“VALPARAÍSO Y LA GRAN GUERRA: ¿EL DECLIVE DE UN GIGANTE?”
Enviado por tomas • 26 de Marzo de 2018 • 3.244 Palabras (13 Páginas) • 433 Visitas
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Como consecuencias de este conflicto tenemos que, económicamente hablando, el comercio se paralizó ya que, se hacía casi en su mayoría por mar, y a que hubo una destrucción considerable de materiales. Muchas industrias se vieron profundamente afectadas y necesitaron de inversiones significativas para volver a funcionar. En cuanto a lo político, se modificaron algunas fronteras, territorios pasaron a manos de otros y surgieron nuevos estados.
Demográficamente, tenemos la clara disminución en la población. Hasta ese momento, la Primera fue la guerra con el mayor número de muertos históricamente (llegando a los 20 millones), además del claro contingente de soldados heridos y/o inválidos. Como de los 20 millones, la mayoría eran soldados, la población masculina sufrió una baja, lo que trajo como consecuencia una disminución en la natalidad y el envejecimiento de la población total. Esto nos lleva a una consecuencia social: la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Frente a la guerra, Chile se declaró neutral, sin embargo, no se le dio mayor importancia ni se respetó, peleándose batallas en nuestro territorio.
En el siguiente apartado se profundizará en las consecuencias a nivel local y se analizará si corresponden a causas del declive de Valparaíso como puerto principal del Pacífico.
DESARROLLO
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DE LA ECONOMÍA
Durante la primera declaración de guerra que comenzó el conflicto global, Chile era uno de los países de la región Sudamericana con mayor desarrollo, “su ingreso per cápita se aproximaba a los 1.000 dólares (moneda de 1980, US*), sus exportaciones (también per cápita) llegaban a US* 335 (cifra que, con la excepción de 1929, no fue superada sino hasta 1979)”[1] constituyendo este ítem más de la mitad del dinero recaudado por el Estado que cobraba derechos aduaneros de exportación; sin embargo, no todo es positivo: el sistema capitalista exportador generó fuertes desigualdades, desempleo y privilegios exclusivos para la élite, causando conflictos que serán expuestos más adelante. Por tanto, Chile, al igual que los países que lo rodeaban, contaba con una economía hacia afuera en donde se dependía de las ventas de materias primas al Viejo Continente y se recibía a su vez, productos elaborados.
El propulsor del gran crecimiento y desarrollo que vivió Valparaíso y el fundamento de nuestra economía en aquel entonces fue la actividad minera, específicamente, el salitre: “gracias a los grandes depósitos del norte, con alto contenido y de fácil acceso al mar (los grandes yacimientos se encontraban a una distancia de entre 40 y 80 kilómetros del océano), Chile pronto se transformó en el mayor productor de nitrato del mundo”[2], exportando desde Valparaíso en grandes cantidades a diferentes partes del globo, donde era utilizado como fertilizante y también, a partir de 1914 especialmente, para fabricar explosivos.
Por otra parte, sabemos que Valparaíso actuaba como conector de Chile con el mundo y era el motor de una economía de exportaciones que se ve truncada por la Gran Guerra, evento que la paralizó en el corto plazo y que puso término a vínculos comerciales de escala mundial. Bajo las palabras de Albert, “en agosto de 1914 hubo un virtual colapso total de la infraestructura financiera y comercial en la cual se sustentó el comercio mundial” [3] y en la que Chile se apoyó. Este colapso fue tan grande que encontrar servicios básicos era dificultoso, el trasporte marítimo era escaso, los seguros dispararon sus precios convirtiéndose en bienes escasos, los bancos dejaron de otorgar créditos y se suspendió el comercio, tanto de importación como de exportación.
La suspensión de las exportaciones se ve reflejadas en el anexo 2, cuadro anual comparativo de la exportación salitrera, que advierte una caída de 891 toneladas métricas al comienzo de la Guerra con respecto al 1913; sin embargo, “el impacto a corto plazo de la disrupción del mercado de bienes pronto fue rebasado por el paso de los principales países industriales a una economía de guerra. Aumentó brutalmente la demanda de materias primas estratégicas (como cobre y petróleo) y las potencias aliadas proporcionaron barcos de carga”[4], lo que se evidencia en el aumento en las exportaciones hacia 1915, llegando a superar las cifras anteriores al conflicto en 1916, pero cayendo al final del conflicto.
“En ese contexto, la capacidad de respuesta del sector industrial puede ser calificada como notable, pues en 1918 el valor de la producción era 10% mayor que la de 1913 y un tercio mayor que la de 1914, aunque en ese año se registró una caída de 27,5%, como producto de las dislocaciones generadas por el estallido de la guerra en Europa. Según Óscar Muñoz, la tasa de crecimiento anual de la producción fabril de aquellos años es la mayor de toda la historia de este sector productivo para un período de cuatro años. En efecto, las estimaciones para el período 1880-1914 sugieren niveles en torno al 2,7% al 3%. En efecto, hasta entonces algunas décadas experimentaron un crecimiento más robusto, por ejemplo, 1880-90, cuando las tasas de crecimiento pueden ser consideradas en el orden de 3,0 por ciento. La década de 19001910 evidencia una respetable tendencia de crecimiento de 2,9 por ciento; de otra parte, el período entre 1890 y 1900 parece haber sido uno de estancamiento"[5]. Sin embargo, esta bonanza del sector fabril terminó bruscamente con el fin del conflicto.
No obstante, las importaciones no corrieron con la misma suerte que las exportaciones ya que no lograron recuperar sus niveles de pre-guerra, ocasionando un quiebre en la balanza comercial y caracterizando una crisis fiscal que fue decisiva para que los efectos de las hostilidades permanecieran sobre los ingresos del Estado.
Por otro lado, los conflictos globales ocasionaron, como ya se mencionó, una ruptura de los vínculos comerciales siendo el más relevante el de Inglaterra con Alemania. El país inglés ordenó no comercializar con ninguna Casa Comercial alemana en las llamadas Listas Negras. Alemania, al verse negado como país para importar salitre, creó el salitre sintético, lo que redujo la demanda del natural, causando una disminución de las exportaciones, impactando en el puerto.
Otro punto ligado al salitre es la entrada de Estados Unidos como potencia al mercado al terminar la guerra, pasando a ser un país acreedor y sus capitales pasan a controlar la mayor parte de las salitreras, reiniciando la explotación del cobre en nuestro país a comienzos del s. XX. Desde ese entonces,
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