OPINION Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
Enviado por Kate • 22 de Febrero de 2018 • 1.723 Palabras (7 Páginas) • 275 Visitas
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Como es bien sabido, el DSM no está exento de críticas desde diferentes disciplinas, tales como la psicología, en la cual es importante destacar que posee distintas tradiciones teóricas en donde la conceptualización de lo que es denominado un problema clínico, amerita ser visto desde cada perspectiva. Siendo así que, de igual manera existen criticas al DSM desde las diversas perspectivas psicológicas, como ejemplo Boscolo y Bertrando (1996) hacen mención de que: “Diversos autores de formación sistémica y psicoterapéutica en general han criticado el DSM por su pretensión de cientificismo, que tiende a objetivar el proceso diagnóstico, transformándolo en una etiqueta. Otra crítica concierna a la incapacidad de entrever, más allá del diagnóstico, los puntos fuertes y los recursos del individuo. Una tercera crítica se refiere a la imposibilidad, en ese modelo, de ir más allá del individuo para llegar a una evaluación incluso de su ambiente significativo (especialmente familiar) y de las relaciones que el individuo entabla con él. Estas críticas se fundamentan en una visión diferente de los problemas que conducen a las personas a la terapia, menos dependiente del modelo médico”.
Es decir, que desde un enfoque sistémico, no es protagonista la identificación de un trastorno en una persona, sino que es primordial la conceptualización de los problemas clínicos como el tipo de interacciones que se gestan en un sistema y que se ven expresados en un problema para la persona y su entorno.
A la par, otro de los enfoques teóricos que expresan una inconformidad con el DSM y su manera de evaluación y diagnóstico, es el enfoque Humanista haciendo énfasis en un reportaje destacable de Honos-Webb y Leitner (2001) sobre una persona que fue diagnosticada en diversas ocasiones con base en el DSM traduciéndose en una serie de obstáculos para la terapia y la experiencia personal. A manera de conclusión, en dicho reportaje, se trata de visualizar principalmente los efectos reportados causados por la etiquetación de un trastorno, principalmente porque se da lugar a la la estigmatización y la marginación social así como la propia al asumir cierta actitud sobre un Dx. Desde este enfoque se considera que el DSM es solamente una lista de síntomas que niega el significado particular del problema.
Sin embargo el uso del DSM desde el área clínica es algo real en la práctica, principalmente de manera en donde el terapeuta se desenvuelve institucionalmente, a manera de que se logren cubrir ciertos requisitos o bien funciones en general como: la comunicación entre profesionales con un lenguaje en común, como investigaciones y finalmente como una guía de intervención desde el lado clínico.
Así, retomando a Retolaza, nos menciona: “…Pero nuestros manuales “de mínimos” tienen más utilidades. Han servido para mejorar la comunicación “interna” y “externa”. Una cierta unificación terminológica era necesaria para nuestra entrada, con todos los derechos, en el universo médico, pero también para aclararnos entre nosotros y poder transmitir los conocimientos básicos a nuestros epígonos”.
Es entonces que el uso del DSM no solo debe ser encarcelado como una herramienta que encierra los síntomas en un marco, siendo este rígido e inflexible, sino que, debe ser visualizado como una herramienta principalmente en la práctica clínica en donde constituye un medio por el que el psicólogo puede valerse principalmente dentro de un plano institucional, donde generalmente se solicita un Dx concreto.
Se trata pues de plantear una propuesta de lenguaje común que no deja de ser controvertido. El DSM constituye una herramienta para la práctica clínica en el área de la salud, como tal sirve de guía para el diagnóstico en psicología clínica al proponer un sistema de clasificación de patrones de comportamiento (formas de pensar, experimentar la emoción, interacción con los demás, etc.) identificados como anormales debido a su intensidad y frecuencia que se traducen en malestar, deterioro, riesgo, etc. para la persona que los expresa y el entorno de ésta.
Sin embargo, es importante tener la preparación y conocimiento adecuado para no realizar no solo una descalificación en sí, sino también para evitar el hacer solamente una enunciación de una lista de síntomas delimitando en un cuadro Dx tomando en cuenta lo consecuente a ello como repercusión en la vida de un paciente al recibir una etiqueta diagnostica.
REFERENCIA
- American Psychiatric Association (APA). (2002). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR. Barcelona: Masson.
- Boscolo, L. & Bertrando, P. (1996) Terapia sistémica individual. Buenos Aires: Amorrortu
- Honos-Webb, L. & Leitner, L. (2001) Como usar el DSM, Journal of Humanistic Psychology. 42, 4. pp. 36-56
- Retolaza, A. (2002) La psicopatología insustancial en la era del DSM IV y la CIE-10. Revista de la. Asociación Española de Neuropsiquiatría. 82, pp. 67-73.
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