La Economía Colonial y La Economía Hondureña en la Época Colonial
Enviado por tolero • 2 de Julio de 2018 • 4.506 Palabras (19 Páginas) • 390 Visitas
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En Honduras, minerales como el de cedros fueron famosos por la evasión masiva de pago del quito real dadas las características de la plata. Esta, amalgamada con plomo, era separada fácilmente fundida con carbón vegetal y sin recurrir a la compra de mercurio distribuido por la corona.
B. La Agricultura:
Grandes haciendas: la actividad minera creo un mercado interior para la producción colonial, tiendas hospedaje, iglesias, cantinas, albañilería, malacates escaleras, mulas cueros, etc.
En el siglos XVII, la falta de capital circulante, escasez de barcos que transportasen los metales preciosos (por la derrota de la armada invencible española a manos de la iglesia), hacen que la mayor parte de los dueños de minas trasladaran su inversión a la hacienda para el cultivo de comestibles y la cría de ganado.
Sumando a la adquisición de tierras indígenas individuales, estimulo el latifundio Una hacienda era un fundo de grandes extensiones donde se cultivaban cereales y se criaba ganado. Sus productos eran consumidos localmente y la fuerza de trabajo indígena. Aquí estos hallaron refugio de la crueldad de las faenas mineras y otros desmanes, creándose entre el dueño de la hacienda y el indígena una relación de carácter patriarcal.
La plantación: era un latifundio orientado al monocultivo de exportación con mano de obra esclava e independiente de la actividad minera.
Los portugueses en el siglo XVI, los españoles desde el siglo XVIII, los holandeses desde el siglo XVII y las colonias inglesas del sur de Norteamérica desde el siglo XVIII, desarrollaron una economía de plantaciones entre cuyos productos, de alta demanda en Europa, Encontramos tabaco, algodón, cacao y caña de azúcar.
C. El Modelo Agrícola Colonial:
Desde una perspectiva con base a la teoría de la dependencia, Manlio Martínez sugieres que la actual estructura de la economía agrícola centroamericana fue el resultado de las formas de la propiedad, técnica y orientación comercial implantadas por los españoles desde el inicio de la colonia.
El problema de la tierra fue resultado mediante la transformación de los territorios conquistados en propiedad de la corona. El estado español distribuyo su usufructo entre los colonos, la iglesia entre los colonos, la iglesia y los indígenas (tierras comunales y ejidales).
Dicha división se significó que las mejores tierras quedaron en manos de los europeos y sus descendientes (criollos) y las marginales fueron cedidas a la población local. Las primeras se consagraron prioritariamente a las actividades de exportación y las segundas a la subsistencia de la mano de obra indígena.
Quedo así configurado uno de los rasgos fundamentales del mundo rural centroamericano que persiste hasta la actualidad: la división entre economía de exportación (dinámica y dominante) y economía de subsistencia (subordinada y rudimentaria).
Los dos principales cultivos agrícolas de exportación de Centroamérica fueron el cacao (entre 1600 a 1750) y el añil (entre 1750 y fines de la colonia) que servía como colorante para la industria textil europea.
El Salvador fue el mayor productor de añil de la región, pero también en la zona sur hondureña hubo un desarrollo relativo de este cultivo. El cacao era comercializado básicamente para consumo local de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa.
El proceso productivo del añil demandaba mucha mano de obra y grandes extensiones de tierra, por lo que su expansión significo un impacto destructor muy serio para a sociedad indígena. A diferencia del cacao y otros cultivos locales, su técnica era sumamente dañina para la salud de los trabajadores. Este modelo técnico agrícola del añil, que aún se conserva hoy en Centroamericana con otros cultivos, se caracteriza por lo siguiente:
- La explotación de una mano de obra barata, no calificada.
- La utilización extensiva y depredadora (o agotadora) de la tierra.
- La subordinación o dependencia al mercado mundial a través de una elite comercial que opera con elevados beneficios que se adapta a dicho mercado de forma pasiva.
Este modelo que no propicia la creatividad tecnológica sino que más bien se beneficia de la baja calificación de la mano de obra y de tierras abundantes, permite a Martínez calificarlo como parasitario respecto a la elite terrateniente de Centroamérica.
D. La Política Agraria Colonial:
Para el historiador guatemalteco, Severo Martínez Peláez, la actual estructura concentradora de la propiedad agraria centroamericana, se originó a partir de lo cual se denomina los cinco principios de la política agraria colonial y que se resume así:
- Principio de señorío: no hay tierra sin dueño. Únicamente el rey tiene el derecho de cederlas en usufructo. A través de los conquistadores de la tierra se repartía en nombre de él y sujeta a su confirmación.
- La tierra como aliciente: la corona premiaba a los conquistadores con las tierras que ellos mismos arrebataban a los indios y con los indios mismos (a través de la encomienda).
- La tierra como fuente de ingreso para las cajas reales: después de 1591 la corona dicto órdenes para que todos los propietarios de tierra presentaran los respectivos títulos. caso contrario los usurpadores podrían conservarla pagando al rey una suma de dinero llamada composición. Con esto se puso la base para que la usurpación se convirtiera en un procedimiento normal para apropiarse de a tierra y la formación de latifundio, o en grandes extensiones de tierras en pocas manos.
- Que los pueblos de indios tuvieran suficientes tierras: este fue el único que no opero como factor de creación de latifundio. Solo de esta forma los indios podían trabajar para sustentarse, para tributar y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las haciendas y otras empresas de los grupos dominante.
- Bloqueo agrario a los mestizo: este fue un factor que estimulo el crecimiento de los latifundio porque la población mestiza pobre se vio obligada a desplazarse a las haciendas y a trabajar en ellas a cambio de tierras en usufructo bajo la condiciones que les imponían la elite criolla terrateniente.
Martínez Peláez concluye su análisis advirtiendo quedado que la disponibilidad de manos de obra indígena no aumentaba la suficiente, la elite criolla para preservarse tubo que frenar su propio crecimiento y concentrar en sus manos
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