Las Crisis del hombre

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Cuando somos jóvenes se nos permite experimentar y cometer errores, y no es algo tan dramáticamente “incorrecto”. Pero una vez que te conviertes en adulto y llegas a una mediana edad, ya no es bien visto seguir tus impulsos naturales, seguir experimentado de la vida y tener curiosidad.

Por ejemplo, una mujer alrededor de los 35 años, soltera, sin hijos, sin mucho apego familiar; se le cuestiona sobre sus deseos de ser madre, no creen posible que una mujer no quiera serlo, se le cuestiona por no tener pareja, etc.

O un hombre de 40 años aun sin adquirir una propiedad y sin un trabajo estable de tiempo completo, igualmente se le cuestiona y es difícil creer que tenga una vida feliz y plena.

Cuando a pesar de tu personalidad y decesos te sometes a vivir una vida “normal” y “decente” tarde o temprano llegan las frustraciones, el descontento interno que algunas veces ni te es posible identificar que sucede, el caos con las personas que te rodean a causa de tu actitud que ha cambiado, y otras más situaciones de inconformidad. Es aquí cuando las vida tan “perfecta” que llevas no te satisface y se empieza a quebrar.

Cuando te enamoras de alguien, te enamoras de quien es, y si tomas la decisión de compartir una vida a su lado, será una vida en la cual ambas personas sean igual de importantes y se siga respetando su individualidad, y así crear juntos nuevos proyectos de vida de acuerdo a sus criterios. No para cambiarla y poder vivir bajo el yugo de la crítica de la sociedad.

Nuestra sexualidad siempre ha sido un tabú. En casi todas las culturas y regiones. Hemos vivido siempre esclavizados por nuestra propia naturaleza sexual, la naturaleza de experimentar con el placer y aceptar que cada uno tiene una sexualidad distinta.

Ya sean por prácticas sexuales diversas, preferencias de género o naturaleza polígama. Estos puntos son algo tan natural que incluso en el reino animal se da este tipo de diversidad sexual. Prácticas homosexuales, experimentación sexual por placer y no con fin de reproducción (esto solo en unas cuantas especias con un grado de inteligencia significativa), poligamia, etc.

El humano debe ser libre de prejuicios ante sus prácticas y preferencias sexuales. Siempre y cuando estas no afecten a alguien más. Mientras las personas involucradas actúen bajo su propia voluntad, no tiene por qué ser algo “mal”.

Debido a la falta de tolerancia ante la particularidad de cada ser humano, muchos llevan una vida reprimiendo sus verdaderos deseos. Es por esto que vemos a personas en matrimonios heterosexuales y tienen prácticas homosexuales a escondidas, gente trabajando sin pasión a su labor, estudiantes forzados a llevar alguna ingeniería cuanto tienen dones artísticos grandioso, mujeres educando hijos con frustración ya que nunca fue su deseo ser madre, y varios ejemplos más.

La sociedad tiende a etiquetar y estigmatizar a quienes deciden vivir bajo sus propios y parámetros de felicidad.

El ser humano no es algo creado sobre un molde y en masa, el ser humano es parte de la naturaleza, somos individuos únicos e irrepetibles. Desarrollamos distintas capacidades, criterios, gustos e ideales. Por lo tanto no se puede esperar que todos vivan bajo los mismos estándares de calidad de vida. Todos tenemos el mismo derecho a ser lo que nos hace felices. Todos tenemos la obligación de respetar a los demás para vivir en armonía y para no crear más rechazo y odio.

Somos quizás lo más complejo de entender de la naturaleza de este mundo. Y creo que conforme vamos evolucionando, descubrimos nuevas y distintas capacidades en nosotros mismos.

El ser humano es hermoso.