El enamoramiento ¿Porqué nos enamoramos de una persona y no de otra?.
Enviado por Rimma • 17 de Diciembre de 2018 • 3.257 Palabras (14 Páginas) • 257 Visitas
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La “química del amor’ entonces, es un conjunto de reacciones emocionales en donde hay descargas neuronales (electricidad) y hormonales (sustancias químicas como la dopamina, norepinefrina y serotonina). Todo ello mezclado, crea una revolución interna que convierte lo racional en irracional, la prudencia en torpeza y la serenidad en nerviosismo.
Como resultado de investigaciones que enfatizan que enamorarse de determinada persona está determinado por aspectos biológicos y psicológicos se han definido cuatro teorías al respecto:
- La bioquímica del amor. Guarda relación con la activación de toda una serie de hormonas y neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina, endorfinas, etc. que activan nuestro centro del placer produciendo así una sensación fantástica que nos hace sentir plenos.
- La similitud familiar. Tendemos a buscar personas que nos recuerden a nuestros padres o personas que nos han criado, porque estas similitudes nos aportan seguridad y confianza, al resultarnos familiares. Se produce una sensación de afinidad.
- La correspondencia. A la hora de enamorarnos tiene un peso muy importante el haber compartido experiencias similares a las nuestras y tener valores y gustos semejantes, ya que todo se hace más fácil a la hora de entenderse.
- La admiración. Cuando encontramos en otra persona virtudes, aspiraciones y aptitudes que siempre hemos querido para nosotros mismos, nos sentimos más atraídos por ella. Nos sirve de inspiración para llegar a donde queremos, desde el punto de vista emocional.
En esta misma línea de investigaciones sobre el enamoramiento de determinada persona, Fisher agrega algo más y cita al sexólogo Jhon Money, quien propone que lo que lleva a los seres humanos a quedar cautivos de “el” o de ella” puede ser lo que el llama el mapa del amor de cada uno. Esto es, las personas previamente construimos un mapa mental, un molde repleto de circuitos cerebrales que determinan lo que nos excitará sexualmente, que hará enamorarnos de una persona u otra. Sostiene Money que los niños desarrollan esos mapas mentales en el periodo de los 5 a los 8 años de edad, como resultado de asociaciones de miembros de la familia, amigos, experiencias, etc. Así, el niño gradualmente comenzará a formar con los recuerdos un modelo en su mente, un molde subliminal de lo que le atrae y lo que rechaza. (Fisher, 2004).
Durante el crecimiento de la persona el mapa del amor va tomando forma y un prototipo de la pareja ideal emerge poco a poco. Después en la etapa de la adolescencia, cuando las pulsiones sexuales inundan la mente, esos mapas eróticos se solidifican y se muestran más concretos en cuando a la fisonomía, estructura física, raza y color del amante ideal y mucho más del temperamento, los gustos, etc. Finalmente, surge una imagen mental de la pareja ideal, de los rasgos que le atraen y de los temas de conversación y actividades sexuales que lo excitan.
Puede decirse entonces que, antes de que el amor se presente ante los ojos de la persona, ésta ya ha definido los elementos o características de la persona ideal a quien amar. Así, al encontrar a quien realmente encaja en estas características ideales, se puede dar el enamoramiento hacia él o hacia ella y proyectar sobre este “objeto de amor” su propio mapa del amor, aún cuando el receptor difiera importantemente del verdadero ideal. De ahí las famosas palabras de Chaucer “el amor es ciego”.
Otros investigadores como la psicóloga Ayala Pines, sostienen que elegimos una pareja similar al progenitor con quien tuvimos conflictos durante la infancia que se encuentran pendientes de resolver; de esta manera, inconscientemente, intentamos resolver esta relación de la infancia en la edad adulta. Asimismo, Harville Hendrix afirmaba que elegimos a parejas que hayan sufrido traumas similares a los nuestros durante la infancia y que están estancados en esta misma fase de desarrollo. Murray Bowen por su parte, creía que elegimos parejas que muestren el mismo nivel de “diferenciación” o independencia de identidad que nosotros mismos; buscamos parejas con una capacidad de afrontar la ansiedad compatible con la nuestra (Fisher, 2004).
En este mismo tenor, autores como Marcos Morales (2010), sostienen que además de la participación de neurotransmisores, la atracción se origina en los valores, así, cuando una persona del sexo opuesto nos atrae, es porque percibimos en ella valores como su belleza, su bondad, fuerza, poder, etc. A nosotros no nos atraen las cosas y personas en sí, sino los valores positivos que percibimos en ellos. Entonces, el punto inicial de toda atracción por el sexo opuesto son los valores positivos que percibimos en las personas, y si nos gusta o atrae determinada persona es porque percibimos valores positivos en ella, de igual manera, no nos atrae o gusta si percibimos valores negativos. Esto puede interpretarse como que nos enamoramos de lo que a nuestros ojos tiene belleza y puede ser variable de acuerdo a lo que cada persona considere que es bello o no, como resultado de la percepción. Es decir, considerar algo bello es subjetivo y depende de la mirada, percepción y procesamiento cerebral de cada persona.
Enfatiza Morales que nuestra mente funciona por asociaciones, por lo que al ver a una persona evocamos recuerdos subconscientes y de ello resulta una atracción o rechazo, y ya que liga los parecidos, evoca recuerdos subconscientes, lo que se traduce en mayor atracción, en sobrevaloración de los atributos y de los valores. Explica que asociamos aspectos positivos de alguien que nos gusta con aspectos de alguien significativo en nuestra vida, que tenemos almacenados en nuestros recuerdos.
Por otro lado, Eduardo Punset, refiere que enamoramos de una mujer o de un hombre en concreto y no de otros, puede deberse a un tipo de feromonas (las sexuales), sustancias químicas emitidas por determinados organismos que detectan otros miembros de la especie y a las que responden. Las feromonas tienen un uso extendido y diverso para la búsqueda de pareja. Pueden atraer a los machos, proclamar un determinado estatus sexual o someter a una posible pareja. Refiere que se ha sugerido que tendemos a enamorarnos de personas con tipos de personalidad conformados por un perfil químico complementario al nuestro. Es decir, estamos fabricados para enamorarnos, y en este encaje con la pareja es probable que busquemos aquellos tipos de personalidad químicamente compatibles o complementarios (Punset, 2007).
Por su parte, Carlos Yela (en Mora, 2007), menciona que en un primer encuentro entre un hombre y una mujer el atractivo físico no es meramente estético. Los rasgos físicos agradan y agradan mucho porque son rasgos físicos sexuados. El
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