La prostitución en Colombia.
Enviado por Helena • 28 de Junio de 2018 • 2.439 Palabras (10 Páginas) • 331 Visitas
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públicas retornarían a la conducta moralmente aceptada. Las medidas tomadas por la municipalidad, el control médico y policial mostraron concurrencia ya que se presentaron de 1924 a 1930 10.234 casos en donde las mujeres públicas acudían al examen semanal.
Para 1930- 1940 Luz Leiby Ñañez y Paola Lenis revelan las maneras en que las mujeres públicas de Cali, en la década de 1930 a 1940, disputaron con otros actores sociales un espacio para la habitación y trabajo, a partir de las demandas que se originaron por el establecimiento de un orden urbanístico en la ciudad. Las políticas gubernamentales se concentraron en crear una reglamentación (moral- política) que mantuviera dentro de la estructura social, ciertos valores (buenas costumbres), como fórmulas de control y sujeción, para evitar que dentro del uso cotidiano del espacio, se dieran perturbaciones en el orden público, amenazando, las nuevas formas de vivir, sentir, y apropiarse de la ciudad.
Lo anterior determinó, que para el contexto de la ciudad (1930 -1940), se restablecieran dentro del perímetro urbano, la creación de zonas de Habitación (tolerancia), para que residieran, los actores sociales (mujeres públicas), que por sus conductas sexuales y modos de vida, se encontraron fuera de los comportamientos socialmente admitidos. Por medio de una disposición normativa se implementó dentro de la Configuración del espacio político de la ciudad, la aparición de una zona “excepcional” para el disciplinamiento y vigilancia de mujeres públicas, un sector de llamados “pobres”.
A raíz de la delimitación de la zona de habitación de 1931, los diferentes actores sociales disputaron por la reglamentación que estableció este lugar para que las mujeres públicas ejercieran la prostitución, puesto que este era un sector residencial y comercial. Para ello se decretaron medidas de control y vigilancia sobre este espacio a través de la producción de normas: reglamentación, prohibicionismo y abolicionismo. En Colombia, la actividad sexual que ejerció la mujer pública, no fue considerada como un acto ilícito, situación que determinó la necesidad de implementar dentro de la sociedad, una reglamentación entorno al oficio de la prostitución, con el fin de controlar y regular aquellos comportamientos sociales, que se encontraban al margen de los códigos de conducta socialmente admitidos. Las disposiciones en la normatividad a nivel nacional se observaron en la salud pública por medio de la clínica antivenérea y el control del servicio de sanidad, y en la policía por medio del control y vigilancia del comportamiento y el control de uso del espacio público.
Para el contexto colombiano en general Diana Obregón examina la lucha del campo de la medicina colombiana contra las llamadas enfermedades venéreas entre 1886 y 1951, un período en que el país estaba en proceso de urbanización, crecimiento demográfico, iniciando en la industria, así como en la creación de una clase media y un proletariado urbano. En este contexto los médicos encontraron una estrecha relación entre la propagación de la sífilis y la gonorrea y el aumento de la prostitución en las ciudades. Al final del siglo XIX, los médicos y los organismos de salud pública suponen que la prostitución era inevitable, por ello en 1907 se encargaron de que se legalizara y se abrieron dispensarios para aplicar la terapia de mercurio y el tratamiento con compuestos de arsénico. A partir de los años 1930 y 1940, el tratamiento de las enfermedades venéreas se vio como deber del Estado necesario para proteger "la raza", la civilización y el progreso, más adelante en 1950, el uso eficiente de la penicilina hizo que la cuestión de la prostitución se plantea en términos más morales y estéticos, lo que conllevo al fin de las normas que regulan su práctica, al menos en Bogotá.
A finales del siglo XIX La medicina en Colombia se convirtió en una profesión respetable, que permitió a los médicos ciertas atribuciones sobre la sociedad, los médicos tenían la potestad de regular comportamientos, definir conductas como normales o patológicas y establecer normas para el conjunto de la población. Algunos médicos juzgaron la prostitución como un mal inevitable, otros la percibieron como un terrible vicio, un cáncer social, una plaga generadora de enfermedades que había que extinguir y no escatimaron esfuerzos en su lucha contra ella. La prostitución inquietaba a los médicos y a las autoridades de higiene por ultrajar el pudor, la moral cristiana y por ser promotora de sífilis y otras enfermedades venéreas. En el siglo XIX los médicos vieron que la prostitución era de tales dimensiones que se debía reglamentar estableciendo unas normas para su ejercicio desde 1907 hasta mediados del siglo XX que se impuso la abolición en Bogotá.
Para finales del siglo XIX, la sífilis era concebida como una enfermedad merecida, que se adquiría por el coito impuro, un castigo de la vida pecaminosa, a pesar de ello, este castigo no se limitaba solo a las personas que practicaban el coito impuro, sino que se extendía a la familia de aquellos hombres y mujeres pecaminosos, impactando a mujeres y niños inocentes, convirtiendo la prostitución en un problema social a cargo del Estado. Para ello en Bogotá se estableció en 1886 un servicio especial en el hospital San Juan de Dios para enfermedades venéreas y sifilíticas, con el fin de examinar a las prostitutas enviadas por las autoridades, porque muchos médicos sostenían la idea de que las mujeres públicas trasmitían las enfermedades venéreas a sus clientes. Para combatir la sífilis se montó en el hospital un dispensario para consultas gratuitas, remedios y visitas para los pobres.
Además del dispensario en Medellín y Bogotá se tomó como medida reguladora de la prostitución la expulsión de mujeres prostitutas a una zona de colonización, con el fundamento que el confinamiento era una buena medida. Simultáneamente se comenzó a generar una reglamentación entorno al ejercicio de la prostitución, que genero posiciones en contra ya que esta afectaba la libertad individual y organizarla por medio de las leyes seria fomentar el vicio.
En 1905 en oficina imperial de sanidad de Alemania hallaron en el salvarsán un compuesto arsenical que causaba la desaparición total de los síntomas sifilíticos, para el 1917 la clínica municipal de enfermedades venéreas y sifilíticas de Bogotá optó por el uso del salvarsán para combatir la sífilis, sin embargo este medicamento con el tiempo resulto demasiado toxico y pronto comenzaron a reportarse fallecimientos por su uso. Ante esta alta toxicidad surgieron nuevas investigaciones que dieron como resultado otro compuesto arsenical, el neosalvarsán cuya droga al igual que la anterior
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