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POLÍTICA Y EDUCACIÓN EN EL ESTADO INCA

Enviado por   •  17 de Mayo de 2018  •  3.398 Palabras (14 Páginas)  •  457 Visitas

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La gradación de los grupos de edad fue compleja; desde el nacimiento hasta la más extrema vejez comprendían, según diferentes cronistas, diez o doce categorías, denominadas a partir de la capacidad productiva de sus integrantes. Desde el bebé de cuna quiraupi cac, hembra o varón, hasta el rocto macho “viejo sordo y dormilón” de ochenta años en adelante, (punoc paya, “vieja que entiende sólo dormir y comer”, mujeres de la misma edad), todos tenían su lugar, sus derechos y sus obligaciones.

II.DE LA FAMILIA A LA COMUNIDAD

A partir de los diez o doce se iban incorporando más al ámbito de la comunidad o ayllu bajo la dirección de los mayores que ya habían cumplido cincuenta años y habían dejado de participar en los trabajos exigidos por el Estado a los que se encontraban en el momento óptimo de aptitud, entre los veinticinco y los cincuenta. Era éste el grupo de los Auca que estaban en la edad de llevar armas, o Purej “el que camina”.

Hasta llegar a esa edad de veinticinco, y desde los diez o doce iban pasando por varios estadios en los que recibían la formación que los iba a convertir en Auca o Purej. La experiencia de los mayores les inculcaba junto a los principios de respeto a la edad, los de austeridad, disciplina, obediencia y conciencia de responsabilidad, al mismo tiempo que el adiestramiento en los distintos oficios, bajo una reglamentación minuciosa, y una educación física que los capacitaba para el ejercicio de las armas y para desempeñar funciones específicas, como la de mensajeros, chasquis, que exigía la preparación de buenos corredores. El Estado prescribía que la coordinación de estas funciones educativas de los mayores estuviera coordinada por los curacas a los que el Inca ...encomendaba que en sus tierras no hubiese ociosidad en los mancebos ni en las mujeres.

Por lo que se refiere a las muchachas, las cotorastaque, de “cabello corto” desde los doce años hasta que llegaban a la edad casadera, también recibían la misma cuidadosa preparación que bajo los mismos principios que la de los varones era responsabilidad que los curacas confiaban a las mujeres mayores, todavía no ancianas, que las iniciaban en el arte del tejido, en principios de economía doméstica, o como ayudantes de tareas agrícolas o de pastoreo.

No se descuidaron, por otra parte, los aspectos de una formación que incluía también en esta fase de aprendizaje básico y común para los jóvenes de ambos sexos, la adquisición de conocimientos, siquiera fuera a nivel elemental, de la lengua y la música, que fue un componente fundamental en las formas de expresión de los comportamientos sociales. La uniformidad de principios y modelos educativos era un propósito que los señores del Cuzco persiguieron como un objetivo en aplicación de su política de expansión que se sustentó tanto en la conquista de nuevas tierras como en la difusión de su cultura entre los nuevos súbditos. Para ello, y como medio no violento de sojuzgar, utilizaron el sistema de desplazar a las tierras recién incorporadas grupos familiares completos11 que facilitaban la difusión, asimilación por los vencidos, de las formas de vi- da tradicionales en los grupos ya incorporados a la cultura inca a partir del control de la educación básica en el ámbito de las familias.

Porque esta educación básica iba más allá de la aplicación de nuevas técnicas de aprendizaje o adiestramiento. El pragmatismo que pretendía conseguir la eficacia y la rentabilidad laboral tenía también su aspecto de formación de la conciencia colectiva con el establecimiento de unas normas cuyo enunciado recogen varios cronistas: “no seas ladrón”, “no seas mentiroso”, “no seas ocioso”.

Además, y por encima de todo, había un espacio para la formación en ideales de conducta en la práctica habitual de los rituales que marcaban el ritmo de los trabajos, especialmente los agrícolas, y los acontecimientos de la vida social, entre los cuales tenían una especial relevancia para la formación de los adolescentes las ceremonias en las que ellos mismos, como en la celebración del Ruttu-Chicuy, eran los protagonistas. Se trataba de los ritos del paso a la pubertad que significaban su ingreso en la edad adulta. A diferencia del que les había introducido en la infancia “activa”, éstos tenían un carácter diferente si se trataba de mujeres o de varones, y adquirían mayor solemnidad y complejidad en el caso de los varones de las elites.

Siempre significaban el reconocimiento de la madurez, fortaleza y habilidad que habían alcanzado en su formación previa, que los capacitaba para seguir avanzando en su perfeccionamiento social, hasta convertirse en cabezas de una nueva familia. La diferencia de funciones asignadas a hombres y mujeres se resaltaba a partir de la superación de las pruebas a las que en medio de complejos rituales debían someterse.

Profundizar en el análisis del simbolismo que entrañaban estos rituales excedería los objetivos de tratar el tema que se está exponiendo, que es el de la educación, pero es oportuno insistir en la importancia de la diferenciación sexual y de estatus, y la ritualización de funciones que caracterizaron a la organización de la sociedad incaica. Por otra parte, hay que subrayar que en ésta los rituales se regían por un código ético, físico y gestual que pretendía garantizar el orden y el equilibrio de su mundo. Para las muchachas el ritual del Quicochicuy, al igual que el del primer corte de pelo en la infancia tenía un carácter individual, y como aquél, se celebraba en el estricto plano familiar cuando se presentaba la primera menstruación de las muchachas.

III.LA FORMACIÓN DE LAS ELITES

Se creó un centro educativo, o dicho con mayor precisión, una institución que requería de la implantación de centros educativos para formar en ellos a las jóvenes a las que el Estado seleccionaba para asignarle puestos y responsabilidades específicas en cada uno de los planos de actuación que requería el equilibrio y el buen funcionamiento del resto de las instituciones en los niveles de la política, la economía y la religión, tan íntimamente relacionados entre sí, que ninguno podía mantenerse independientemente de los otros.

Se trata de la institución de las aclla o mujeres escogidas, cuya preparación requirió de una infraestructura más compleja que la de los hombres para la que fue suficiente la instalación de un único Yachay-huasi en el Cuzco.

Este centro fue la gran escuela donde los hijos de la nobleza recibían la educación adecuada a su rango bajo una rígida disciplina y lejos del entorno protector de la familia, una

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