mencionados al comienzo, los cuales conspiraron contra Adriano, desde el primer momento en que mostró sus intenciones de romper con las políticas de Trajano, y quienes, antes de la entrada del nuevo emperador a Roma, habían sido ejecutados[19]. De esta forma Adriano voluntariamente o no conseguía llegar a Roma, con cuatro de sus más peligrosos adversarios políticos eliminados. Pero a pesar de esto, muchas serán las nuevas medidas Adriano tendrá que comenzar a aplicar para que tanto el pueblo romano como las legiones, acepten las nuevas políticas que el nuevo emperador comienza a llevar a cabo, así como para estabilizar una economía imperial, maltrecha, tras tantos años de conflicto.

Para ello tras su llegada a Roma en el 118 d.C., como el nuevo princeps, y durante los tres años siguientes, el nuevo emperador, se esmerará para que su gobierno se asiente en una autoridad respaldada por el beneplácito de sus conciudadanos. De esta manera entregó a los soldados, un donativo doble, y al pueblo romano unos donativos también duplicados, además quemó en el foro libros de impuestos, ganándose así el favor de la mayoría de ciudadanos romanos.

Por el contrario, para sí mismo, se negó a aceptar las contribuciones que las comunidades italianas solían hacer al nuevo emperador y redujo las de las provincias. A las cuales además, saturadas por los impuestos que se habían visto obligadas

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