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La derecha y los peronistas, 1943 – 1955

Enviado por   •  12 de Abril de 2018  •  2.158 Palabras (9 Páginas)  •  281 Visitas

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El gobierno norteamericano veía a la administración Farrell como un gobierno poco dispuesto a la cooperación, hostil y controlado por elementos pro – Eje.

Cuando a mediados de 1944 estuvo claro que Perón no podría esperar mucho apoyo de los radicales que estaba intentando sumar a su causa, se orientó en una dirección algo diferente. El 10 de junio de 1944, expuso algunas de sus ideas en la Universidad Nacional de La Plata, en una conferencia titulada “El significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar”. En esta disertación, enfatizó la importancia de desarrollar una defensa nacional sólida, basada en la capacidad del país para producir sus propios armamentos.

Estados Unidos continuó presionando al gobierno militar para que adoptara una definitiva posición pro – Aliada, desplazara a los elementos pro – Eje del país, y se encaminara hacia la restauración del régimen democrático. En apoyo a este esfuerzo, Estados Unidos hizo la promesa de reanudar los envíos de material bélico y apoyar la participación argentina en la conferencia internacional de posguerra, aun a pesar de la neutralidad de la nación durante el conflicto global.

A los ojos de la embajada norteamericana, Perón estaba trabajando por la celebración de elecciones democráticas, que intentaría ganar “con una mayoría genuinamente popular”. Éste era un deseo que Perón quería ocultar discretamente, para no agitar a la oposición militar; también es evidente que consideraba que muchos de sus camaradas y los nacionalistas eran a la vez obstáculos, blancos convenientes y herramientas útiles para el logro de este objetivo.

Como ha comentado uno de los biógrafos de Perón, Joseph Page: “la conveniencia siempre fue la prioridad en el esquema de Perón. Nunca sacrificaría la viabilidad en el altar de la coherencia ideológica”.

La política peronista frente a la derecha:

En respuesta a presiones externas e internas, el régimen de Farrell comenzó a liberalizarse gradualmente. El gobierno devolvió su autonomía a las universidades, levantó las restricciones al funcionamiento de la prensa y los partidos políticos y fijó la fecha de las próximas elecciones para restablecer la vigencia de la Constitución.

El nuevo embajador norteamericano, Spruille Braden consideraba que Perón era un anacronismo fascista y temía que una Argentina bajo su control se transformara en un paraíso para los fugitivos nazis y en plataforma de lanzamiento para una nueva aventura de conquista mundial.

Una creciente oposición al régimen Farrell – Perón produjo una grave crisis en octubre de 1945. Una combinación de oficiales nacionalistas y liberales del Ejército, con la ayuda de algunos civiles se movilizaron para forzar – el 9 de octubre – la renuncia de Perón, quien fue puesto bajo arresto por el Ejército. Después de unos días dramáticos y caóticos, el 17, una enorme manifestación obrera liberó a Perón de su encarcelamiento, éste anunció entonces su candidatura presidencial para las elecciones de febrero de 1946.

Los partidos tradicionales formaron una coalición denominada Unión Democrática – integrada por radicales, demócratas progresistas, socialistas, comunistas y algunos conservadores – para oponerse a la candidatura de Perón. Perón tuvo el apoyo del Partido Laborista y de la mayor parte de la estructura sindical.

Para los nacionalistas, Perón era, evidentemente preferible a su antagonista de la Unión Democrática, el radical José Tamborini.

La respuesta nacionalista al peronismo:

Durante la primera mitad del gobierno de Perón, los nacionalistas tuvieron poco que objetar. De hecho, en ciertas áreas parecía como si Perón estuviera siguiendo estrictamente la agenda que los nacionalistas habían instalado. Por ejemplo, sus decisiones en política económica de tinte nacionalista – particularmente la compra de los ferrocarriles británicos en 1948 – tuvieron la aprobación general de los nacionalistas, aunque algunos opinaban que las condiciones de pago eran demasiado generosas con los antiguos dueños. La política exterior de Perón, basada en un ejército poderoso, buscaba desempeñar un papel dominante en América Latina; la adopción de la llamada “Tercera Posición”, también contó con con la aprobación nacionalista. Además, Perón fue un nacionalista en el sentido amplio del término. Constantemente ponía de relieve la importancia de la patria, diciendo que todos los intereses individuales debían subordinarse a los de la nación. Se preocupó por atenuar los conflictos entre Buenos Aires y el interior, amalgamando los intereses de porteños y provincianos – representados por el viejo inmigrante y los migrantes internos –, no sólo otorgando beneficios concretos, sino también apelando a las nacionalistas tradiciones del criollo. Como antimarxista, puso el acento en la necesidad de unidad nacional mediante la conciliación de clases en lugar de la lucha de clases.

Para algunos nacionalistas, Perón era excesivamente democrático y estaba demasiado comprometido con un gobierno popular, dirección que no consideraban adecuada para el Estado argentino. Algunos también creían que Perón debía haber promovido la conformación de una elite competente para manejar los asuntos de la nación y dirigir su destino, en lugar de rodearse de individuos que – para los nacionalistas – eran burócratas incompetentes y sin preparación.

El deterioro de la situación económica argentina – debido al fin de la bonanza de posguerra – era el resultado, según los críticos de la impericia del gobierno en el manejo de políticas económicas y sociales. A finales de 1951, el general nacionalista Benjamín Menéndez organizó un fallido golpe de Estado que fue una señal del descontento y del provenir. Con el agravamiento de la crisis económica, Perón se vio obligado a negociar ayuda económica y financiera con Estados Unidos y permitir que empresas norteamericanas – particularmente del sector petrolero – tuvieran más acceso a los mercados y recursos argentinos. Estas concesiones fueron duramente criticadas por los nacionalistas, tanto de izquierda como de derecha. Después del fallecimiento de Evita en 1952, Perón se vio envuelto en algunos escándalos relativos a su vida privada – como el affaire de las estudiantes secundarias – que no sólo motivaron el rechazo de los nacionalistas católicos, sino también de muchos peronistas que veían maltratada la venerada imagen de su difunta esposa. Este declive económico y moral general también hizo que el excesivo aumento del empleo

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