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EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD.

Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  1.559 Palabras (7 Páginas)  •  225 Visitas

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En esta búsqueda experimental de la propia esencia, las configuraciones de las relaciones sociales también cambian bastante: Mientras que en la infancia el sujeto suele dar bastante importancia a la opinión de los padres, en esta etapa, la opinión más apreciada es la de los pares, se amplia el círculo social generando redes de relaciones más complejas, y las amistades se vuelven más leales y profundas. Es en este momento cuando los padres, maestros, o cualquiera que conviva con adolescentes, encuentra cierto conflicto en conseguir que los adolescentes sigan las normas establecidas, pues los límites son puestos a prueba una y otra vez, evaluando constantemente si lo que puede o no pasar, es consistente con lo que los adultos dicen que puede o no pasar. Al encontrar que muchas veces esa concordancia es inexistente, el adolescente cuestiona y confronta directamente a quien pone las relgas, generándose una especie de antagonismo imaginario entre “ellos” (los tiranos que ponen las reglas para hacer nuestra vida miserable), y “nosotros” (las víctimas que hemos vivido engañados desde niños y que acabamos de darnos cuenta de cómo es la realidad).

Al describirlo de forma tan organizada como en este ensayo, pareciera que no es gran cosa, que la adolescencia es solamente una breve etapa del desarrollo en la que uno se acostumbra a ser más independiente, le sale pelo donde no había, y empieza a conocer gente fuera del círculo familiar; sin embargo, es mucho más compleja que eso. Al adolescente todas estas cosas que se han descrito le suceden al mismo tiempo, por lo que situaciones que para la mayoría parecieran no tener importancia (por ejemplo, un grano en la nariz), para él son verdaderos cataclismos universales; y es a partir del reconocimiento de que cada adolescente es un ser humano tratando de adaptarse a la vida en sociedad, que podemos hacer que este período transcurra de forma más sutil tanto para ellos, como para nosotros.

II. Y la Libertad.

Como hemos visto, el adolescente es un ser humano adaptándose a la vida adulta en sociedad; no solo dándose cuenta de que tiene derecho a un criterio propio, sino ansioso por reunir todos los elementos que le permitan formarlo… ensayando con los recursos nuevos que va encontrando y acumulando mediante su experiencia para tal fin, y que por lo tanto, puede ser muy proclive a cuestionar cualquier forma manifiesta o simbólica de autoridad. Según Aberastury (2004), la hostilidad del adolescente frente a los padres y al mundo en general se expresa en su desconfianza, en la idea de no ser comprendido, en su rechazo de la realidad. Sufre una crisis de susceptibilidad y de celos, exige y necesita vigilancia y dependencia, pero sin transición surge en él un rechazo al contacto con los padres y la necesidad de independencia y de huir de ellos.

Con tanto ímpetu y energía, con tanta disposición por poner a prueba los límites, es probable que el adolescente se encuentre expuesto a un gran número de riesgos del que sin duda, todos los adultos con quienes convive quisieran protegerle… El conflicto entonces es, ¿Cómo hacer para proteger a alguien que no quiere ser protegido en absoluto?.

Papalia (2009) afirma que los padres que brindan un estilo de crianza autoritativa suelen tener efectos más positivos en el desarrollo de sus hijos durante esta transición. Este estilo de crianza se caracteriza por insistir en las reglas, normas y valores importantes, pero estando dispuestos a escuchar, explicar y negociar. Ejerce un control adecuado sobre la conducta del niño (control conductual), pero no sobre sus sentimientos, creencias y sentido del yo (control psicológico), reforzando de este modo la imagen que el adolescente tiene de sí mismo, y coadyuvando así al desarrollo de su identidad.

Valencia (1996), en concordancia con lo anterior, sugiere que las figuras de autoridad relevantes para los adolescentes, son generalmente personas que logran ser presencias de interacción formativa en sus vidas; es decir, que los reconocen y los entienden, aunque no necesariamente los justifican; que proporcionan un espacio, facilitan una serie de procesos y un marco de límites que favorecen y alientan su desarrollo. Estas figuras, se convierten en espejos en los que el adolescente mira lo que necesita mirar. Es por ello que en este proceso de acompañar al adolescente en su búsqueda de sí mismo, quien decida involucrarse ha de tener presente que los adolescentes no necesitan (y mucho menos quieren) sentirse juzgados o cuestionados, sino escuchados y atendidos. Si logramos llegar a ese punto, (sea cual sea nuestra relación con el adolescente), podremos estar confiados de haberle servido en el complejo proceso de encontrarse consigo mismo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- Aberastury, Arminda, M. Knobel. (2004). La adolescencia normal. Un enfoque psicoanalítico. México, Paidós educador, pp. 15-33.

- Papalia, Diane (2012). Desarrollo Humano. 7ª Edición. México. Mc Graw Hill.

- Valencia, Jorge (1996) ¿Quiénes son los estudiantes de secundaria?, en La Educación Secundaria. Cambios y Perspectivas. Oaxaca. Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, pp.

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