La Política Exterior de México hacia Estados Unidos.

...

a los temas que tenía en común. Fue así que en 1994 se logró firmar el Tratado de libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con el cual las economías de México, Estados Unidos y Canadá quedaban convenientemente integradas.

Más tarde con el gobierno de Ernesto Zedillo y la llegada en 1994 de la crisis del peso mexicano se pudo constatar la estrecha colaboración de ambos países cuando Estados Unidos apoyó en la solución del problema destinando un importante paquete de ayuda, mientras que el presidente Zedillo realizó un plan de austeridad, efectivamente México no estaba solo.

Entrando en el siglo XXI la relación entre ambos países se volvió muy prospera, los beneficios para México fueron varios arreglos en temas fronterizos, exportaciones, medio ambiente, salud, desarrollo económico, entre otros. Ya contando con toda la atención y el apoyo del gobierno estadounidense Vicente Fox tomo el control de la agenda bilateral con bastantes acuerdos benéficos para México, incluyendo notables avances en la reforma migratoria que pudiera beneficiar a millones de mexicanos que viven ilegalmente en Estados Unidos.

Desafortunadamente todos los planes se vieron suspendidos luego de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001, momento en el cual Estados Unidos enfocó toda su política exterior al aspecto de seguridad lo cual dejó a México bastante decepcionado, sin embargo el sentimiento fue mutuo cuando México nuevamente hizo gala de su “política de no intervención” y no apoyo a Estados Unidos en la guerra contra Irak, por el contrario, hasta hubo incluso “llamados a la paz” por parte de nuestro país.

Cuando bajó de intensidad la llamada “lucha contra el terrorismo” de Estados Unidos, ambos países volvieron a reconsiderar la innegable interdependencia que los une, a retomar los temas de inversión, terrorismo, migración, comercio, energéticos, fronteras, combate a las drogas, entre otros.

En la actualidad la relación entre ambos países es amplia, profunda y cuenta con diversos mecanismos formales de diálogo y negociación que integran una de las estructuras institucionales más diversas y completas en el mundo. La agenda entre los dos países es amplia e incide de manera directa en ambas sociedades.

Recientemente la actual secretaria de relaciones exteriores, Claudia Ruíz Massieu, declaró que “es tiempo de evolucionar los principios de la política exterior mexicana, como el de no intervención en asuntos internos de otros países”. Resaltó que hoy se necesita innovación multidinámica para adecuarlos pues, “como cualquier otro precepto constitucional, los principios han de aplicarse para ser interpretados en el momento concreto. No son estáticos”.

Conclusión

Como conclusión podemos decir que México ha sabido construir una excelente relación con nuestro vecino del norte apegándose la “política de no intervención” emanada de la “Doctrina Estrada” en 1930. Esta política nos ha permitido lograr, principalmente, bienestar económico sin comprometer nuestra seguridad y soberanía. Pero lo más importante es que nos ha permitido estrechar lazos con otros países del mundo debido a nuestra actuación “neutral”. A pesar de eso, las nuevas ideas en la cancillería mexicana parecen indicar que nos acercamos a un cambio de paradigma en la política exterior de nuestro