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Introducción La música es el más cercano, el más ordenado, el más delicado y el más perfecto de todos los placeres del cuerpo, y es el único que es igualmente útil en todas las edades del hombre

Enviado por   •  28 de Marzo de 2018  •  2.742 Palabras (11 Páginas)  •  413 Visitas

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Cuando conocemos un “dotado” musical, podemos sospechar que detrás de él hubo un personaje familiar o externo a su familia, que despertó o inspiro su vocación musical. De igual manera, un “no dotado” suponemos que su autoexclusión musical es reflejo de las experiencias negativas que involucraron a personas clave de su ambiente familiar.

Si bien, la música representa una posibilidad de apertura, de valor inestimable hacia el mundo interno y a la afectividad de las personas; a la vez, funciona como una delicada válvula posible de ser dañada como consecuencia de un mal funcionamiento de la psique humana.

El amor a la música

La música es un medio de expresión individual y social, que por sí sola se da a querer porque nos hace bien, nos provee de una sensación inexplicable de satisfacción y alegría, que sin duda es algo que todos necesitamos y que no se nos debe negar. Por ejemplo, cuando los bebes están llorando o inquietos, la mayoría de las veces, es notorio que sus niveles de ansiedad disminuyen al escuchar cantar a alguno de sus progenitores. Es entonces donde nos damos cuenta de que la música es una parte muy esencial de nuestra en sociedad.

Los estudiantes, los jóvenes en general, los adultos y los viejitos, recurren a la música que sea de su agrado para dormir, estudiar, despertarse, trabajar, entretenerse, relajarse e incluso para socializar con sus semejantes, es fácil poder entablar una nueva charla en torno a la música y a temas de esa índole.

De una manera muy personal, estoy convencida de que la música es la más bella metáfora de la vida misma. Porque para cada uno de nosotros la música representa muchas de las cosas buenas y positivas que se pueden despertar en nuestro interior y es por esta simple razón que la amamos y la necesitamos para vivir.

Quienes aman la música de un modo tranquilo, suelen experimentar en contacto con ella, sensaciones de bienestar y alegría, semejantes a las que se experimentan en una amistad y con la compañía de seres queridos. En algunas personas, el amor por la música adopta un carácter especialmente intenso, como el amor idealizado.

Amor y conflicto

Cada vez que conocemos alguna persona con dotes musicales, nos sentimos inducidos a rastrear genes de ese sentimiento o capacidad a través de la historia familiar de aquel que presenta habilidades de tipo musical.

Sin embargo, la música que rodea al niño, aquella que se le ofrece con mucho amor de parte de su familia, un día puede llegar a tornarse peligrosa y amenazante para las habilidades musicales del niño; ya que es utilizada como condicionante para el infante.

Tercera parte

La música y terapia

El hombre manifiesta a través de su conducta las múltiples facetas de su ser. Toda conducta supone una acción, un movimiento interno o externo; en el primer caso podría o no reflejarse en algo externo u observable como lo pueden ser un gesto, un movimiento, un sonido, alteración del pulso, etc.

Lagache, citado por Bleger en 1973 (p.28), define la conducta como la totalidad de las reacciones del organismo en una situación determinada que comprende la conducta exterior, la experiencia consciente, modificaciones somáticas objetivas y los productos de la conducta: escritos, dibujos, trabajos, test, etc.

Toda conducta involucra un cambio. Para Piaget (1974, p.15) toda acción responde a una necesidad. Ahora bien, como ha sido demostrado a lo largo de los años, una necesidad es siempre la manifestación de un desequilibrio. Es así como en cada instante la acción esta desequilibrada por las transformaciones que surgen en el mundo, tanto exterior como interior y cada nueva conducta consiste no solo en restablecer el equilibrio sino en tender hacia un equilibrio más estable que el del estado anterior a esa perturbación. La acción humana consiste en este mecanismo continuo y perpetuo de reajuste y equilibrio.

De acuerdo con este principio dinámico o de desarrollo, la conducta de un individuo expresaría un determinado nivel de equilibrio interno, así como un conjunto o una secuencia de conductas reflejaría, de algún modo, aspectos cualitativos o cuantitativos de un proceso de desarrollo personal.

La conducta musical

La música y el sonido, en cuanto a energía, estimulan el movimiento interno y externo en el hombre; lo impulsan a la acción y promueven en él una multiplicidad de conductas diferentes en calidades y grados.

Cuando el niño, a su corta edad actúa como receptor de sonidos, protesta (llorando o tapándose los oídos) si la altura o intensidad del sonido sobrepasa el umbral de saturación de su sistema receptivo ya que esta situación llega a ser irritable; no solo para el niño, sino también para todas las personas de diferentes edades.

La conducta musical refleja los diferentes aspectos y el nivel de integración alcanzado en el proceso musicalización representado por la ecuación dinámica y bidireccional-hombre música.

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La conducta musical es heterogénea, pues comporta un constante interjuego entre los atributos o características del objeto, el sujeto y el objeto internalizado.

Conducta musical: diagnóstico y terapia

La música mueve, moviliza y por eso contribuye al cambio y al desarrollo. Según Willems (1976), cada uno de los aspectos o elementos de la música se corresponde con un aspecto humano específico, al que moviliza con exclusividad o más intensamente: el ritmo musical induce el movimiento corporal, la melodía estimula la afectividad, el orden mental en el hombre. Esta cualidad constituye la base de la terapia musical o musicoterapia.

Pero la actividad musical además muestra, es indicativa de algo. El individuo que hace música se manifiesta a través de conductas comprensibles y decodificables. El observador especializado detecta, a través de la vista, los rasgos generales del comportamiento corporal (motricidad fina y gruesa) en el sujeto-músico; a través del oído, capta la cantidad y la calidad del sonido producido; mediante el tacto, evalúa en forma directa las tensiones y bloqueos corporales; su propio afecto lo orienta acerca de aquello que el emisor logra comunicar, en tanto su mente percibe y evalúa el carácter y la coherencia de las estructuras musicales emitidas.

Este conjunto de datos “directos”

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