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Calveiro - Política y Violencia resumen

Enviado por   •  31 de Diciembre de 2018  •  1.838 Palabras (8 Páginas)  •  324 Visitas

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Parte con la pregunta “Cómo se llegó a estos niveles de violencia?”

La respuesta: el foquismo, o teoría del foco, que, si mal no entiendo, es un método de hacer revolución que consiste en que no necesariamente tienen que darse las condiciones necesarias para la revolución, pues un foco puede encargarse de un simple levantamiento de armas, para así comenzar e impulsar la revolución. Es muy al estilo de la Revolución Cubana, de hecho, el concepto fue acuñado gracias al Che. (véase en google el concepto)

[pic 12]

El uso de la violencia, entonces, pasó a ser una condición obligatoria de los movimientos radicales de la época. Y es por esta razón que resulta muy difícil para estos grupos operar en la legalidad, su misma práctica constituye la antítesis de esto.

[pic 13]

Ese párrafo resume muy bien la idea central del capítulo, que tiene pocas páginas, por lo demás.

Para el autor, y desde la perspectiva de la sociedad argentina, la idea de considerar a la política como una cuestión de fuerza no era ninguna novedad, sino que había formado parte de la vida política argentina “por lo menos desde 1930”. La violencia era el método de hacer política, y hasta el mismo Perón diría en su momento que “la dictadura que azota a la patria no ha de ceder en su violencia sino ante otra violencia mayor”. Esto significa que no hay escrúpulos en cuanto al uso de la violencia, de hecho, hay una aprobación casi unánime entre piños políticos, que concluyen que la violencia es la manera, con todo lo que ello implica: manifestaciones, persecuciones, uso de armas, etc.

Aquí, entonces, la premisa del capítulo es la siguiente: en una sociedad que se vale de la violencia como método de facto de hacer política, los piños políticos se militarizan no por un brote repentino de locura violenta, sino porque reconocen el valor que tiene la violencia y se valen de ella para desarrollarse. Fueron, en consecuencia, un producto de su sociedad, y de los conflictos políticos de la época, los que vivieron, y los que no vivieron, los conflictos del pasado.

Capítulo: Atrapados

Esta es la premisa del capítulo:

[pic 14]

Es evidente que el capítulo se centra en describir la militarización y todo lo que significó: el hecho de que las armas, y no la política, sostienen una revolución.

Acerca del punto 1), esto coincide absolutamente con lo que fue el ERP y Montoneros, pero sobre todo, Montoneros, que fue mucho más masivo que ERP, y duró unos pocos años más que éstos.

En aras de la participación política, los piños políticos sabían que era indispensable un ejército popular. En el caso de Montoneros, distinguían entre milicianos y combatientes. Combatientes eran todos. Milicianos eran los que, literalmente, disparaban. Llegó a tales extremos que hasta usaban uniformes, cosa que el autor dirá es “ridícula”, y con bastante razón, pues enfrentaban su aniquilación por parte de la acción represiva, y aún así preferían usar uniformes en lugar de pasar piola. Una contradicción: revuelta, desobediencia, y clandestinidad, aprisionada por la tradición, por la costumbre, lo que en última instancia significa un trágico retroceso en la práctica.

Lo otro que sucedía en este proceso de militarización reciente, es que las organizaciones se lo tomaban en serio, bastante en serio, al punto de tener una estricta reglamentación militar, que terminó por intentar replicar a la estructura militar estatal, quería parecerse a ella, y pretendía disputarle su lugar. Esto provocó una natural despersonalización, tanto de sus militantes como de su médula ideológica, y los límites de ésta se volvieron difusas, borrosas.

Otro factor es el poder que otorga un arma. Claro, un rifle no tiene nada de político, hasta que la pones en manos de un joven, seguramente entre los 18 y 25 años, con poca experiencia política consistente, y quizás, muy poco adoctrinamiento en cuanto a teoría…todos estos factores contribuyen a que los piños políticos sean representados por jóvenes ignorantes, necios, pero arrogantes una vez tienen empuñado un rifle. Hay, entonces, un sentimiento de soberbia unánime entre los militantes: las armas crean la ilusión de control sobre la vida y la muerte, son potencialmente enloquecedoras, y el caso descrito no es sino uno de varios ejemplos que lo comprueban.

Sobre el punto 2), el autor plantea que la represión contra la izquierda está bien documentada. La Alianza Anticomunista Argentina, o Triple A (AAA) comenzó su accionar público en el 73, el año de las elecciones. Sin dudar, la AAA cae en la definición de terrorismo. El tema es que el grupo terrorista estaba dirigido por el Ministro de Bienestar Social. Esto significa, obviamente, que había respaldo y protección del gobierno.

¿Qué lindo, no? Bienestar social, terrorismo…suena coherente. Al menos para un militante argentino de la época, sí lo es: A pesar de que estos dos conceptos están en una fuerte contradicción, hay que recordar que para ellos, en ese contexto, la violencia es la manera de hacer política. El terrorismo, entonces, no sería entendido por ellos mismos como tal, o quizás sí, pero al final, toda la lucha violenta la justificarían al mismísimo estilo de Maquiavelo.

A los meses posteriores al golpe de 1976, la represión estatal llegó a su peak. En pocos meses, Fuerzas Armadas hizo desaparecer al ERP, y Montoneros tuvo más de 2000 bajas.

A modo de conclusión, el autor dirá:

[pic 15]

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