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Edad de las masa Eric John Ernest Hobsbawm,

Enviado por   •  25 de Octubre de 2017  •  2.066 Palabras (9 Páginas)  •  604 Visitas

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El principal problema del segundo imperio alemán era la división entre la versión bismarckiana (pruso-pequeño alemana) de la unificación y los pangermanistas (partidarios de la Gran Alemania, particularistas antiprusianos, católicos y, sobre todo, socialdemócratas).Bismarck otorgaba poca importancia a la simbología, la invención de tradiciones se asocia más a Guillermo II. Sus objetivos eran establecer la continuidad entre el primer y segundo imperio alemán y resaltar las experiencias históricas que vincularon a Prusia con el resto de Alemania, para lo que era necesaria la fusión de la historia prusiana con la alemana. Para alcanzar un nacionalismo moderno requería de la figura de un enemigo secular histórico y de un concepto de supremacía histórica en todos los ámbitos. Edificios y monumentos ayudaron a esta nueva interpretación de la historia alemana, cuyos mayores símbolos eran Bismarck, Guillermo I y la victoria frente a los franceses en Sedán. Antes de 1871 Alemania no estaba definida ni tenía unidad política, por esto la identificación nacional era más compleja y menos precisa. Se definía con más facilidad por aquello contra lo que estaba, enemigos tanto externos como internos (socialdemocracia y los judíos). El gobierno alemán logró que las clases medias estuvieran en contra del liberalismo capitalista y del socialismo proletario a favor del nacionalismo.

El principal problema político de Estados Unidos una vez se hubo eliminado la secesión, fue cómo asimilar la masa diversa de personas que no eran americanas de nacimiento sino inmigrantes. Homogeneizar esa masa fue el objetivo de las tradiciones inventadas durante este periodo. Se alentaba a los inmigrantes a aceptar rituales que conmemoraban la historia de la nación (4 de julio, Día de Acción de Gracias, etc.). El sistema educativo se transformó en el mecanismo para la socialización política.

La clase obrera constituía el conjunto más numeroso y visible de miembros dudosos de la comunidad nacional, en Estados Unidos realmente se podía clasificar a los obreros como extranjeros. Esta situación proporcionó un enemigo interno contra el cual el americano de bien podía afirmar su pertenencia a la nación mediante el cumplimiento puntilloso de todos los rituales formales e informales.

Tras la Revolución Francesa las monarquías tuvieron que establecer una relación más directa con sus súbditos, generalmente a través de rituales reales, donde la riqueza y el poder de los monarcas se compartían simbólicamente.

Las tradiciones políticas más universales fueron logros de los estados. Sin embargo, el auge de los movimientos de masas organizados dio origen a fenómenos parecidos. La importancia de las tradiciones inventadas es más sorprendente cuando surge entre movimientos racionalistas que eran más bien hostiles a ellas, es el caso de los movimientos obreros de signo socialista. El principal ritual de estos movimientos fue el Primero de Mayo (1890), que desempeñó un importante papel en la evolución de una nueva iconografía socialista de la década de 1890, a pesar del previsible énfasis en la lucha, predominaba el sentimiento de esperanza. El Primero de Mayo, que empezó a celebrarse en un momento de crecimiento y expansión de los movimientos obreros y socialistas de numerosos países, se transformó en una fiesta y un ritual anuales. El contenido político inicial pasó inevitablemente a un segundo plano, manteniéndose únicamente su carácter internacional. Este y otros rituales obreros parecidos se encuentran a medio camino entre las tradiciones políticas y sociales. El movimiento creó sus propias tradiciones, dos de ellas son la aparición de la indumentaria como demostración de clase (Andy Capp) y la aparición de los deportes de masas como el fútbol, que aunque creado para aficionados de las clases medias, se proletarizó y profesionalizó rápidamente.

Definir la presencia como clase de una élite nacional de clase media era más difícil y urgente en una época en que las ocupaciones que pretendían ser de clase media, o el número de personas que aspiraban a ellas crecían rápidamente en los países en vías de industrialización. Los criterios para ser considerado miembro de tales clases eran difusos. El problema era doble: separar la auténtica élite nacional una que vez los criterios que permitían determinar la pertenencia a una clase fueron deteriorados y, determinar una identidad para el relativamente grande grupo de personas que no pertenecían ni a esta élite ni a las masas. A esos problemas se sumó la aparición de la mujer de clase media cada vez más emancipada.

Para las altas clases medias los criterios e instituciones que antes servían para separar la clase gobernante aristocrática debían ampliarse y adaptarse. Aunque la rápida adquisición de riqueza o el prestigio de pertenecer a una familia que fue poderosa por generaciones podían comprar la entrada de los plutócratas a un medio aristocrático, estas eran situaciones excepcionales.

La escolarización, complementada por los deportes de aficionados proporcionaba un medio oportuno de comparatismo social y un medio de determinar pautas comunes de comportamientos y valores. En el siglo XIX la educación se convirtió en el criterio más conveniente y universal para determinar la estratificación social.

El mecanismo informal decisivo para estratificar un sistema teóricamente abierto era la autoselección de compañeros sociales y se conseguía mediante la antigua dedicación aristocrática al deporte. La institucionalización del deporte tuvo lugar en los últimos decenios del siglo.

Tanto el deporte de masas como el de clase media combinaban la invención de tradiciones políticas y sociales proporcionando un medio para la identificación nacional, este fenómeno fue principalmente de la clase media. El nacionalismo que ganó terreno se identificaba mayoritariamente con la derecha política y se convirtió en sustituto de la cohesión social (que antes se daba por medio de una Iglesia nacional, una familia real u otras tradiciones), una especie de religión laica. Una vez más la invención de tradiciones políticas coincide con la de tradiciones sociales.

Tres aspectos destacables de la invención de tradiciones son: la distinción entre las nuevas prácticas del periodo que resultaron duraderas y las que no; las prácticas se identifican con clases o estratos sociales específicos en contraposición a miembros de colectividades más amplias como son los estados o las “naciones”. Algunas de tales prácticas se concibieron formalmente como distintivos de la conciencia de clase; y, la relación entre invención y generación espontánea, planificación y crecimiento. Las tradiciones inventadas

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