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Herbert, Braun, Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987

Enviado por   •  2 de Diciembre de 2018  •  1.856 Palabras (8 Páginas)  •  457 Visitas

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de una Iglesia secular, y los dos grandes partidos en la ferviente solidaridad de su oposición binaria fueron cada uno bendecido con su propia mística. Lo que hace intrigante a Gaitán, por lo tanto, es que los bipartidistas, no pudieron convivir con él y como resultado de un trabajo incesante durante las décadas de 1930 y 1940 logró romper las máquinas partidarias, en muchas maneras el metabolismo de la república, y robar lejos con su mística.

Obligado a trabajar fuera de la maquinaria del Partido Liberal, Gaitán tenía poco más que su estilo, ideas y poderes sin explotar de la cultura popular sobre los cuales dibujar. Sin duda el llamamiento que hizo dependía de sus teorías sociales basadas en la clase, sacando el discurso político de lo convencional y haciéndolo propio de lenguaje simbólico de pueblo.

Su organización política parece haber sido modelada en las líneas de un ejército con su jerarquía estricta y filas como "capitanes populares" y "combatientes heroicos", y lejos de despreciar los accesorios de la odiada oligarquía, Gaitán fue señalado como uno con el último automóvil "americano". Sin embargo, se le negó la entrada en el exclusivo Jockey Club. No era de extrañar que los pobres sintieran por él. Es una paradoja fascinante que, a pesar de su movimiento hacia la ciencia, la higiene, el progreso y el positivismo, los oponentes cada vez más temerosos de Gaitán, que dirigían los tradicionales pilares del partido de la república, lo identificaron a él y a sus seguidores como primitivistas y fascistas, para ganar la elección presidencial de 1948. No se trataba simplemente de la misión civilizadora sino de la propia existencia de la cultura. Aquí el primitivismo y el modernismo hacían extraños compañerismos. Representando a Gaitán como "el indio malicioso" (después de todo era oscuro y provenía de un hogar pobre, aunque urbano), la élite gobernante pasó a representar a sus seguidores como una chusma africana empeñada en matar blancos. Con Gaitán, el país volvería a sus raíces africanas e indias; Tal era su advertencia que cuando Gaitán comenzó a transmitir por radio, en 1948, el periódico del Partido Conservador, El Siglo, afirmó que "en los sistemas más avanzados de la modernidad, las ondas de radio se hacen para el indio malicioso".

Mientras las clases altas leían los periódicos, afirma Braun, las clases bajas escuchaban la radio. Por su parte, Partido Liberal declaró que la radio representaba la decadencia tanto de la palabra escrita como de la hablada, y por lo tanto de la cultura misma. La radio dejó al orador fuera de la vista de un público atomizado y fue esta combinación la que permitió a la radio cambiar la democracia en una sociedad gobernada por las masas. Si Gaitán no debía ser apedreado por ser demasiado cercano y apasionado con su audiencia, iba a ser condenado por ser demasiado extraño. En 1947 fue en efecto el jefe del Partido Liberal (gracias en gran parte al voto urbano) y tuvo la élite gobernante en pánico. Su ímpetu parecía imparable. El tiempo del hombre ordinario estaba a punto de comenzar. Cuando Bogotá se convirtió en el escenario del gran espectáculo de la Conferencia Panamericana de 1948, cuando llegaron jefes de estado y otros dignatarios.

Por lo que aparentemente permanecerá para siempre motivos oscuros, un solitario atacante disparó contra Gaitán en la calle de donde había venido su poder y al que sus angustiados seguidores, el pueblo, no tomaron para robar sino para destruir, como una mujer gritó, en orden "Acabar con todo". Nadie fue capaz de entrar y tomar el lugar de Gaitán. La multitud sin cabeza surgió de maneras que la perdieron, cualesquiera que fueran las oportunidades políticas creadas por el trastorno. Cuando la normalidad se restableció días después, fue a costa de una solución política que causaría un gran número de asesinatos durante las siguientes décadas de la Violencia y luego, en un extraño limbo entre dictadura y democracia manejados de la misma manera bipartidista que antes, manteniendo al pueblo como una masa resentida ahora despojada de su sueño.

El libro tomar especial interés para los lectores porque no solo cuenta los escritos normales a los cuales estamos acostumbrados, sino que toma también como referencia a los relatos orales de los participantes en la destrucción de Bogotá el 9 de abril, pero esto pudo ser más desarrollado aquí puesto que solo habla poco de los temas son en gran medida sacadas por pedacitos de información cuando seguramente lo que está igualmente en juego es el mosaico de narraciones que se cruzan en la plenitud de su imaginación y el tono de creación de leyenda. Solo de esa forma el lector incauto puede comenzar a entender lo complejo de la situación de síntesis del pensamiento y sentimiento de los movimientos a los cuales Gaitán les dio voz, con sus nociones de justicia, redención e igualdad. Esta forma de a pedacitos a los temas, se deja ver cuando Braun cita al novelista peruano Vargas Llosa en el sentido de que las historias "no se escriben para contar la vida, sino Para transformarlo añadiendo algo a él".

Una característica particularmente notable de este libro es la habilidad con la que el autor describe las estrategias y las alianzas cambiantes de la política partidaria cuando Gaitán entró y salió de las reglas del juego. Por otra parte, la manera de hacerlo del profesor Braun con su declarado objetivo de romper con la "convención de las ciencias sociales macro históricas dominó el pensamiento sobre el pasado y el futuro latinoamericanos"

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