ENSAYO CONCERNIENTE A LA PROBLEMÁTICA DE LA MONARQUÍA IBÉRICA
Enviado por tolero • 2 de Abril de 2018 • 1.835 Palabras (8 Páginas) • 323 Visitas
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Los impactos generados por las no pocas refriegas en que se encontraba sumida gran parte del continente europeo, pueden condensarse en la inquietante insolvencia económica que se fue gestando desde años atrás tanto en Portugal como España, lo que causaría una disgregación creciente de sus posesiones, estimulada en gran cantidad de ocasiones por Richelau y sus hombres. Y precisamente, por las incitaciones de agentes franceses, varios de los elementos de que constaba la monarquía española, se declararon en abierta rebeldía: los vascos, los catalanes, los portugueses, los sicilianos y los napolitanos[11]. El golpe de gracia que sentenció el mandato de Olivares, fue justamente la insurrección portuguesa.
Dicho motín en territorio luso, fue motivado por una marcada división de posturas de sus pobladores, en cuanto a la permanencia de Portugal en la Corona ibérica: la mayor parte de los nobles y el alto clero estaban a favor de la unión, mientras que gran parte del pueblo y el bajo clero, expresaron su férrea oposición. Pero estos últimos tenían un ligero inconveniente, y es que carecían de organización, y aún estaban visiblemente afectados por la muerte del rey Sebastián en la tragedia de Alcazarquivir, la cual perjudicó gravemente la economía portuguesa debido a la urgencia de pagar el rescate de los prisioneros allí capturados por los árabes[12].
Otro móvil de la creciente demanda separatista lusa (1640), fueron los continuos ataques perpetrados por las altamente entrenadas y muy bien constituidas flotas marinas de los Países Bajos, quienes de forma estratégica, comenzaron a atacar las posesiones coloniales lusas ubicadas en Brasil, las costas de Goa (India), en Mozambique (África Oriental), Angola (África Occidental) y las islas menores de la Sonda (Asia), durante los primeros 40 años del siglo XVII.
A pesar de que fuese posible una separación entre Lisboa y Castilla, los portugueses mantenían relativamente pocas esperanzas de que menguasen los embates holandeses hacia sus colonias. Esto hace posible vislumbrar que muchos combatientes quizá no disponían de la mejor actitud para defender sus territorios pese a lo apremiante de las circunstancias, lo que muy probablemente influyó en su escasa disciplina de guerra y se convirtió en una desventaja clave en buena parte de dicho conflicto.
Portugal no se vio menguado únicamente en términos demográficos y económicos debido a su continuo aporte de pie de fuerza para engrosar las tropas de los ejércitos españoles o a su prolongado pleito con los Países Bajos, ya que tal enfrentamiento tuvo trasfondos religiosos y comerciales: Portugal, perteneciente a la iglesia católica apostólica romana, y los Países Bajos, calvinistas, se veían a sí mismos como los más dignos representantes de sus respectivas religiones y consecuentemente, consideraban que llevaban a cabo batallas de Dios contra sus enemigos[13]. Los ataques ultramarinos holandeses fueron metódicamente dirigidos hacia las posesiones coloniales que les fortalecían a los portugueses sus recursos económicos, como por ejemplo las rutas de comercio de especias en Goa y en Indonesia, de esclavos y oro en África Occidental, y de azúcar en Brasil.
Pese a las innumerables desventajas en comparación a los ejércitos holandeses, los portugueses tuvieron algunos puntos a su favor para conservar posesiones coloniales como Brasil, Angola y algunos territorios insulares africanos, como sus asentamientos ubicados en las tierras del interior, de difícil penetración para las fuerzas holandesas, las cuales, en muchos casos, forzaban a los combatientes portugueses a batallas marinas para poder asegurar sus victorias en un territorio conocido; el clima tropical, al cual los holandeses no estaban completamente acostumbrados y que facilitaba las maniobras ejecutadas por las fuerzas lusas, especialmente en los días más calurosos, y las crecientes raíces culturales impuestas por los portugueses en varias de sus colonias, especialmente debidas a la influencia y el prestigio que los misioneros católicos apostólicos romanos habían adquirido en muchas regiones[14].
Este último punto revistió los avances portugueses más palpables, al verse plenamente respaldado por las declaraciones expresadas por las autoridades holandesas con respecto a su incapacidad para predicar eficientemente su doctrina religiosa en sus territorios conquistados, razón por la cual muchos holandeses, durante la ocupación de Pernambuco (1630-1654), regresaron a reconciliarse con la iglesia de Roma, en cuanto las conversiones del catolicismo al calvinismo eran tan raras como los dientes de gallina[15].
Podría extenderme por muchas más líneas, y mis palabras se quedarían cortas para definir las innumerables desventajas y padecimientos (en comparación con las ganancias) que le dejó a Portugal la estela de pobreza, rebeldía, angustia, resignación y violencia provocada en gran parte por su unión junto a España en la Corona ibérica, pero con lo anteriormente expuesto, reúno evidencias que me permiten confirmar la certeza de que quienes obtuvieron un mayor provecho de la alianza monárquica entre lusos y españoles, fueron estos últimos, ya que se nutrieron no solamente de los formalismos administrativos y ventajas coloniales y comerciales que representaba dicha unión, sino también del abastecimiento de sus filas para los conflictos que enfrentaron durante las dos centurias mencionadas en un principio.
BIBLIOGRAFÍA
Boxer, Charles R. O imperio marítimo português 1415 – 1825, Lisboa, ediçoes 70, 2001.
Gruzinski, Serge. Las cuatro partes del mundo: historia de una mundialización, Fondo de Cultura Económica, México, 2010.
Trevor Davies, R. La decadencia española 1621 – 1700, Barcelona, Labor, 1969.
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