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Esplendor de la Iglesia en la Época Medieval

Enviado por   •  9 de Enero de 2019  •  2.549 Palabras (11 Páginas)  •  303 Visitas

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Finalmente Bonifacio VIII, papa que estuvo frente a la iglesia de 1294 a 1304, no aporto otras innovaciones, sino que, reagrupo los argumentos y conclusiones en torno a las ideas de que la iglesia es una y única, y no forma más que un único cuerpo, por lo tanto, consideraba que separar y poner dos poderes o dos principios: el espiritual y el temporal, es ser un hereje[8].

En cuanto a lo propiamente espiritual se buscaba el gobierno de las almas por la Iglesia, esto dirigido por el vicario de Cristo:

Y a estas almas se les aceptaba en los cuerpos que ellos animaban, es decir, se acepta la sociedad: no se les pide el heroísmo, ni el abandono del mundo, solo se les exige, que obedezca a la Iglesia y que se deje llevar por ella a la salvación. Toda criatura, toda profesión, están sometidos a la Iglesia y por ende al romano pontífice[9]

Del mismo modo, la devoción propagada por la Iglesia, manifiesta el deseo de aproximarse a la masa de los fieles. Algunas de estas devociones son: el culto mariano, como plegaria universal de la cristiandad; la práctica del rosario; el culto a la eucaristía, instituyendo la fiesta del Corpus Christi, “los milagros eucarísticos aparecen y como contrapartida, refuerzan la credulidad y el fanatismo con respecto a los judíos, acusados de profanar la hostia”[10] ; despliegue de ceremonias e imágenes; la floración de santos como acompañantes de cada momento de la vida; la multiplicación de cofradías, ofreciendo al pueblo cristiano fiestas y socorros espirituales y materiales; además la piedad se apodera del pueblo[11].

Al igual que otros aspectos, la vida intelectual también estuvo íntimamente subordinada a la autoridad de la Iglesia, incluso todas las universidades estaban directamente sometidas a la autoridad del papa. Además se impregna el espíritu dialectico, que inspira a la nueva ciencia, rompiéndose los lazos con la antigüedad, excepto con Aristóteles y con lo que por medio de los judíos y árabes, se sabía de Platón. También se forma un nuevo latín, el verdadero latín de la Edad Media.

2. En contra de los herejes

Si bien a finales del siglo XIII la Iglesia pareciera ser la dominadora espiritual, se debió principalmente a que el papado supo dirigir y apoyar a los medios que se necesitaban para suprimir a las herejías. La herejía se hallaba en plena expansión justamente a finales del siglo XII, siendo los cataros, junto con los valdenses los mejor organizados y los más peligrosos para el cristianismo.

2.1 Los cataros

Los cataros aborrecían la violencia, la mentira y respetaban cualquier forma de vida, rechazaban el servicio militar, los impuestos y el juramento; estos reconocieron el papel fundamental de la mujer, pero rehusaban rendir culto a la virgen, a los santos y a toda clase de reliquias; nunca admitieron los milagros, la adoración a la cruz ni a los sacramentos[12].

Dentro de su pensamiento el catarismo negaba a la trinidad, haciendo del Padre una persona superior al hijo y por ende, al espíritu santo, y por ello negaban la encarnación, la pasión y la resurrección. Además condenaban y rechazaban el Antiguo Testamento, especialmente a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, y Juan el bautista, considerados como adversarios de Dios y ministros del maligno, quien creía era el autor de este testamento. Negaban la resurrección y el purgatorio, creyendo que las almas debían expiar por sus faltas en sucesivas reencarnaciones como castigo; y para ellos el mundo no tendría fin[13].

2.2 La cruzada albigense

Los antecedentes de la cruzada pueden dividirse en tres etapas[14]: La primera etapa de 1198 a 1204 se inicia con la asunción del papa Inocencio III y su rápido envío de legados, para enfrentar la herejía, y esta etapa finaliza con el fracaso de los medios empleados para combatirla y la firme decisión de intensificarlos.

El segundo periodo transcurre de 1204 a 1206 y se caracteriza por la provisión a los legados papales en Langvedoc de poderes extraordinarios sobre el clero local. En 1204 el rey de Francia Felipe Augusto conquista las tierras angevinas de Normandía, Maine, Anjou y Turena. Al cabo de esta etapa se admite que esos poderes extraordinarios concedidos a los legados papales fueron insuficientes.

Por último, la tercera etapa consta de 1206 a 1208 y el momento de su inicio con la llegada de Santo Domingo, la adopción de la pobreza apostólica por parte de los legados y la organización de una campaña sistemática de predicación y debates. Al arrojar pocos resultados esta etapa se cierra con el asesinato de Castelnau y la movilización de los cruzados.

En 1209 el papa Inocencio III convoca la cruzada, fue especialmente sangrienta y cruel, y acabó con miles de vidas, tanto de cátaros como de cristianos. En ese momento, los cátaros empezaron a fortificar muchos castillos-fortaleza, tales como el de Montségur, en el sur de Francia, que había sido utilizado originalmente como un lugar de meditación. Sin embargo, tras la cruzada, Montségur fue sitiado, aunque lo áspero y montañoso del terreno se lo puso difícil a los cruzados.

Los cátaros, finalmente, se rindieron el 2 de marzo de 1244, tras un asedio de diez meses, durante el cual, se cuenta, muchos soldados se convirtieron y se unieron a las filas de los cátaros. La Cruzada Albigense continuó durante once años más, hasta 1255. Desde entonces en adelante, se dejó en manos de la Inquisición erradicar de la zona el catarismo.

2.3 La Inquisición

Ya desde el siglo XII apareció una inquisición a nivel episcopal; los obispos tenían el deber de detectar los posibles herejes existentes en sus diócesis y entregarlos a la autoridad secular, para que les aplicase la pena pertinente. El poder civil, por su parte, cooperaba activamente en la persecución de la herejía, y el propio emperador Federico II, el gran adversario del pontificado, promulgó en 1220 una constitución, ofreciéndose a la Iglesia como brazo secular y estableció la muerte en la hoguera para los herejes.

Sin embargo, como la inquisición episcopal resultaba poco eficaz, el papa Gregorio IX creó en 1232 la inquisición pontificia y la confió a los frailes mendicantes, especialmente a la orden dominicana, que desde entonces tuvo como una de sus misiones específicas la lucha contra la herejía. “La inquisición hizo estragos en toda la cristiandad impuso terror y con la ayuda de los poderes públicos sumisos al papado, levanto hogueras y lleno las prisiones.”[15]

El inquisidor tenía a

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