ENSAYO SOBRE UNA VISIÓN MASCULINA DE LA PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD FEMENINA
Enviado por Albert • 30 de Diciembre de 2018 • 14.271 Palabras (58 Páginas) • 439 Visitas
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El problema fundamental de los prejuicios es que derivan en situaciones de injusticia y discriminación. Esto significa que a determinadas personas se les da un trato diferente o de inferioridad, sin motivo ni justificación. De allí que los prejuicios puedan tornarse en sentimientos de xenofobia, homofobia, sexismo, racismo, intolerancia religiosa, entre otras.
Pregunta Problema
¿Qué prejuicios o creencias tienen los hombres universitarios de la UNAB con respecto a la perdida de la virginidad femenina?
Objetivo General
Determinar qué prejuicios o creencias tienen los hombres universitarios de la UNAB con respecto a la perdida de la virginidad femenina.
Objetivos Específicos
- Analizar la información recopilada y organizándola detalladamente, determinando así los patrones de prejuicios o creencias acerca de la pérdida de la virginidad femenina que pueden llegar a tener los estudiantes de la Unab.
- Realizar a partir de información recopilada una contrastación con otras teorías e investigaciones realizadas hacia la percepción de la pérdida de la virginidad femenina.
- Determinar a partir de los resultados contrastados, las posibles esquemas a modificar a la hora reestructurar los prejuicios que pueden llegar a tener los hombres frente a la pérdida de la virginidad femenina
Marco Teórico
El origen de las creencias irracionales está en el propio ser humano, que nace tanto crédulo y educativo y acepta toda suerte de ideas, sentimientos y acciones que sus padres y cuidadores muestran, ya sean funcionales o no. Incluso cuando se aceptan creencias irracionales ajenas, hay una tendencia a reconstruir tal creencia y mantenerla activa, aunque se manifieste sólo años después de haber aprendido. Algunas creencias irracionales en los niños, como la idea de que deben ser amadas o aprobadas por todos aquellos que son significativos para ella, no son enteramente inapropiadas a la infancia, pues los niños realmente deben ser capaces de generar vínculos con los demás para sobrevivir. Sin embargo, cuando esas ideas se mantienen en la adolescencia y en la edad adulta, a menudo generan importantes frustraciones cuyas consecuencias acaban por caracterizar el funcionamiento desadaptado del individuo (Ellis, 2003). Las personas aprenden estas creencias en su entorno social, aunque tienen una tendencia innata para construir creencias irracionales a partir de sus experiencias (Rangé & Fenster, 2004). Así, una creencia irracional, más allá de los límites de una simple preferencia, es una exigencia dogmática, inflexible, que colabora fuertemente para el desarrollo de trastornos emocionales. A partir de la consideración de las imposiciones absolutistas y de las distorsiones cognitivas, Ellis enumeró 11 creencias irracionales que representan el aspecto central de su tratamiento (Rangé & Fenster, 2004. El pragmatismo de la psicología pronto llevó a la necesidad de la creación de un instrumento que hiciera concreta la manifestación de las creencias irracionales para el paciente; al final, según Ellis (2003) considera, cuando las personas se dan cuenta de que se sienten mal en función de sus creencias absolutistas sobre sí mismos, sobre los demás y sobre el mundo, casi siempre suelen debatir y desafiar esas ideologías disfuncionales, yendo contra ellas y regresando a un estado no funcional de preferencias y deseos.
Según Beck, desde la infancia, los individuos desarrollan ciertas creencias sobre sí mismos, otras personas y sus mundos. Se denominan creencias centrales aquellos entendimientos más fundamentales, nucleares y profundos de una persona, consideradas verdades absolutas y, por lo tanto, difícilmente articulados por ella. Las creencias centrales son el nivel más fundamental de creencia, caracterizándose como globales, rígidas y supergenalizadas. Las creencias centrales surgen de la necesidad del ser humano de extraer sentido de su ambiente desde las etapas más primitivas del desarrollo. Para ello, necesita organizar su experiencia de manera coherente para funcionar de forma adaptativa. Es a partir de sus interacciones con el ambiente y otras personas que un sujeto elabora determinados entendimientos y aprendizajes, o sea, sus creencias, las cuales varían en precisión y funcionalidad. Como subraya Beck (2005), “la forma en que se evalúa una situación depende, al menos en parte, de las creencias relevantes subyacentes. Estas creencias están insertadas en estructuras, más o menos estables, llamadas 'esquemas', que seleccionan y sintetizan los datos suministrados. (...) Consideramos las estructuras básicas (esquemas) de las cuales dependen esos procesos cognitivos, afectivos y motivacionales como las unidades fundamentales de la personalidad”
Beck (1997) utiliza también el término creencias negativas. Afirma que las creencias centrales negativas son usualmente globales, supergeneradas y absolutistas.
En la literatura en TCC existe una variedad de términos para designar que algunas de estas cogniciones (ideas) más centrales y arraigadas, en cierto grado, están inadecuadas a la realidad del sujeto y, por lo tanto, causantes de una serie de dificultades interpersonales y de sufrimiento psíquico. Los términos más comúnmente empleados como calificadores de esas cogniciones se refieren en desadaptativos, negativos, disfuncionales, maladaptativos o irracionales, entre otras definiciones. Tales cogniciones específicas se denominan creencias, y éstas son los contenidos básicos de un esquema, que es una estructura mental responsable del procesamiento de la información.
El responsable de estas creencias y etiquetas no siempre es la persona, en el proceso de socialización, en una cultura específica, una serie de creencias irracionales pueden ser transmitidas. La palabra irracional se aplica aquí porque los datos objetivos no confirman la creencia. Así, una persona genera esquemas distorsionados a partir de esas creencias y lleva a reforzar una conducta, que a su vez, puede llegar a reforzar los esquemas de otra persona.
Antecedentes
Gallo (1999) en su artículo El Tabú de la virginidad, afirma que ésta se ha constituido en occidente en garantía de integridad física y moral. Si bien ya no es condición necesaria para una mujer merecer el respeto y el amor de un hombre, continúa teniendo gran valor en la economía psíquica de éste. Que una mujer no lleve al matrimonio el recuerdo del goce sexual con otro hombre, equivale para el elegido a la eliminación
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