Analisis El Leviathan de Thomas Hobbes
Enviado por poland6525 • 29 de Agosto de 2018 • 2.603 Palabras (11 Páginas) • 521 Visitas
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2. Que este hombre sea neutralizado, o en su defecto, eliminado de la sociedad, para que con sus ideas revolucionarias no altere el orden establecido por el soberano. Esta posibilidad, podría ser más considerada por Hobbes que la anterior. El soberano, poseedor de ciertos dotes particulares (indivisible, inalienable, absoluto, supremo, intransferible) ha de ser ajeno al pacto; esto se da, para que el soberano pueda obrar de forma libre, y que sus decisiones no sean refutadas por los simples ciudadanos, los cuales, en relación con el Estado, no son más que simples siervos. Los ciudadanos deben de aceptar los designios del soberano, el cual puede ser un hombre, varios o muchos, pero Hobbes muestra su favoritismo hacia que la soberanía resida en uno solo, ya que los intereses públicos y particulares se hallan interceptados, y al esto suceder, se velará de forma más eficaz por el bienestar general. De igual manera, el soberano no compartirá su poder, ya que según la teoría política de Hobbes, el poder debe residir en una sola mano.
¿Pero es acaso justo que todos los hombres se sometan a la voluntad de uno solo? En la actualidad, es un absurdo pensar en semejante precepto; que una sola persona acapare todos los poderes, y que esta misma persona disponga los designios de toda una comunidad (vale destacar que Hobbes recalca la diferencia entre Estado y Comunidad política, afirmando que las dos se crean al momento de que el hombre accede a pactar), este soberano es poseedor de un poder superior a las leyes y al pacto, este soberano solamente tiene como obligación velar por el bienestar de todos sus súbditos, los cuales son como esclavos del Estado, ellos cedieron sus derechos naturales a cambio de un orden político y jurídico. Ellos aceptaron voluntariamente ceder su libertar y su derecho de autogobernarse para poder vivir en comunidad, esto no se da por amor al prójimo, sino por el contrario, por amor a sí mismo, ya que el hombre teme por su vida, así que se enajena al elegido por la mayoría.
El hombre pacta y se entrega, se entrega sumisamente, sin mayores pretensiones, acepta ser el siervo, el esclavo, el ciudadano de ese gran demonio, el cual dispondrá como mejor le convenga de este ciudadano, porque lo que es bueno para el Estado, será bueno para toda la comunidad, este Leviatán sacrificará a los ciudadanos que llegase a ser necesario sacrificar y exaltará a los que crea necesario exaltar y creará las leyes que crea conveniente crear e impondrá castigos y juzgará de la forma que él considere mejor y más justa en relación a sus ciudadanos. Y los ciudadanos no se podrán negar a los divinos designios del Leviatán, ya que estos pactaron y aceptaron entregarse totalmente a él, a cambio, claro está, de seguridad y bienestar, de esa búsqueda constante de la tan añorada paz.
Se logra apreciar gracias a este razonamiento, al hombre como un animal conflictivo, incapaz de relacionarse con otros de su misma especie, que solo busca su beneficio, sin importarle que para llegar a sus fines, tenga que perjudicar a los que lo rodean; es aquí cuando aparece el Leviatán, ese domador, que sí, y solo sí, el hombre lo acepta, lo domesticará, lo volverá un ser capaz de vivir en comunidad, de obedecer órdenes, de respetar leyes, de buscar ante todo el bienestar de la comunidad, de ser el zoom politicón aristotélico. El hombre ya no es la bestia salvaje del primer estadio, es ahora un ser dócil, que acepta alegremente los designios de su amo, porque en esto es en lo que se convierte el que anteriormente fuese su entrenador, en su amo, el único ser al que este hombre está dispuesto a obedecer, a este dios materializado en normas positivadas, a este ente abstracto y superior, que inspira el respeto digno de los antiguos moradores del Olimpo.
En conclusión, en primer lugar, el hombre natural es un hombre tan egoísta, que accede pactar y estar en comunidad, con el único fin de protegerse, la fuerza todopoderosa que lo inspira a moverse, ese motor que se moverá hasta que algo le obligue a detenerse, como lo afirma Hobbes, es el miedo, el miedo es la fuerza suprema que impulsa al hombre a que pacte y se una a la comunidad, que entregue sus derechos fundamentales, que se vuelva dócil y obediente, que aprenda a venerar a su nuevo dios, el Leviatán, cuyo poder es superior al del Dios de Abraham.
En segundo lugar: el hombre, motivado por el miedo, posee una inclinación natural por crear una sociedad, así que pese a lo que afirma Hobbes, el hombre sí es un ser social, ya que vislumbra como única solución para vencer el temor que lo oprime en su estado natural, ese temor a la muerte, a ser destruido, a ser mancillado y humillado; esa única solución es la de entregar su libertad y su derecho a auto juzgarse es la de unirse en sociedad. El hombre es un ser social, porque pese a sus primitivos instintos de auto preservación por encima del prójimo y por su afán de gloria sin importarle el bienestar de su prójimo, este hombre ve como única solución el hecho de crear una comunidad política, en las cuales todos posean igualdad de derechos y deberes, y hasta llega al punto de aceptar como soberano a alguien ajeno al pacto, para que se vivencie una verdadera igualdad entre los pactantes. De esta forma se logra apreciar, como el hombre natural de Hobbes es un hombre social, posiblemente, se podría denominar como un hombre inconscientemente social, o ignorante de su naturaleza social, pero, a fin de cuentas, un hombre políticamente social.
Dentro de este análisis, se visualiza a El Leviatán es la máxima creación del hombre, es su orgullo, pero al mismo tiempo su desgracia, es lo que exalta y a su vez declina su condición de hombre, porque lo humilla y lo ultraja, el hombre deja de ser su propio amo, para ser esclavo del estado. El hombre es ahora lo que el Leviatán quiera que sea. El hombre en su afán de no ser esclavizado por otro hombre igual a él, prefiere entregarse a un hombre superior a él. El deseo que mueve al hombre, tanto en el estado de naturaleza como en la sociedad civil, es, como lo llamaría Kojève, un deseo negatriz, un deseo de cosificarlo todo, para así poderlo poseer, pero no de cualquier forma, para poder poseer el objeto deseado, se le debe destruir. Es por esto la necesidad de leyes, dictadas por un ente que esté por encima de ellas, ya que si hiciese parte de este trato, se vería bajo la tentación de realizarlas de tal forma que se vea beneficiado con dichas leyes.
Como una tercera conclusión, cabría resaltar, como la obra de Hobbes represento uno de los más grandes adelantos en teoría y praxis política: cimentar las bases de un poder, el cual, pese a ser superior, sus cimientos no son divinos. El poder como algo humano, fue una teoría revolucionaria en su momento.
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