El comercio en Medellín 1900-1930
Enviado por Ledesma • 30 de Marzo de 2018 • 1.625 Palabras (7 Páginas) • 365 Visitas
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Don Benjamín de la Calle vivió en la época en que Medellín era, “el centro de una región montañosa, de pobres suelos, dedicada principalmente a la minería. Los capitales acumulados en tal actividad se dedicaron entonces al comercio. La ciudad gozaba de tráfico intenso y ya despuntaban los primeros intentos de una industrialización ligera…”[1]. La ciudad gira alrededor del comercio. Y se transforma gracias al comercio. “Tan rápido en los últimos cinco lustros, como tocada por la vara de un mago”[2].
El carro alegórico de Mercurio Dios del Comercio, fotografiado por Don Benjamín en 1913 es el resumen de la época. Después de muchos años el país vive en paz. Han concluido las guerras civiles y el país se concentra en otros menesteres más productivos. “Se trataba de encontrar la manera de atenuar la pugna política… de que la atención no se fuera a lo exclusivamente político y de que la discusión política misma tomara otros rumbos; de dar una visión más moderna del país y de evitar que se pudiera repetir la matanza de la última guerra”[3].
Con circunstancias favorables, el comercio se desarrolla rápidamente y busca nuevos mercados. La geografía del país hace más fácil transportar un fardo de Europa que de Bogotá. En el atrio de la iglesia de la Candelaria se desarrollaron todas las artes del porcentaje. La proporción del porcentaje lo determinaba en muchas partes el flete. El ferrocarril pasa a ser uno de los personajes favoritos de los fotógrafos; era el gran logro. Cada estación, cada locomotora está retratada con orgullo. Con admiración. Paralelamente, sin tanta ostentación, empiezan a aparecer, al lado de los almacenes, sobrios avisos de Bancos y Compañías de Seguros. La honradez y cumplimiento en los pagos, son las virtudes que se exaltan en las publicaciones destinadas a hacer conocer la ciudad. En especial la Sociedad de Mejoras Públicas realiza frecuentes publicaciones sobre Medellín. En español, inglés y francés, una de las publicaciones dice: “El comercio de la ciudad tiene muy buen crédito en los países donde es conocido, crédito efectivo, de ese que sirve de termómetro a la honradez y a la solvencia”[4]. A los capitales extranjeros se les garantizan excelentes oportunidades. Uno de los hoteles se jactaba de haber alojado 38 agentes extranjeros. En los censos los establecimientos comerciales eran enumerados escrupulosamente. “…Varias casas que introducen muy en grande… 185 almacenes, cinco droguerías… seis librerías… dos imprentas… cinco bancos… 37 dentisterías… 235 extranjeros”[5]. También se enumeran las necesidades “Para conocimiento de quien pueda tener interés en ello, se da enseguida una lista de algunas de las industrias que faltan en Medellín y que podrían implantarse con éxito: Fábrica de Calzado, Fábrica de Papel, Fábrica de Sombreros de fieltro, Fábrica de Cemento Romano, Fábrica de Botones de hueso, tagua, etc.[6]
Los comerciantes empezaban a convertirse en industriales. Pequeños talleres se van transformando en industrias. De las compañías de familia se pasa a las sociedades anónimas. Los fotógrafos empiezan a dirigir su lente no a mostradores y estantes sino a calderas y poleas. De los pocos empleados de mostrador, se pasa a los grupos de obreros, casi todos grupos de mujeres. Las fluctuaciones de la bolsa de Londres o Nueva York afectaban considerablemente la bolsa del atrio de la Candelaria.
Y la ciudad se va transformando aceleradamente. Entre fardos de Europa, llegaban arquitectos e ingenieros que le transformaron el rostro. Detrás de los tejados empiezan a empinarse algunos edificios. La ciudad requiere ya transporte colectivo; los tranvías empiezan a circular por las fotos. Las flotas de taxis son rigurosamente alineadas para el recuerdo.
En las placas de Don Benjamín no se alcanza a vivir la crisis del 30. Pero de allí en adelante no vuelven a aparecer los grandes almacenes en las fotografías de sus últimos años: el personaje es la industria. Creo que nunca se imaginó Don Benjamín el desarrollo que iba a tener en el futuro. Quizá nunca se imaginó que un día iba a ser famoso.
Juan Luis Mejía Arango
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