Trabajo Práctico de investigación Historia de las Artes Visuales I

...

El siguiente anillo está compuesto por los 20 meses del calendario. “Un anillo de quincunces, otro de plumas y colgantes preciosos caracterizan la pieza. Asimismo, encontramos los 4 signos direccionales que alternan con otros cuatro rayos solares. Finalmente y como cenefa que bordea al disco en su totalidad, dos serpientes de fuego cuyas colas casi tocan un cartucho con la fecha “13 caña”, de sus bocas, en el extremo inferior, asoman los rostros de dos divinidades, tal vez el sol de la mañana y el sol de la tarde, dado que las serpientes de fuego encarnan al animal mitológico que acompaña al sol en su viaje por el firmamento, defendiéndolo de las potencias negativas que lo acechan y amenazan con devorarlo en los eclipses.”[2]

Esta obra es una prueba fehaciente de los conocimientos matemáticos y astronómicos de los Mexicas, asimilado y sintetizado de las culturas que los precedieron y que los perfeccionaron adaptándolos a su cosmovisión. Según Gendrop también se configura como una metáfora de la estructura urbana y el poder político de Tenochtitlán, ya que por su esquema compositivo se puede ver como un reflejo de la propia ciudad edificada en torno a un centro ceremonial aglutinador de las diferentes facetas de la vida, que influyo en los lugares más apartados de Mesoamérica.

El posclásico tardío (1200 – 1520 DC) se caracterizó por el predominio Mexica, gobernados por una elite político sacerdotal ( pueblo provenientes del mítico pueblo Aztlan) y la triple alianza efectuada en 1428 (Tenochtitlán, Tlacopan y Texcoco) por sobre las demás culturas de Mesoamérica, proceso que llevo varios años, luego de que el pueblo azteca migrara hasta dar con su lugar que su dios Huitzilopochtli (deidad del sol y de la guerra) les había prometido, sin dejar de lado sus antecedentes toltecas y dotes guerreras. Edificaron la ciudad respondiendo a patrones del movimiento solar, dividida en 4 cuadrantes y 4 calzadas que comunicaban a la ciudad con la costa del lago, junto el centro ceremonial al medio, misma diagramación que la “Piedra de los soles” por lo que podemos establecer una relación directa entre esta obra y la diagramación de la ciudad, siguiendo un orden divino y mítico respondiendo a una concepción espacio-temporal. El templo mayor en el centro. [pic 5][pic 6][pic 7]

Se estima que Tenochtitlán alcanzo una población de 700.000 personas

Dos de las cosas más importantes para los mexicas eran la astronomía (por una importancia real y simbólica del movimiento de los astros para la comunidad) y el computo del tiempo para tener exactitud y desarrollar su concepto de historia, ambas cosas manifestadas en la producción artística.

Los tiempos calendáricos marcaron la vida mesoamericana. Antes de emprender la siembra, recolección, la guerra, los viajes, etc. se consultaba el tonalámatl (libro de registro de los días). Así mismo la vida de cada persona dependía del día de su nacimiento, hechos que brindaron de gran poder político y manipulación a quienes conocían el significado de los calendarios.

“Los mexicas pensaban que muchos mundos sucesivos habían precedido al nuestro y que cada uno de ellos se había hundido en cataclismos en el curso de los cuales la humanidad había sido exterminada: esos cataclismos son los “cuatro soles”; la edad en que vivimos es el quinto. Cada uno de esos soles aparece señalado en monumentos como la piedra del sol”[3]

La primera función de los hombres, específicamente de los guerreros “Águilas” y “jaguar” era dar alimento a los dioses, muchas veces a través del sacrificio humano. Sacrificio que no estaba inspirado ni por la crueldad ni por el odio, sino que respondía a su eje de cosmovisión para responder a la inestabilidad de la constante amenaza al mundo, el sacrificado era un mensajero enviado a los dioses. Porque el Sol necesitaba ser alimentado continuamente para mantener su curso y la continuidad de la época del Quinto Sol.

Su conciencia de pueblo elegido o “pueblo del sol” fue lo que les permitió alcanzar su esplendor artístico, mítico y social fundiendo en síntesis el arte de Mesoamérica remontándose hasta la cultura Olmeca.

Cada objeto producido por lo mexica aportaba con su escena o motivo en alusión a algún aspecto del entramado constituido por el mundo ideológico mexica, como reflejo de las concepciones cosmológicas, religiosas, políticas y sociales.

“Existía un calendario astronómico de 365 días, complementado por otro de carácter ritual, de 260 días. Funcionaban como dos ruedas dentadas de distinto diámetro que cada 52 años coincidían de nuevo. Comenzando en ese momento una época renovada: instante de renacimiento y regeneración, acceso a un ciclo dialectico basado en el principio del eterno retorno, umbral de otro largo periodo de 52 años”[4] Esto nos demuestra que la cultura mexica tenía una concepción cíclica del tiempo.

Cada esos 52 años tenían lugar ceremonias rituales del Fuego Nuevo en la que se esperaba un nuevo periodo o que acabara la vida del hombre el mundo. Renacimiento del sol representado por la obra conocida como “haz de leños” forma recurrente y varias veces representada, otro icono recurrente es el jaguar como símbolo de la noche y de la tierra.

Volviendo a la escultura, siendo una conjunción del poder político con la religión y la cosmología es que se manifiesta como lenguaje, vinculo para comunicar el pensamiento oficial y manifiesto de símbolo de poder. Así también la música y la danza fueron actividades de difusión y jugaban un importante papel en las ceremonias y rituales.

Comparación y conclusiones:

Una metáfora del tiempo, una visión cíclica de la vida como manifiesto de la relación del hombre con su que hacer, testimonio representando de una época, de un pueblo, una persona, una cosmovisión integrada cargada de significantes. La obra precolombina “piedra de los soles” es una metáfora de todo lo nombrado anteriormente en tanto abstracción de siglos de pensamiento mesoamericano, impregnada de esa carga simbólica e iconográfica que para el pueblo mexica remitía a un orden para mantener la continuidad de la vida. Asimismo en la obra “amantes perfectos” el artista conceptualizo la concepción cíclica de la vida occidental contemporánea (diferentes ciclos que se establecen en la formación académica/profesional, laboral, etc. marcado en la cotidianidad y de forma general). Tanto este como el mexica responden al seguimiento cíclico del tiempo. La obra de Félix también nos transmite su incertidumbre en cuando a la vida y la pareja, es una metáfora, en dos aparatos