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Explicaciones sobre la caída del imperio Inca-I capitulo

Enviado por   •  8 de Marzo de 2018  •  2.706 Palabras (11 Páginas)  •  592 Visitas

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Al conocer Pizarro, en el Cuzco, estos triunfos, los hizo publicar inmediatamente en la capital del arruinado imperio. Las noticias fueron recibidas con gran alborozo; todos dieron gracias a Dios, cuando en realidad debieron agradecer a los huancas.

Durante el año 1536 la situación de los españoles se había tomado desesperante. Sus abusos y sus desmedidas ambiciones por los metales preciosos los habían convertido en los seres mas indeseables por los cuzqueños. Esa era la razón para que Manco Inca acaudillara una rebelión contra ellos, rebelión que no solo se desarrollo en el Cuzco sino en casi todo el territorio.

Pizarro envio a Jatunsausa al capitán Alonso de Gaete, el y sus soldados se sentían tan fuertes y seguros que no prepararon su defensa ni fortalecieron el Ushno de la plaza de Jatunsausa. No les dio la gana de poner centinelas ni vigías. Tampoco enviaron espías ni corredores por los caminos para inquirir los movimientos de Quizo Yupanqui. Quizo Yupanqui arribo en la madrugada de un dia a Jatunsausa; el resultado fue un completo desastre para la guarnición de Gaete.

Pizarro se entero del desastre de Gaete y volvió a despachar a Jatunsausa al mismo pelotón de españoles al mando del capitán Godoy. La guarnición de Godoy permanecia en Jatunsausa siempre a alerta a un ataque, los cuzqueños hicieron nuevamente una verdadera carnicería en el campo hispano-huanca. Casi todos los castellanos fueron muertos. Apenas Godoy y algún otro pudieron escapar. Después del desastre de Godoy y del saqueo de Jatunsausa, Quizo Yupanqui se encamino a Lima. Quizo ataco Lima, el caudillo cuzqueño fue derrotado a lanzadas por el capitán Luis de Avalos de Ayala y a la gran ayuda de los jatunsausinos.

Pero no solo fue en Lima donde los españoles se vieron rodeados de centenares de aliados y auxiliares procedentes de diversos grupos étnicos para defenderlos del ataque de Quizo Yupanqui. En el Cuzco, Hernando Pizarro también gozaba de la misma suerte.

De Lima salió el capitán Alonso de Alvarado, con el plan de no salir de Jatunsausa sin antes dejar bien pacificada y asegurada esta zona para evitar menoscabos en agravio de los huancas. Este tuvo varios encuentros bélicos con los cuzqueños, en los cuales salió victorioso.

Luego de perder varias batallas seguidas Manco Inca quedo triste y confuso.

Alvarado decidió marchar al sur cuando don Francisco Cusichaca y don Jeronimo Guacrapaucar regresaron después de las batallas de Yuracmayo y de Comas. En Jatunsausa hizo formar a toda su gente, pero la falta de cargueros hizo que no pueda moverse, en esta oportunidad los huancas no querían ofrecerse. Algunos soldados pedían capturar indígenas otros quería ir así como estaban al Cuzco, finalmente se decidió capturar indígenas. Alvarado se portó muy cruel con sus auxiliares huancas. En realidad, los esclavizo, porque antes de salir de Jatunsausa los mando a herrar a todos.

Este acontecimiento nos indica que en realidad quienes decidieron la alianza y colaboracionismo fueron los curacas y no los jatunrunas.

La guarnición española de Alvarado, compuesta de más de quinientos soldados, estuvo en Jatunsausa 4 o más de 5 meses. En todo este tiempo las tres parcialidades les brindaron de ganado para carne, de maíz, de papa, etc. Sin embargo los desagradecidos soldados españoles, no contentos con esto, incursionaron por sus colcas y hatos de llamas, rancheándoles mucha ropa, comida y ganados.

Manco Inca derrotado en el Cuzo se refugió en Vilcapampa. Allá se dio cuenta de que gran parte de su fracaso se debía a la alianza de los huancas con los españoles. Por lo tanto se propuso castigar aquella actitud considerada por el cómo traición, la intención que traían era de masacrar a la población entera.

El choque entre tan poderosos enemigos se llevó a cabo en donde hoy en día es Huancayo; la derrota fue completa para los cuzqueños.

A pesar de las derrotas en Huancayo y Pututo, Manco Inca no escarmentaba, al contrario su ira contra los huancas iba creciendo de forma irreconciliable. Entonces decidió el mismo salir en una expedición militar.

Manco Inca a la cabeza de su poderoso ejército de cuzqueños, llegaron al pueblo de Llaxapallanca, tuvo la ocasión de ver y de conocer una vez más y mucho mejor que antes el campo de maniobras, donde los huancas habían derrotados muchas veces a sus soldados. Se propuso poner en obra el castigo más cruel y ejemplar. Su orden de exterminio y asolamiento fue difundida en su campamento castrense.

Los huancas, sin embargo, en el colmo de su desesperación y en una actitud asombrosamente heroica, porque de ello dependía la muerte o la vida de su grupo étnico, resolvieron morir pero derramando su última gota de sangre, los cuzqueños fueron vencidos; Manco Inca decidió replegarse con sus soldados hacia el sur.

La batalla de Auxiuvilca fue, pues, la batalla más sangrienta que los huancas tuvieron en toda su historia.

A pesar de todo esto los huancas no podían seguir defendiéndose solos, necesitaban de los conquistadores; Pizarro les dio dos jinetes, con esto se sintieron mejor. Manco Inca reorganizo su destrozado ejercito, recluto otros mas y a la cabeza de diez mil guerreros dio la orden de atacar nuevamente a los huancas; el desastre de los cuzqueños en esta batalla también fue total.

Desplazados los incas del escenario del Peru, para los españoles auxiliados poderosamente por miles de guerreros andinos, empezó otra historia política, económica y social. Pero si bien los capitanes españoles abusaban de la alianza hispano-huanca, Pizarro trataba de disimularlo. Por lo menos este llamaba a los huancas solamente cuando os cuzqueños con Manco Inca ponían en peligro u hostigaban a los conquistadores.

Con el asesinato del marquez, en junio de 1541, para los aliados huancas comenzó otra etapa de su historia entreguista hacia la política española. Desde entonces no iba a ser únicamente ya la proveedora de vivires y de guerreros a los servidores directos del rey de España, sino también iba a ser el refugio de docenas de leales que buscaban un escondite seguro de las amenazas y acechanzas de una serie de rebeldes, quienes empezaban a levantarse contra el monarca y contra sus representantes en el PEru.

Después del asesinato de Francisco Pizarro, los huancas siguieron colaborando con los españoles para asentar el colonialismo.

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