Ensayo EL CARDENISMO
Enviado por Stella • 11 de Noviembre de 2018 • 5.813 Palabras (24 Páginas) • 1.056 Visitas
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Después de la derrota de Zapata y Villa, los distintos jefes de la Revolución que se sucedieron en el poder no se propusieron solucionar los problemas del campo con una reforma agraria consecuente; las propuestas pos-revolucionarias –hasta Cárdenas- eran expresión individualista de la mayoría de ellos. A pesar de las dificultades que el General Lázaro Cárdenas había tenido desde que se convirtió en el candidato presidencial del PNR y hasta que tomó posesión como presidente electo, siempre teniendo tras de sí la sombra del “Jefe Máximo”, nunca perdió de vista que una reforma agraria verdadera tendría que afectar a la gran cantidad de latifundios, así como por burócratas y funcionarios que se oponían a ello desde el aparato estatal y desde el partido oficial dominado aún por Calles.
Cárdenas tenía una concepción clara de este problema y de la forma en que se podía resolver, por ello, desde el inicio de su gestión lo abordó con decisión, manifestando en diferentes ocasiones su firme compromiso con los campesinos. El fragmento del siguiente discurso es más que ilustrativo: “La administración que a mi cargo prestará especial atención a la solución de este importante problema, que es uno de los temas más apasionantes de la Revolución Mexicana, y que debemos apresurar su solución para seguir construyendo sobre nuevas modalidades, nuevas fuentes de producción económicas y de bienestar social. Es cierto que en algunas regiones del país se ha detenido hasta la fecha, por diversas y accidentales circunstancias, la dotación de las tierras que deben entregarse a los pueblos en cumplimiento de nuestras leyes, y estimo por lo mismo muy conveniente manifestar que también allí se llevará a su fin la resolución del problema agrario, pues hemos dicho, en multitud de ocasiones, que en esta grave cuestión no cabe otro recurso ni otro medio que el de entregar a los pueblos y a los trabajadores del campo lo que por siglos ha sido su fuente de vida”.[4]
*Nota
Durante este sexenio se entregaron más de 10,651 ejidos definitivos amparando 18,352,275 hectáreas para 1,020,594 campesinos, que sumados a las dotaciones que con anterioridad se habían conferido, forman un total de 13,091 ejidos para 1,442,895 campesinos con una superficie total de 24,324,558 hectáreas quedando aún en propiedad privada 15,500,000 de hectáreas, que comprenden pequeñas propiedades en cultivo protegidas por nuestra Constitución.
Se destacan como aspectos técnicos de mejor organización del esfuerzo ejidal, las afectaciones de la región lagunera del Yaqui, Los Mochis, Yucatán, Lombardía y Nueva Italia, El Mante, Mexicali y El Soconusco, que correspondían a los núcleos poderosos de propietarios, muchos de ellos extranjeros. Como parte de su proyecto creó el Banco de Crédito Ejidal para apoyar con recursos económicos a algunas regiones del país.
Con esta política, el general Cárdenas asestó un duro golpe a los hacendados de viejo y nuevo cuño, incorporó al mercado interno a la gran masa campesina, aumentó la producción agrícola de alimentos y materias primas, además de sentar las bases para el desarrollo de la industria nacional. Ganó en estabilidad política a pesar de las asonadas derechistas a las que enfrentó y derrotó.
La Política Educativa del Presidente Cárdenas
La educación socialista mexicana es una de las experiencias educativas más apasionantes y paradójicas que se han conocido en América Latina. Objeto de una polémica turbulenta que dividió al país, la educación socialista cristalizó sin embargo una obra de importancia decisiva en la construcción del México moderno y produjo un conjunto de enseñanzas de valor histórico. A la distancia del tiempo transcurrido es posible advertir que la reforma socialista de la educación intentaba:
- Superar algunas limitaciones que reconocidamente tiene el modelo de educación liberal (rigidez, educación abstracta, etc.).
- Acrecentar la responsabilidad de la escuela en el cambio social.
- Apoyar un proyecto de desarrollo con rasgos nacionalistas y populares.
“La reforma educativa socialista tuvo vigencia real durante el sexenio del General Lázaro Cárdenas. Durante el gobierno del General Manuel Ávila Camacho se reencauzó la educación pública hacia pautas liberales y se reformó el artículo 3º Constitucional, con lo cual se cerró el ciclo histórico la educación socialista”.[5]
En la misma convención, los callistas no relacionaron el problema de la educación popular con la necesidad de reformas sociales. Así, por ejemplo, Padilla y otros callistas presentaron como una de las mediadas más revolucionarias, para introducir la educación socialista en el campo; anexar a las escuelas una parcela de cultivo que supuestamente sería de gran apoyo para el maestro rural y que ayudaría además a desarrollar las “costumbres de trabajo” en los niños campesinos. Se presentaba esto como la fórmula mágica que resolvería automáticamente todos los complejos problemas del campo mexicano. Los callistas querían además, atraerse a los representantes de la intelectualidad, en cuyo seno se producía una rápida radicalización. La idea de la escuela socialista, en opinión de los callistas, debería atraer a la intelectualidad a las filas de anticlericalismo, favorable a los círculos gobernantes, y obstaculizar el reforzamiento de las ideas democráticas en las filas del partido.
Resulta fácil apreciar en la misma introducción del Plan Sexenal, que la educación socialista era concebida por los callistas, únicamente como parte de su postura anticlerical. Es por eso que la misma Convención queretana, se exaltó al sistema de educación socialista y anticlerical que aplicaba en Tabasco el gobernador Tomás Garrido Canabal. De esta campaña habla muy claro el discurso pronunciado por Calles en julio de 1934, el llamado “Grito de Guadalajara”, en el que convocó a luchar contra la influencia de la Iglesia, que había convertido a las escuelas en su apoyo fundamental. Con esta finalidad, declaró Calles: “Llamo a todos los gobernantes de los estados, al poder público de la República, a todos los revolucionarios, a emprender una decisiva y definitiva lucha en todos los aspectos, en cualquier dirección para que la conciencia y la moral de la juventud pertenezcan a la Revolución”.[6]
Junto a estas declaraciones, en la Convención de Querétaro se escucharon otras voces. Algunos de los que intervinieron manifestaron su desacuerdo con esa interpretación de la educación socialista, subrayaron la
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