LAS SENDAS DEL AFECTO

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Perdonar no es la única manera de olvidar el resentimiento y seguir con la vida pese al daño sufrido. El perdón no solo se identifica o recuerda con una experiencia del pasado sino experimentar hacia el futuro que es incierto pero con una esperanza. Lo podemos hacer depositando confianza en las relaciones interpersonales, para encontrar apoyo y respaldo de personas o una comunidad.

El daño no solo afecta la relación entre la persona afectada y el agresor, también las relaciones con personas del entorno familiar, poder confiar y tener esperanza son capacidades necesarias para la asociación, la solidaridad y fraternidad; son actitudes necesarias para actuar juntos, también para comprender el valor de ella, de la vida propia, para así desarrollar sentimiento de auto respeto.

Las emociones dependen de la razón y nuestras emociones son producidas por la forma como interpretamos lo que ocurre a nuestro alrededor. La emoción sigue siendo dependiente del proceso racional. El afecto engloba todos los fenómenos emocionales, nunca estamos libres de ello, “el afecto corresponde a un estado energético dirigido de manera concreta o precisa a una distribución especifica de energía conectada en el transcurso de la evolución y ciertas percepciones y comportamientos”.

Los estados emocionales son tan básicos, si analizamos nuestra experiencia, vamos a descubrir que siempre hemos experimentado algún sentimiento, es inevitable no hacerlo.

Las emociones tienen un papel importante a lo largo de la vida de una persona porque a través de ello manifestamos la situación en que nos encontramos de ánimo. Gracias al amor, la solidaridad, la amistad y el perdón creamos vínculos afectivos desde que nacemos; que son necesarios para nuestro crecimiento emocional, espiritual de una manera sana. Este sentimiento no se fija solo en el corazón, cuando uno está enamorado los cambios se producen internamente. La rabia nos ayuda a adaptarnos y proteger lo nuestro; la alegría nos ayuda a ser creativo. El miedo ayuda a protegernos, gracias a él sentimos las amenazas o los nervios que nos paralizan.

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