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Trabajo de la civilización Inca - campo social.

Enviado por   •  10 de Abril de 2018  •  3.981 Palabras (16 Páginas)  •  430 Visitas

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Cuatro caminos, perfectamente resguardados por vigilantes que controlaban la entrada y la salida de gente, conducían hacia las cuatro regiones o suyus denominadas Chichaysuyu (norte), collasuyu (sur), antisuyi (este) y contisuyu (oeste). Ellas dieron origen al nombre de Tahuantunsuyu o imperio de los cuatro suyus, con que se conoce al incario.

Los suyus, enlazados por el Cuzco, se dividían en provincias o huamani que, generalmente, coincidían en su delimitación con la superficie que pertencia al reino, señorío o tribu antes de ser incorporada al imperio. En su capital, dividida en mitades, al igual que el Cuzco, residía el gobernador o tocricoc.

Los incas procuraron abarcar todo el mosaico de regiones geográficas, dominando una multitud de pueblos que poseían sus propias costumbres, lengua, religión o historia.

El imperio, de tal modo, se transformó en real síntesis del pasado cultural de los andes centrales, y los incas en herederos de tecnologías y conocimientos cuyos orígenes se remontaban a las primeras aldeas surgidas unos 3000 años antes que ellos arribaran al Cuzco. La acción civilizadora, entonces, solo se encontraba en los relatos legendarios con que trataban de ensalzar su actuación.

Utilizando las sendas y caminos existentes, crearon una extensa red vial que unió todo el imperio. Puentes colgantes permitían el acceso hasta las más escarpadas regiones. Junto a ellos, cada cierto trecho, levantaron tambos o posadas donde los viajeros podían descansar y proveerse de alimentos. Estos caminos del inca eran recorridos por rápidos mensajeros, los chasquis, por medio de quienes se enviaban órdenes o recibían informaciones acerca del estado y sucesos de las provincias imperiales.

Al morir el soberano, un consejo, encabezado por los gobernadores de los cuatro suyus, los sututoc-apu, se reunían para designar al sucesor entre sus hijos legítimos. Como tales se consideraban solamente a los nacidos en la unión de difunto con una hermana.

El elegido heredaba, sin embargo, solo el cargo, permaneciendo en manos de los otros descendientes, legítimos o no, los bienes y sirvientes que el había acumulado en vida.

El emperador electo debía, pues, localizar tierras, minas y servidores en regiones que no formasen parte del patrimonio de los reyes anteriores. Por ese motivo una de sus primeras preocupaciones era emprender conquistas a fin de forjarse las rentas indispensables para cumplir con los deberes que encerraba el cargo y para dotar a su familia cuando falleciese. De ahí que la expansión de las fronteras imperiales este, la mayoria de las veces, asociada con la sunción del mando de cada soberano.

Como señal de conquista los incas se apoderaban de las tierras de sus vencidos. Luego procedían a dividirla en tres sectores asignándolos al estado, la iglesia y la comunidad. El emperador solía reservarse, para sí y para legar a su familia, vales o terrenos muy fértiles conjuntamente con los yacimientos minerales y gente para su servicio.

La población derrotada recibía, sin embargo, el derecho a Usufructuar parte de sus antiguos territorios, en compensación se comprometía a labrar las tierras del Estado y de la Iglesia, almacenando las cosechas enormes bodegas o colcas. De ellas se extraía lo necesario a fin de mantener a quienes laboraban para el Estado, a la corte y a los funcionarios civiles o religiosos, también proporcionaban alimentos a los soldados que pasaban por el sector y a las deidades. En caso de sequias, heladas o malas cosechas ellas nutrían a las poblaciones afectadas.

La producción agrícola, minera o el cuidado del ganado eran tarea que recaía sobre las poblaciones conquistadas, constituía el tributo pagado por el derecho a usufructuar de las tierras comunales. Las faenas tributarias consistían en servicios regulares, que afectaban a toda la población casada menores a 50 años, y en que trabajos extraordinarios, requeridos en cierto momentos, con fines específicos, y que atañían solo a un grupo de la comunidad. Sus formas de expresión más características fueron la mina y la mita.

A objeto de regular la mina y la mita, base de la economía imperial, la población fue dividida en 12 grupos de edades, separados por sexo, asignándoles diferentes tareas. Las más importantes recaían sobre los casados menores a 50 años. Estos, estaban agrupados en unidades decimales al mando de una jerarquía de jefes que debían dar cuenta de su misión al superior inmediato.

El núcleo de dicha organización era el purej, jefe de familia que tenía la tuición sobre su grupo familiar; cinco familias dependerían del pisco-camayoc, diez del cunca-camayoc, 50 del pisca-chunca camayoc, 100 del pachaca camayoc, 500 del pisca-pachaca camayoc, 1000 del huaranga camayoc, 5000 del pisca-huaranga camayoc y 10000 del hunu camayoc.

Los grupos mayores eran regidos por funcionarios imperiales. Recayendo sobre los casados la mayoría de las tareas encomendadas por el Estado, el inca, por intermedio de visitantes reales, obligaba a que en cada pueblo contrajesen matrimonio quienes, siendo solteros, estaban en condición de hacerlo según las costumbres locales. El hombre común solo podía tener una esposa, la nobleza y los jefes, en cambio, poseían varias, adquiriéndolas a través de donativos del monarca.

En el mundo andino, el núcleo social y político de cada pueblo era el ayllu, lo conformaban grupos de familias emparentadas entre sí por la común descendencia de un antepasado mítico o la proveniencia de un mismo lugar. El ayllu poseía tierras, ganados, pastos, y bosques, ejerciendo sobre ellos una propiedad colectiva.

Toda persona, por el solo hecho de nacer en él, tenía acceso a los bienes comunitarios, distribuidos por el jefe entre las diversas familias en forma proporcional a sus miembros. Este derecho implicaba, sin embargo, asumir, también, obligaciones: participar en los trabajos comunales y cooperar en las festividades religiosas.

Sobre esta estructura tradicional, el imperio incaico coloco a un curaca, funcionario estatal perteneciente al propio ayllu, quien ejercía el poder en nombre del emperador. Los ayllus estaban divididos en familias o linajes. Los más importantes eran aquellos fundados por cada monarca, recibían el nombre de panaca, el ayllu real al momento de la conquista española, estaba compuesto por once panacas.

Los incas heredaron una tradición agrícola que se remontaba a unos 3000 años antes de la formación del imperio. Durante ese lapso se habían desarrollado los sistemas de irrigación artificial en la costa y los cultivos en andenes o terrazas en las laderas de los cerros. Los incas ampliaron aquellas

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