Un rifle, un hacha, Nosotros el pueblo.

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La línea fronteriza constituía un punto de encuentro entre lo salvaje y lo civilizado. La selva imponía esta forma de obrar; el hecho de no haberlo hecho habría significado la muerte segura.

Esta batalla en la selva le enseñó al pionero a ser independiente. Se procuró víveres, refugio y vestimenta, sabía lo que quería y se propuso obtenerlo, era su propio amo. El pionero tenía autoconfianza; se había quedado y salido airoso, estaba orgulloso de sí mismo.

Creía que un hombre era tan bueno como otro y aprendió a valorar a los hombres no según su rango, sino por lo fuesen capaces de hacer y aprendieron a no temerle a la novedad. Llevaban una vida sencilla. Sus modales eran directos, creían en la igualdad y en la libertad.

Entre tanto ¿qué ocurría con los indios? No pudieron detener a la horda, pelearon, fueron derrotados y obligados a retroceder hacía el interior; el gobierno negoció tratados con ellos para indemnizarlos por las tierras de las que se habían apoderado los colonos, pero posteriormente, los dejaron desamparados.

El valle que invadió esta muchedumbre contenía un maravilloso y fértil suelo. Al principio el gobierno ofreció la tierra en venta de dos dólares por acre, situación que no resultó dada la pobreza de los colonos. El gobierno dispuso de otro arreglo con el que un hombre sólo necesitaba 80 dólares para iniciar su vida en el Oeste. Pero para la mayoría, 80 dólares representaba mucho dinero, a lo que había que añadir el costo del viaje.

Ello dio por resultado una deuda por varios centenares de dólares, pues el Oeste fue colonizado por personas que terminaron contrayendo deudas monetarias y era común que surgiese un encono entre estas y los prestamistas. De esta forma, el Oeste deudor aprendió a odiar a las clases adineradas del Este.

Puesto que en el Oeste pionero, casi todo mundo vivía de la agricultura, no podían venderse productos entre sí, debiendo buscar un mercado exterior. A raíz de ello los colonos clamaban por caminos, canales o cualquier ruta en buen estado que facilitase, acelerase y abaratase el viaje y el transporte hacia el Este.

La Ruta Nacional fue la primera gran carretera construida por el gobierno, más tarde se dio la construcción de canales y posteriormente el ferrocarril. Pronto el Mississippi se vio surcado por infinidad de barcazas hasta Nueva Orleans, pues constituía una salida al mar, imperiosa para los granjeros.

En 1800, España se vio obligada a ceder Luisiana a Francia y en 1802, el puerto de Nueva Orleans quedó clausurado, lo que significaba la ruina para los agricultores norteamericanos. No obstante, Napoleón en vísperas de reiniciar su guerra con Inglaterra, sabía que la armada inglesa se apropiaría de Luisiana, En consecuencia, ofreció vender a los Estados Unidos por la suma de 15,000,000 de dólares toda Luisiana.

Y eso no fue todo, en 1819, se compró a España la Florida y en 1821, Moses Austin, obtuvo una franja del territorio de Texas que entonces pertenecía a México, y en dónde se daría un acre por 12 centavos de dólar, por lo que para 1830 ya había cerca de 20,000 norteamericanos en territorio texano. Librándose después une guerra de independencia entre mexicanos y texanos que en 1836 se declararían independientes para luego solicitar su anexión a los Estados Unidos.