FREUD ANALISTA DIDACTA

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de nuevo al diván de Freud. Y ocurrió que, en un mundo dado, Pankejeff tuviese la fantasía de que si se presentase en su patria podría reclamar sus bienes. Freud –pensando en el peligro que ello acarrearía a la vida de sus paciente- lo desaconseja terminantemente e incluso le indica que ese deseo de salir de Viena no es sino una resistencia al tratamiento. El hombre de los lobos acatara la indicación freudiana, más no sin generar una locura peculiar. Tiempo después Mack Brunswick controlara dicha locura, y regresara a Pankejeff a la situación de amor filial a Freud en el cual ella misma se encontraba.

A pesar del fallido final, hay muchos elementos de enorme riqueza en el estudio de Freud acerca de este caso, que nos permite apreciar la manera en que Freud realizaba lecturas literales.

La importancia de la vuelta a la teoría traumática es enorme, implica restar valor al deseo como generador de la neurosis pues si de lo que se trata es tan solo de traumas infantiles el deseo carece de importancia.

En el periodo de “madurez” de Freud, este trabajaba según el método de la asociación libre, sus paciente era conocido como un sujeto-investigador, o mejor como un colaborador y, a la vez, como un seguidor fiel. Su concepción de la etiología de la neurosis basculara entre considerar al trauma o al deseo inconsciente como la causa. La concepción de la psique que maneja entonces indica que el sujeto está dividido, sea entre inconsciente, consiente y preconsciente, sea entre Yo, Ello y Superyó. El inconsciente estaba concebido como un lugar, espacialmente ubicado en un “aparato psíquico”.

En un primer momento, Freud es una especie de maestro que explica “los principios del análisis” para, en un segundo momento, escuchar al paciente que se analiza gracias a haber hecho suyos dichos planteamientos, periodo en el cual Freud apoyara al analizante mediante señalamientos, interpretaciones y construcciones.

En esta época Freud analiza la transferencia; su objetivo es hacer de la neurosis común una neurosis de transferencia, la cual es concebida como un fenómeno de reiteración de prototipos infantiles en la persona del analista. La transferencia, por tanto, permite resolver, por su actualidad, antiguos complejos. Freud escribe en la “Dinámica de la transferencia”: “nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie”, para dar cuenta de la necesidad de la reiteración de los imagos a la transferencia.

Otro elemento a resaltar es la concepción del fin del análisis que Freud propuso. Para Freud el fin del análisis era imposible, ello debido a que el inconsciente era irreductible. El objetivo “wo es war soll ich werden” (donde Ello estaba Yo debe advenir) era imposible debido a la existencia de lugares inaccesibles a la interpretación denominados por Freud: “la roca de la castración”, “el ombligo del sueño2 o “das ding” (la cosa). No podemos dejar de señalar, sin embargo, que Freud favorecía que el final del análisis fuese concebido como una identificación a su persona. Y no solo favorecía la identificación en el plano teorético sino con su persona