La Inconsciente y Repeticiòn
Enviado por Rimma • 28 de Octubre de 2018 • 3.014 Palabras (13 Páginas) • 314 Visitas
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En cuanto a sus hermanos, la paciente refiere que la llaman “Juana la loca” “porque tomo una pastillita de la locura”. Al contarlo, no se la nota enojada sino que por el contrario, lo toma en forma graciosa, lo que nos llevaría a pensar que sus hermanos estarían idealizados.
En referencia a esto también nos preguntamos cuál es el lugar que ocupa Paine en el deseo paterno.
Podemos mencionar una escena significativa en donde Paine queda cuestionada con respecto a ese lugar. En una reunión donde estaban presentes su padre, Mariana, y sus hermanos, ella observa al padre besándose con su novia y se siente muy incómoda, no pudiendo manifestar su enojo.
Al día siguiente, en una fiesta familiar del lado materno, se acerca a su tío preguntándole “¿Querés ser mi papá?”. Este le explica que no y ella se retira al baño y se auto agrede dejándose marcas en los brazos.
Podría pensarse que los episodios de autoagresión son formas de expresión cuando no se puede utilizar la herramienta de la palabra. Hay algo que pareciera no poder simbolizarse, algo que no se puede decir y entonces se lo actúa. En este caso no pudo enojarse con su padre, quizás por miedo a perder el amor de este. Algo a Paine le produce conflicto, y se observa como en sus actos de autoagresión no mediatiza la palabra. Algo de la represión parece haber fracasado. “Si una represión no consigue impedir que nazcan sensaciones de displacer o de angustia, ello nos autoriza a decir que ha fracasado, aunque haya alcanzado su meta en el otro componente, la representación.”[5] “La represión no impide a la agencia representante de pulsión seguir existiendo en lo inconsciente, continuar organizándose, formar retoños y anudar conexiones. En realidad, la represión sólo perturba el vínculo con un sistema psíquico: el de lo conciente.”[6]
Frente a estos hechos nos preguntamos si Paine hace lo que esperan los demás de ella, y si las autoagresiones ocurren en momentos donde ella no tiene herramientas para poder decir cuando está en desacuerdo con algo.
Por ejemplo cuando se le pregunta por qué no le dice al padre que no le gusta que tenga novia, ella responde que tiene vergüenza. Nos interrogamos qué de su sexualidad se pone en juego ahí, en relación a esta vergüenza.
Su padre pareciera estar idealizado, con lo cual ella seguiría conservando el amor infantil hacia él.
De esto no se habla
En las sesiones Paine charla con el sostén de un juego. Tiene un vocabulario muy rico y se expresa con facilidad. Sin embargo, con algunos temas deja de hablar, se tapa la cara y sonrojada dice “tengo vergüenza” o “esto no se lo cuentes a mi papá”.
Estas actitudes aparecen cuando se tocan temas relacionados a su sexualidad, cuando habla de que le gusta un chico o que se viste de determinada manera y cuando menciona la separación de sus padres.
La separación de los padres conlleva un contexto particular en el que Paine forma parte de él. Se encuentra enhebrada al discurso que circula entre su madre y sus hermanos. Por ejemplo en frases como “mi papá se acuesta con Mariana” o “no me gusta que mi papá tenga novia”, que pareciera a simple vista un discurso propio de Paine, nos preguntamos quién está hablando ahí, y de quién es el enojo realmente y si no estaría de alguna manera alienada al discurso materno.
Hay algo que le impide tramitar esa separación que implica un cambio en su vida cotidiana, en su estructura familiar y con quienes vive. Porque, con su padre no vive más. Y nos preguntamos entonces qué implicancia tiene a nivel subjetivo la separación, qué de ella se juega en el rompimiento de la pareja de sus padres que no puede hablar de ello, no puede expresarse por que cada vez que se nombra el tema deja de hablar o dice “esto me da vergüenza”.
Podríamos pensar que el hecho de sonrojarse, el rubor, es una cuestión específicamente humana (no hay ningún animal que se ruborice, al que le dé vergüenza). Como enuncia Freud en la Conferencia 32 “esa descomposición de la personalidad anímica en un superyó, un yo y un ello, que les expuse en la conferencia anterior, nos obligó a adoptar también otra orientación en el problema de la angustia. Con la tesis de que el yo es el único almácigo de la angustia.”[7]
Entonces podemos pensar que cuando Paine se ruboriza muestra estar bajo la barra, marcada por algo, y ese algo, es un significante perentorio.
De aquí Lacan piensa a la angustia como un afecto, es un afecto particular, que se produce por “desamarre” de los significantes que lo amarran.” Un afecto que emerge en el lugar de vacío de representación. Podríamos pensar que ahí donde Paine no puede decir con palabras lo que le sucede con esta separación, ya que se queda sin significantes, donde corta la asociación libre y no puede seguir hablando, aparece algo de la angustia. Podríamos pensar que la angustia se siente, el cuerpo la declara, es en eso que no engaña, aunque falten las palabras para designarla. La angustia en tanto Real, se presentifica, se encarna, se siente, como “lo que no engaña” e incide en el cuerpo. Uno de los motivos de la angustia es que hay que habitar un cuerpo, pero la angustia permite situar la dimensión de lo Real.
Lacan propone en su seminario, una serie de precisiones que permiten acercar a la noción de angustia: “ante el deseo del Otro”, “ante la falta de la falta”, “no es sin objeto”, “lo que no engaña”, “ante lo irreductible de lo Real”.
Podríamos pensar que la separación de los padres la angustia, por que se repregunta qué lugar tiene en esta nueva estructura familiar, debe reacomodarse y debe relacionarse desde otro lugar. Podríamos pensar que existe en ella una vacilación fantasmática. La angustia aparece entonces cuando se transita más allá del fantasma, cuando el fantasma vacila, cuando su velo no cubre lo real del objeto, cuando cae el velo imaginario. Lacan empieza el seminario dando una fórmula: la angustia como la relación esencial con el deseo del Otro. Sitúa la cuestión de la angustia, en relación a la ‘caída’ de la mediación simbólico-imaginaria en torno al deseo como deseo del Otro.
Podríamos decir que en el caso de esta paciente, hay un evento significativo que se le está precipitando, que es el temor a perder el cariño del objeto de amor, que sería su padre, en tanto pensado como una función.
Lacan, en el Seminario X, “la angustia no es sin objeto” ¿De qué se tiene miedo en la angustia neurótica?
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