EL LÍMITE DEL CAOS
Enviado por Kate • 7 de Marzo de 2018 • 8.389 Palabras (34 Páginas) • 386 Visitas
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libros y la música eran un recordatorio de la voluptuosidad negada.
Renée se había vuelto a casar cuando ella contaba 14 años de edad. Su padrastro,
Phill, era mucho menor que ella. La primera vez que los vio juntos pensó que eran
tal para cual. Aún se acordaba de la sesiones de karaoke donde ambos, como un par
de niños, cantaban Born to be wild.
Su madre, quien le enseñó a montar en moto. Ése era su "sucio secreto" Ni
siquiera Phill lo sabía. Aún siendo menor que Renée, le daba pavor conducir la
semejante monstruosidad que era esa vieja moto guardada en el garaje.
Su madre y su padrastro murieron a los dos años de matrimonio. Un borracho los
atropelló cuando ambos venían de un entrenamiento de Phill en Detroit; Renée
amaba las motos, pero le aterraban los aviones.
Su padre la levantó a las cuatro de la mañana para contarle sobre la tragedia.
Bella presentía que Charlie se apresuró para decirle sobre el accidente no sólo por
la urgencia de la noticia, sino porque él necesitaba más consuelo que su propia hija.
Ella no pudo evitar llorar un mes después cuando escuchó en la radio un especial
sobre las grandes canciones de los setentas; sus lágrimas arrulladas por la voz de
Robert Plant cantando Stairway to heaven.
El duelo fue llevado en silencio, de manera estoica y resignada. Poco a poco, la
mención del nombre de Renée se fue haciendo prohibida tácitamente.
Phill, bendito sea, un año antes de morir adquirió un seguro de vida por más de
ciento cincuenta mil dólares.
Eso la sorprendió. Su relación con él fue cordial, pero gracias más al carácter
bonachón de éste que por la misma Bella, quien era excesivamente tímida con él.
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Seguramente Renée influyó para que en vez de ella fuese su hija la beneficiaria de
esa pequeña fortuna; le entristeció pensar que su mamá presentía que quizás no
llegaría a los cuarenta años.
Siempre creyó que aquel dinero ella lo podría aportar a su relación con él. Le
fastidiaba pensar que quizás su familia la vería como una trepadora sin escrúpulos;
aún así, aquellos miles de dólares eran nada a comparación del terrible y lacerante
dolor de no tener a su madre con ella.
Ahora, aquel dinero era su salvación.
EN CAMINO A OTRA VIDA.
Envió su solicitud a la NYU para estudiar literatura inglesa. Leer era su pasión,
¿qué más podría hacer? Era buena con los números, pero no se veía a sí misma en
una oficina, mucho menos en un banco.
Finalmente, la aceptación de ingreso a la universidad llegó y, con ella, su
esperanza para huir.
Sentó a su padre y le contó sobre sus planes. Éste, naturalmente, se sorprendió.
– Dijiste que no querías ir.
– Lo sé, pero cambié de parecer.
– No creas que no me alegro. No te quiero ver envejeciendo en este pueblo,
trabajando en una estúpida tienda o en algún supermercado. Renée se hubiera
sentido decepcionada, eres demasiado inteligente y talentosa para Forks... pero
admito que me sorprende.
– No es para siempre, Charlie. Además, podemos hablar por teléfono y existe el
internet.
–Bella, solo uso el internet como herramienta de trabajo. Para mí, lo demás es una
pérdida de tiempo, pero te prometo que por ti dejaré de ser tan prejuicioso con esa
máquina.
– Gracias, papá. No creas que quiero dejarte solo.
– No te preocupes, Bella, yo sé que es hora de que te muevas. Yo estaré bien.
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Dos días antes de que se fuera, el teléfono repicó furiosamente durante horas.
Bella no contestaba por miedo a escuchar su voz (había destruido su teléfono por
miedo a que él la torturara), pero su padre le dijo que estuviera pendiente del
teléfono porque había tenido que cambiar los horarios de viaje por problemas con la
aerolínea.
– ¿Papá?
– Soy yo, no cuelgues.
Bella se paralizó. Desde aquel día no lo había visto, ni a él ni a los demás.
– ¿Qué quieres?
– Escuché que te piensas ir. No puedes. Eres mía.
– Ese es tu problema. Nunca fui tuya.
– Eso es porque eres una frígida mosca muerta.
Él sabía cómo lastimarla, no sólo física sino emocionalmente. ¡Nunca más! ¡Jamás!
– ¡Déjame tranquila! Agradece que no le dijera a Charlie lo que pasó.
– ¿Ah, sí? ¿Qué me puede hacer? Es sólo un estúpido policía de pueblo.
– Entonces, ¿por qué no terminaste lo que ibas a hacerme aquel día? Porque
sabías muy bien que si eso pasaba, mi padre se daría
...