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La muerte es parte de la vida, aunque hay perdidas que resultan muy difíciles de superar.

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  3.065 Palabras (13 Páginas)  •  475 Visitas

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Todas las perdidas precisan de este duelo, que tienen una duración que oscila entre los 6 meses y los 2 años; aproximadamente, dependiendo de varios factores:

- Del grado o importancia de la relación.

- Del apoyo social: una persona que cuenta con amigos o familiares que le quieren y le entienden, con los que se siente apoyado y comprendido, tendrá más facilidad para amortiguar el dolor.

- De la personalidad: hay personas que sienten las cosas, tanto las alegrías que le quieren y le entienden, con los que se siente apoyado y comprendido, tendrá más facilidad para profundizar en continuos pensamientos catastróficos, profundizando en la espiral de dolor.

- De la confianza y autoestima: un nivel alto de autoestima o confianza nos ayudara a no tener pensamientos autodestructivos ni de acontecimientos catastróficos.

- De la forma de afrontar los problemas: muchas personas son capaces de evaluar la situación y buscar apoyo emocional.

Hay circunstancias que pueden convertir el proceso de duelo en patológico, atípico, anómalo, etc. La muerte súbita e inesperada; la relación de dependencia de la persona fallecida o la ausencia de apoyo familiar pueden ser causas de una reacción pueden ser algunas de las causas.

Para superar el duelo hay que vivirlo. Pero si nos negamos a entrar en una de sus fases, si reprimimos emociones dolorosas, pueden surgir síntomas patológicos, relacionados con la necesidad de permanecer unidos al ausente.

Hay muchas creencias en el duelo que son errores y deberían dejar de creerse, como, por ejemplo:

- Pensar que cuando una persona muere se pierde su recuerdo. El recuerdo y las vinculaciones emocionales no desaparecen, permanecen, y aparecen en forma de recuerdos pasajeros o sueños.

- Creer que para superar el dolor debemos volver inmediatamente a nuestros quehaceres cotidianos. Conviene que nos demos un tiempo para reflexionar y para vivir el dolor sobrellevando el duro proceso emocional que supone la pérdida.

- Pensar que no debemos conocer los detalles de la muerte ni ver el cadáver. Aunque resulte duro, saber los detalles de la muerte de la persona amada ayuda a aceptar la realidad de la ausencia. La falta de información puede generar confusión y fantasías irreales.

- Creer que cuando se demuestra rabia, dolor o desesperanza se está expuesto a la depresión. La expresión de estos sentimientos es necesaria, porque permite que se procese la perdida y se elabore el duelo, aunque puedan percibirse como manifestaciones exageradas o propias de culturas o países poco desarrollados.

- Considerar que el afecto por el ausente debe expresarse con mucha moderación. Aunque en nuestra cultura se valoran la firmeza de carácter y la entereza, debemos permitirnos expresar libremente las emociones dolorosas.

- Emprender cambios importantes. No es el momento para vender un terreno, decidirse a cambiar de casa, etc. Deja que pase el tiempo antes de tomar decisiones importantes.

- Mantener las cosas como cuando estaba. Su ropa en el mismo sitio, la habitación como siempre. No hagas santuarios en memoria de tu ser querido. Le llevaras siempre en el recuerdo y, por tanto, seguirá contigo.

- Conservar las cenizas en casa. Los hogares son espacios de vida, no de muerde. No caigas en la tentación de convertir tu casa en un santuario. Dificultarás el proceso de duelo.

Los síntomas del duelo son parecidos a los de las depresiones: tristeza, trastorno del sueño, alteraciones del apetito, problemas respiratorios, etc. Disminuye el interés por lo que nos rodea, por el trabajo, por las relaciones con los demás, y, generalmente, nos invade la rabia y la incredulidad.

Reacciones físicas.

- Mayor riesgo de enfermar.

- Sensación de estómago vacío.

- Sensación de agotamiento.

- Llanto.

- Alteraciones del sueño.

- Inapetencia y pérdida de peso.

- Hipersensibilidad a ruidos.

- Opresión en el pecho y garganta.

- Pérdida del apetito sexual.

- Riesgo de caer en drogadicción y alcoholismo.

Reacciones psicológicas.

- Incredulidad.

- Confusión.

- Perdida de ilusión, desinterés, cierta insensibilidad.

- Añoranza.

- Obsesión por recuperar la perdida, a través de ropas, objetos, alucinaciones visuales o auditivas, sueños, etc.

- Sentimiento de abandono y soledad.

- Rabia.

- Culpa.

- Soledad.

- Tristeza.

- Miedo.

Reacciones sociales.

- Resentimiento hacia los demás, que continúan con su vida como si nada hubiera pasado.

- Aislamiento y búsqueda de relaciones con quienes también están solos.

- Búsqueda de una nueva identidad y de nuevos papeles sociales.

- Usar su ropa, como una forma de hacer presente al fallecido.

Reacciones espirituales.

- Conciencia de la propia limitación.

- Perdida de la sensación de ser inmortales.

- Búsqueda de dios, bien con resentimiento, indiferencia o buscando fuerza necesaria para continuar.

- Búsqueda del sentido de la vida.

Desde la infancia se nos enseña a actuar de maneras diferentes, dependiendo del sexo que tengamos. A las niñas, se les permite expresar los sentimientos abiertamente. Se les invita a decir lo que sienten, se les enseña que pueden platicar para sentirse mejor. Sin embargo, cuando los niños experimentan dolor, consciente o inconsciente los adultos reprimen sus sentimientos diciéndoles frases como “los hombres no lloran”, “pareces una nena llorando”, etc. Entonces evidentemente cuando un hombre se enfrenta a un proceso de duelo su manera de

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