EL LLANTO DEL NIÑO REY
Enviado por Sandra75 • 1 de Noviembre de 2018 • 1.560 Palabras (7 Páginas) • 322 Visitas
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Y a este rey, de nombre casi impronunciable para los extranjeros, le parecían interesantes las lindas muchachas suecas, rubias, de ojos verdes, gritando, enloquecidas, su nombre con indisfrazado acento:
-Pele, Pele, Pele
La pronunciación que salía de aquellos carnudos y tentadores labios encantaban los oídos de Nuestra Majestad como una invitación al placer. Otro luego caería en la tentación de la carne ante el éxito repentino y avallasador y hubiera perdido el trono para cualquier pretendiente pues, ya en aquel momento, muchos apostaban en la debilidad carnal del hombre para usurpar el cobizado reinado.
Pero nuestro rey había sido forjado en la espera y en el sufrimientos de muchas generaciones, los antepasadas los llevaron a hierros y a latigazos en plaza pública, y cargaban en sus rutinas varias historia de gente humillada, privada de los más elementales derechos humanos y olvidada por la histografia oficial. Entonces, él supo mantenerse como un soberano lúcido, equilibrado, decidido hasta aplacando a los compañeros más ansiosos y ya destacándose como un líder.
Las muchachitas suecas se desesperaban, se insinuaban, se arrojaban a sus brazos. Es casi seguro que hubo unas sutiles escapaditas, pues nadie es de hierro, principalmente de él y de su coadyuvante con su nombre de pajarito y cabeza de niño: Garrincha. Como todos temían la vigilancia del guardián de la selección, el Dr. Paulo Machado de Carvalho, le pedían protección a un ángel negro de nombre Mario Américo, también descendiente de esclavos, que los reconducían al camino de la conquista, les aconsejaba, cuidaba de las lesiones, les decía lo que representaban para nuestro pueblo, además del sufrimiento de muchas generaciones, desde cuando vinieron en las bodegas de los buques negreros de África hasta Brasil, encadenados en el largo viaje del Atlántico, al trabajo duro en las haciendas para hacer la riqueza de los dueños y, sobre todo, de la perdida de la Copa de 1950. Así, no era el momento de escapadas.
El joven rey todo lo oía con mucha atención, era un negro de más edad quien le aconsejaba. Le recordaba su padre y de lo que el abuelo le decía de los esclavos en las senzalas sobre los peligros que venían de la casa-grande, del pavor de los capitales-do-mato y de las temidas capturas, de verdad tenia que cuidarse, pues pasaría por todas las tentaciones de la carne; sabía que no sería rey por su propia voluntad, pero porque existía un ser más grande que le soplaba en el alma la bendición sublime de los cielos.
Y así, durante toda la Copa de 1958, el joven y predestinado rey fue driblando las contrariedades naturales dentro y fuera de las canchas, y haciendo a la fría y aristrocrática Suecia doblarse a sus piés en dribles y jugadas de puro genio.
Cuando llegó el día del partido final, contra los dueños de la casa, ante la realeza, a los atentos ojos de los espectadores y a los oídos de miles de oyentes por todos los continentes, con una actuación primorosa, hizo el gol que en definitivo selló su destino, el destino del fútbol y de toda la humanidad.
Cuando escuchó el pitazo final, corrió hacia los brazos de los compañeros. El legendario Mario Américo gritaba:
-¡Vencimos, vencimos somos campeones del mundo. Dios mío. Somos los campeones del mundo.
Por supuesto, por lo menos en aquel instante, ni se acordaba de los más de dos siglos de esclavitud y del yugo a los infames suplicios por más de trescientos años, el inconmensurable dolor había pasado. También había amenizado el sufrimiento del Maracanã y estaba encerrado definitivamente un tiempo de rencor e intolerancia, iniciando un nuevo tiempo de luchas por la igualdad racial, pues ahora teníamos un rey, un rey de ébano, un Rey de la Pelota, teníamos al Rey Pelé, un rey para ser reverenciado por todos los pueblos amantes del fútbol.
Y el niño rey luego buscó el hombro de Didi, después de Gilmar, y lloró, lloró, lloró, lloró de felicidad por todos nosotros, los brasileños tan distantes. Sus lágrimas, como un anuncio de alegría y fraternidad que luego se desparramarían por toda la Tierra,, marcando todo el inmenso territorio de su reino, hasta hoy contagian a los seres humanos.
Cuando el niño rey lloró, fue hermoso.
- Estadio Mario Filho, en Rio de Janeiro
- Empresario de comunicaciones y miembro del Consejo Técnico de Futbol de la Confederación Brasileña de Deportes. Después de la victoria en Suecia en 1958, bajo su mando, fue reconocido como el “Marechal de la Victoria”
- Masajista de grandes selecciones brasileñas
- Casa donde vivían los esclavos en las estancias en Brasil
- Casa donde vivía la oligarquía en la época de la esclavitud, en las estancias en Brasil
- Cazadores de negros esclavos a mando de los estancieros en Brasil
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