Las ideas colectivas en la subjetivación del estereotipo del hombre
Enviado por Kate • 5 de Diciembre de 2017 • 1.710 Palabras (7 Páginas) • 467 Visitas
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Muchos de los adolescentes varones llegan incluso a desarrollar trastornos que los llevan a una especie de adicción al ejercicio para mejorar su apariencia, trastornos como la denominada vigorexia, que es justamente una necesidad obsesiva por verse mejor intentando ganar masa muscular de forma excesiva, en muchos de los casos, los individuos varones obsesionados con su físico suelen verse pequeños y sentirse débiles, por lo que comienzan incluso a utilizar sustancias para aumentar la masa muscular y así subsanar esa necesidad aunque sea de forma momentánea. Pero bueno, este tipo de casos ya son extremos, que lamentablemente son una realidad, y que si les sucede a muchos.
Si bien es cierto que esta presión social ha sido dirigida hacia la mujer, desde la segunda mitad del siglo XX, el sexo masculino no se ha escapado de este fenómeno tan es así, que hoy podemos afirmar que se ha experimentado un cambio en el estilo de vida del hombre (principalmente en la adolescencia y en la temprana adultez) e incluso se ha creado un nuevo concepto para los varones que cuidan de forma obsesiva su físico, su forma de vestir y sus hábitos alimenticios, el concepto de metrosexualidad, creado, alimentado y difundido por una de las instituciones anteriormente dichas, los medios de comunicación.
Dejando un poco atrás el tema de la belleza, cabe destacar que el estereotipo del hombre convencional no solo recae en la apariencia física, sino
también como actua y habla. Deben de seguir ciertos parámetros para que no se les haga menos, o sea, se les excluya totalmente de la masa.
Con la omnipresencia de su mensaje a través de ese aliado de lujo que es la pantalla de TV, el mercado define qué es y qué no es un adolescente, un joven, para nuestra cultura. Se hablan de un nuevo concepto de adolescencia fraguado al calor de una de las revoluciones más hondas en los últimos tiempos: la que sacó a los jóvenes de la tutela casi exclusiva de la casa y la escuela para ubicarlos como sujetos de pleno derecho en la sociedad de consumo. Inmediatamente se me vino a la mente lo que decía Silvia Bleichmar —que si no lo pongo se me “queman las anginas— que estamos imersos en un mundo de consumista, que ya no buscamos satisfacer las necesidades básicas, si no solo somos consumidores y por lo tanto cada vez que comemos, compramos, y en este caso, encajamos en la sociedad, ya no tenemos un placer, si no mas bien un goce, y por lo tanto jamás estamos satisfechos y siempre estamos con esa angustia de no poder llenar eso. Incluso Lacan lo mencionaba, queremos eso que no tenemos para poder tener un lugar en la sociedad.
Pero ¿cómo se ubican en ese escenario? La propuesta de los medios, como vehículos privilegiados del mensaje consumista, es tan seductora y poderosa que se vuelve muy difícil delinear un espacio alternativo desde donde construir la propia subjetividad sin temor de ser rechazado. ¿Cómo no comprar el nuevo modelo de teléfono celular si todos lo llevan a la escuela?
Pero además, la “orfandad” de la adolescencia en las sociedades de consumo apunta especialmente a las distracciones del Estado como garante de la formación de las nuevas generaciones. Si no hay educación en el consumo como materia formal (hay sólo en algunas escuelas talleres de reflexión sobre el tema), si no se dictan leyes que controlen los mensajes publicitarios, si la escuela no
enriquece el paisaje imaginario adolescente con propuestas alternativas a las entronizadas por los medios de comunicación y cede ella también a la mercantilización de la cultura, seguramente la sociedad del futuro tendrá entusiastas consumidores pero ciudadanos empobrecidos (en varios aspectos).
Reflexiones
La cuestión es estar atentos para que allí donde la presión consumista tienda a confundir o a modelar rígidamente los deseos de los adolescentes, los padres y las instituciones educativas puedan abrir nuevas puertas, expandir las fronteras de la curiosidad juvenil y no limitarse a taponarlas con el último objeto de consumo o concepción de belleza lanzado al mercado. Aunque no se pueda evitar del todo, ya que siempre van a encontrar una masa con la cual se quieran identificar y sigan los parámetros o características para poder pertenecer a esta masa colectiva.
Bibliografia
- Sigmund Freud, Obras completas de Sigmund Freud Vol XVIII (1920-1922), “Psicologia de las masas y análisis del yo (1921)”, Amorrortu editores.
- Rossana Reguillo Cruz, Movimientos juveniles en América Latina pachucos, malandros, punketas. Cuerpos juveniles, Políticas de identidad. Editorial Ariel Social.
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