Historia de la adolescencia
Enviado por Kate • 14 de Septiembre de 2017 • 3.980 Palabras (16 Páginas) • 562 Visitas
...
Cabe señalar que con esto, se instala socialmente la idea de que el adolescente no se encuentra preparado para la vida adulta, sino que necesita un proceso de preparación para la vida adulta (Aries, 1987). Por otra parte, es necesario comprender que a medida que la adolescencia fue tomando importancia en el ámbito de la educación, podemos decir que durante el proceso fue transformándose en un campo de interés investigativo para distintas disciplinas.
Como señala Caron (1996), el siglo XVIII puede ser señalado como el momento en el cual la adolescencia “ha salido de la era del anonimato”, puesto que el término adolescencia comienza a ser utilizado en el lenguaje codificado, implicándose el concepto de adolescencia dentro del uso literario. Es posible apreciar que la adolescencia se convierte en un tema prolífero en la novela del romanticismo, género en el cual quedan plasmadas las dificultades que implican el paso de la infancia a la adultez. De manera paralela, entre 1780 y 1840 la pubertad y sus transformaciones fisiológicas, se convierten en objeto de numerosas publicaciones médicas.
Es importante puntualizar que dentro de las razones que explican esta situación, encontramos la reforma educativa ocurrida en Francia desde antes y durante la Revolución, la cual fue seguida por toda una escuela pedagógica que se extiende especialmente en los países germánicos, como se ha se mencionado. Esta reforma provoca una reflexión sobre las etapas de la juventud, donde las categorías que surgen desde allí están delimitadas en función del rol que ejerce la escolaridad en el control social.
Del mismo modo un evento que impulsa la reflexión sobre la adolescencia es el trabajo infanto-juvenil y sus consecuencias, pudiendo considerarse el fenómeno más impactante de la primera fase de la revolución industrial, la puesta al trabajo de la mano de obra familiar, donde una buena parte de los trabajadores eran niños, jóvenes y mujeres.
Es posible apreciar a partir de este acontecimiento que las consecuencias fueron demográficamente desastrosas, motivo por el cual se fijan edades mínimas relacionadas con la duración del trabajo. No obstante, la eficacia de estas leyes no comienza a manifestarse hasta que se instituye la educación obligatoria (1880 – 1882). Debido a ello, desde fines del siglo XIX hasta la década de 1930, las obras dedicadas a la adolescencia aumentan, convirtiéndose la medicina y psicología en los dominios que se ocupan de ella de forma privilegiada.
Según, Carón (1996) en el siglo XIX, el derecho toma la adolescencia como objeto de estudio, en búsqueda de una protección legal a los niños y adolescentes trabajadores. Sin embargo, este interés sufre un giro y se comienza a observar la relación entre adolescencia y criminalidad. Durante la segunda mitad del siglo XIX, surgen en Europa, instituciones específicas destinadas a menores como casas de corrección y los asilos o refugios para niños y adolescentes abandonados, los cuales se encuentran ligados a un sistema jurídico que intenta vigilar y prevenir delitos.
Luego, a fines del siglo XIX, principios del siglo XX, tanto médicos como psicólogos crean cursos especiales que tienen como finalidad corregir a aquellos niños incapaces de responder a la exigencia escolar dictada por la media correspondiente de la edad. Sólo hasta la década del 70, es que desaparecen las grandes instituciones y se intenta fundamentalmente evitar que los jóvenes entren en el sistema judicial penal, buscándose soluciones extrajudiciales.
En la actualidad, la Convención de los derechos del niño, ubica a niños y adolescentes ya no solo como objeto de protección, sino también como un sujeto de derechos, donde se intenta garantizar las necesidades básicas respecto al acceso a la salud y el logro de autonomía. Desde aquí es posible extraer una mayor responsabilización del joven sobre sus actos, denotando la importancia de garantizar el real cumplimiento de sus derechos (Caron, 1996).
Desde otra perspectiva, Le Bretón (2014) señala que hoy la adolescencia se ha vuelto una cuestión social y que resulta difícil coincidir en una definición precisa al respecto. Una forma de aproximarse a la comprensión del paso por la adolescencia es que a lo largo de la historia de la adolescencia, la relación que los jóvenes mantienen con su cuerpo ha sufrido cambios en el tiempo. Esto se debe a que la adolescencia en occidente ya no se encuentra ritualizada, efectuándose este cambio a través de una progresión personal.
Cabe decir, desde la perspectiva de este autor que la adolescencia dentro de nuestra sociedad es considerada un tiempo de maduración social, un periodo de formación escolar o profesional, a modo de un tiempo en el que las significaciones de la infancia se alejan, mientras que aquellas de la edad del hombre o de la mujer solo se dejan presentir.
Hoy, en las sociedades tradicionales, afectadas profundamente por la globalización, los jóvenes no viven ese intervalo marcado a veces por el desasociego, pues el rito como pasaje a la adultez lleva a la infancia a una posición activa y responsable en el seno de la comunidad, por lo que en las sociedades donde no se vive el rito de iniciación la maduración social se da de manera gradual. (Le Breton, 2014)
Como señala este autor, los datos culturales para definir el acceso a la edad adulta son infinitamente variados según las sociedades, sin embargo el rito como forma particular de pasaje a la vida adulta implica en la mayor parte de las veces transformaciones corporales que coronan el estatuto de los iniciados. Esta huella física logra a los sujetos a la aprobación del grupo, constituyendo el dolor de este acto como algo no menos necesario, a modo de un agente de metamorfosis.
De esta forma el dolor físico y la solemnidad de la prueba provocan en el iniciado un cambio en la identidad, una muerte simbólica y al mismo tiempo un renacimiento, que conlleva a la destitución del niño hacia la emergencia del hombre o la mujer (Le Breton, 2014).
De esta manera, podemos concebir desde aquí, que el cuerpo no pertenece al joven, pues él no es más que un miembro del cuerpo colectivo. En el mismo movimiento, según Le Breton (2014) la marca corporal integra y separa, aislando las antiguas pertenencias para dar paso a las nuevas y conferir nuevos poderes al iniciado mediante la revelación de un saber o una transmisión de conocimientos y responsabilidades.
Desde la perspectiva de Le Breton (2014) es posible apreciar que el cuerpo de los jóvenes ha tenido distintos espacios dentro de la educación, en la Grecia antigua, los espartanos impartían en los menores rigurosos entrenamientos físicos
...