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LA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA FUERZA ARMADA

Enviado por   •  21 de Noviembre de 2018  •  2.546 Palabras (11 Páginas)  •  407 Visitas

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Los triunfos de Bolívar y Mariño en las acciones militares de la Campaña Admirable y la Campaña Libertadora de Oriente, no lograron la integración de los patriotas de oriente y los del centro, y esa falta de unidad va a incidir en el fracaso de la Segunda República.

Esta falta de unidad entre los patriotas, que desemboca en la anarquía que divide a los republicanos y que les impidió unirse detrás de un líder, fue un problema que tuvo que enfrentar Bolívar, inclusive hasta el último momento de sus existencia.

Los principales caudillos se despreciaban mutuamente, pues cada uno creía que su versión de la causa patriota merecía el apoyo de todos los demás.

Lo que distinguió a Bolívar de todos los jefes patriotas fue la visión continental de América, que trascendía los intereses locales, así como su disposición a sacrificar los intereses de quien fuera, incluso los propios, con el fin de que dicha visión se hiciera realidad.

CONGRESO DE CÚCUTA

El Congreso de Cúcuta fue una asamblea que tuvo por objetivo la unificación de las repúblicas de Nueva Granada (Colombia) y Venezuela en una sola nación. Como resultado de la asamblea se creó lo que hoy se conoce como Constitución de Cúcuta. Fue instaurada por Antonio Nariño1 y en ella participaron Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y otros importantes próceres de la independencia. Inició el 30 de agosto de 1821 y culminó el 3 de octubre del mismo año.

La asamblea se llevó a cabo en lo que hoy se conoce como Templo Histórico de Cúcuta, el cual está ubicado en el Parque de la Gran Colombia junto con la casa natal de Francisco de Paula Santander.

Señor:2

El juramento que acabo de prestar en calidad de Presidente de Colombia es para mí un pacto de conciencia que multiplica mis deberes de sumisión a la ley y a la patria. Sólo un profundo respeto por la voluntad soberana me obligaría a someterme al formidable peso de la suprema magistratura. La gratitud que debo a los representantes del pueblo, me impone además la agradable obligación de continuar mis servicios por defender, con mis bienes, con mi sangre y aun con mi honor, esta constitución que encierra los derechos de los pueblos humanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La constitución de Colombia será junto con la independencia la ara santa, en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé a las extremidades de Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos con Colombia, después de hacerlos libres.

Señor, espero que me autoricéis para unir con los vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduría y de mi celo, nada más que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo, dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor, yo ruego ardientemente, no os mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor que me piden a grandes gritos que no sea más que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la República, al que el pueblo señale como al jefe de su corazón. Yo soy el hijo de la guerra; el hombre que los combates han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango y la victoria lo ha confirmado. Pero no son éstos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha, y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer a la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de paz, y éste debe ser el último de mi poder; porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber república donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un Gobierno popular; es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquél emana de las leyes. Cambiadme, Señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano.

juramento como presidente de Colombia

En 1821, Simón Bolívar Simón Bolívar se juramentó en Cúcuta ante el Congreso como Presidente de la naciente República de la Gran Colombia.

En Cúcuta nació el sueño unificador de Bolívar, y se definieron los principios para superar las instituciones políticas, económicas y sociales heredadas de los 300 años de vida colonial. Hasta hoy en día vale leer los protocoles del congreso por la profunda discusión sobre la organización federal o central de un país pero particularmente Colombia.

A las 11 de la mañana del 3 de octubre de 1821 Simón Bolívar entró al salón de sesiones ubicado en la sacristía de la iglesia parroquial de Villa del Rosario de Cúcuta (nombre antiguo de la ciudad). Iba El Libertador acompañado por una comisión de diputados y su estado mayor general. Tomó asiento al lado del presidente del Congreso y puestos todos de pie, juró como presidente de la República de la Gran Colombia, conformada por Venezuela y Cundinamarca, nombre asignado a la Nueva Granada.

Tras un discurso y la posesión de Francisco de Paula Santander como vicepresidente, fue leído el texto de la Constitución que le dio vida política a la República.

Simón bolívar dice en su juramento “Señor, espero que me autoricéis para unir con los vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduría y de mi celo, nada más que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo, dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor, yo ruego ardientemente, no os mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor que me piden a grandes gritos que no sea más que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la República, al que el pueblo señale como al jefe de su corazón. Yo soy el hijo de la guerra; el hombre que los combates han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango y la victoria lo ha confirmado. Pero no son éstos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha, y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer a la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de paz, y éste

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